domingo, 3 de septiembre de 2023

 

             ASÍ NACE UN MILEI

 

     Napoleón dijo que pasarían mil años antes de que volvieran a conjugarse los factores que lo crearon. Así, Bonaparte estaba metiendo la nariz en una discusión histórica no saldada: ¿Son los líderes los que crean su época o cada época crea a sus líderes?

     La economía argentina no crece desde hace más de una década. Desde 2011, cuando Cristina Kirchner fue reelecta con el 54% de los votos. Hoy 4 de cada 10 argentinos son pobres, incluyendo el terrible dato de que 1 de cada 2 niños o adolescentes viven debajo de la línea de pobreza. La inseguridad, de la mano de la entronización del narcotráfico, se tornó tan natural como que la semana tiene siete días. De hecho, es más fácil conseguir droga que un trabajo. Con una inflación anual de más del ciento por ciento el salario no tiene ninguna oportunidad. Y cada vez que se toma examen de nivel a los estudiantes de cualquier parte del país los resultados son muy deprimentes.

    Pobreza. Desigualdad. Corrupción. Crímenes. Impunidad. Embrutecimiento. Todo junto en un mismo lugar durante mucho tiempo.

     En cuarenta años la República no dio las respuestas que la sociedad ansiaba tras padecer la peor de las dictaduras. La pésima calidad de vida que tienen la mayoría de los argentinos no se debe a un ataque demoníaco. Los responsables tienen nombres propios.

    El patético progresismo argento, en su versión siglo XXI que es el kirchnerismo, perpetró un gobierno como el de Alberto Fernández que fue una verdadera calamidad pública. La pretensión de Sergio Massa de venderse como la esperanza siendo el actual, y tan inepto, ministro de Economía y desde un año ya virtual presidente, puede resultar atractiva solo para chiflados. La oposición, que ya fue gobierno con Macri y no supo ser gobierno, además comete demasiados errores como oposición como para volver a ser gobierno. La izquierda vernácula sigue tan atrasada como para no darse por enterada que el trabajador argentino no tiene alma de proletario sino de propietario y que no quiere derrumbar al capitalismo sino ser parte de un capitalismo que lo incluya de una buena vez.

     Ahí encaja el escritor inglés Chesterton cuando dijo que “Lo malo de cuando no se cree en nada, es que se termina creyendo en cualquier cosa”.

     En ese contexto aparece un candidato omnipresente en los mass-media. Un tal Javier Milei que cada día desde hace rato desayuna en Crónica TV, almuerza en radio Mitre, merienda en La Nación Más, y cena en TN. Un pensador de zócalos de televisión que tira títulos y slogans que en tiempos de pereza mental extendida, claro, son más fáciles de absorber que la complejidad de una idea. Que le vende como algo “nuevo” esa antigüedad que es el liberalismo a jóvenes no muy interesados en conocer la historia. Que dice que los políticos son una “casta” y en eso tiene razón. Uno que entretiene justo en esta época en la que el ser humano por fin descubrió cuál es el sentido de la vida: entretenerse.

      Y entonces encaja lo que dijo otro escritor, el francés Víctor Hugo: “No existe nada más poderoso que una idea a la que le llegó su tiempo”. Así pareciera que no hay nada que se pueda hacer y nada que se pueda decir. La idea es que como Milei nunca gobernó y el resto hizo desastres, pues no queda otra que probar con este tal Milei aunque no sepamos qué va a hacer. Otra vez los fanáticos esperando que un Mesías los salve. Los progresistas tienen que hacerse cargo de lo que hicieron. La sociedad argentina no se corrió a la derecha. La empujaron.

      Entonces, ¿son los líderes los que crean su época o cada época crea a sus líderes?

     Así va la Argentina. Hacia un nuevo rumbo. O, de vuelta, al mismo. No se sabe. Por un lado ya no se soportan estos veinte años de kirchnerismo, el gran destructor del tejido social. Por otro lado cualquiera con un poco de vida sabe que “la mano invisible del mercado”-metáfora de Adam Smith-por estas latitudes provocó desastres y encima nuestros “liberales” odian más a Alfonsín que a Videla. Y, por el tercer lado, Patricia Bullrich fue la ministra del gobierno de la Alianza que en 2001 le sacó el 13% de sus haberes a los jubilados (una de las peores medidas tomadas en democracia). Y pertenece a un espacio que están juntos solo en las boletas porque el PRO y los radicales no se bancan. Y ese espacio ya gobernó y mal.

       Se suma el gran problema del peronismo, que hace rato ya no es más peronismo, y que se prepara para volver a hacerle la vida imposible desde la oposición a todo aquél gobierno que no sea peronista.

     Entonces el ciudadano que ansía un país mejor y que presta apoyos críticos porque no se va a fanatizar con nadie, descubre que esa actitud lo deja en minoría. Lo deja en soledad.

     ¿Qué hacer? Agota pensar en este laberinto.

     Es para volverse loco.

     Y así nace un Milei…

 

 

Walter Anestiades

    

    

 

 


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