APLASTANTE
TRIUNFO DE LA REALIDAD
“¿Dónde estará
mi vida, la que pudo haber sido y no fue…”, escribió Borges en su poema “Lo
perdido”. ¿Dónde estarán todos esos años en que la Argentina pudo haber sido
una sociedad que viviera mucho mejor y los perdimos siendo sometidos por un
kirchnerismo que nos ofreció la colección de gente más detestable de los
últimos cuarenta años?
Te dijimos que
el rival de Sergio Massa no era Javier Milei, sino la realidad. Más allá de los
méritos que seguramente debe tener, Milei fue el canal que mejor expresó el
hartazgo de una forma de vivir tan decadente que a catorce millones y medio de
argentinos se les tornó ya
in-so-por-ta-ble. Especialmente a los jóvenes, que no están dispuestos a dejar
que su futuro se parezca a este presente.
El
kirchnerismo y lo que representa no está muerto. Quedará agazapado a la espera
de que Milei fracase como Macri. Que vuelvan o no dependerá de la gestión del
presidente Milei. A no apurarse que hoy todavía no somos mejores que ayer. Solo
estamos mucho más cansados.
Tras el
triunfo de Milei, en rigor de verdad tras la derrota de Cristina Kirchner y su
nuevo títere Sergio Massa, vimos gente contenta. No es para menos cuando las
urnas perpetran un acto de justicia con aquellos que padecen una soberbia
incurable como Cristina Kirchner, la caterva de dirigentes de su espacio, y
también la de sus votantes. Porque sería más fácil contar las arenas del
desierto que oírles aunque sea algo parecido a una autocrítica. Forjan, les
creen y votan a dirigentes que se hacen ricos a costa de un pueblo pobre y a
eso lo llaman peronismo. ¿Eso es peronismo?
Es un síntoma
de salud que la realidad haya influido en el voto a presidente. Ojalá se
repitan esos síntomas cuando haya que botar con “b” larga a esos intendentes y
gobernadores que continúan logrando vencer a la realidad.
Uno no sabe lo
que va a pasar. Pero sí sabemos lo que pasó en el balotaje.
Lo que nos
enseñó Abraham Lincoln cuando dijo que “Se puede engañar a todos durante algún
tiempo. También se puede engañar a algunos todo el tiempo. Pero no se puede
engañar a todos todo el tiempo”. El relato le puede ganar muchas batallas a la
realidad. Pero la realidad es la que gana la guerra.
Tenemos mucho
tiempo perdido.
Hay que ir a buscarlo. A ver si todavía anda
por ahí.
Y lo
encontramos.
Walter Anestiades
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