lunes, 8 de abril de 2024

    EL ESTADO PRESENTE…¿ADÓNDE?

 

     El problema del “ser” y el “deber ser” es tan antiguo como vigente y se verifica en muchos aspectos de las conductas privadas y sociales. La progresía vernácula, por ejemplo, tiene entre sus slogans favoritos el de un “Estado presente”. Pero fue precisamente nuestro autoproclamado progresismo el que generó un “Estado ausente”. Un Estado que se borró hace mucho de donde debería estar.

     Los defensores del Estado presente apoyan a los responsables de que eso no pase. El kirchnerismo, que se vende como “progre” y así es percibido por sus seguidores, gobernó dieciséis de los últimos veinte años. Tuvieron bastante tiempo para dejar un Estado presente. En vez de eso dejaron a la mitad del país en la pobreza, incluyendo a seis de cada diez menores de edad. Dirigentes millonarios que dejaron un pueblo pobre. Si el Estado debe proveer Salud, Seguridad, Educación y Justicia, ¿qué “Estado presente” dejaron?

     Por supuesto que aquellos que también gobernaron en las últimas décadas, y nada tienen que ver con el progresismo, tampoco le hicieron ningún bien al país.

     Tantos años de proclamar lo que debía hacerse pero que no se hizo, sin dudas fue un motivo sustantivo de la llegada al poder de Javier Milei, quién propone todo lo contrario.

     Milei ha expresado que el Estado “es una organización criminal” (?). Un disparate. En todo caso el Estado ha sido copado por seres detestables, pero el problema serían ellos y sus votantes, no el Estado. Los libertarios deberían contarnos en qué país del mundo viven sin Estado. Porque aquellos en donde la calidad de vida es óptima el Estado sí mete la nariz.

     Unos defienden un Estado presente pero dejaron un Estado corrupto. Y los otros están en contra de la existencia del Estado pero esa idea no se aplica en ninguna parte del planeta Tierra. Quizás en otros planetas del sistema solar se apliquen y con éxito. Pero en este no.

     O porque no pasa de ser un relato, o porque se piensa todo lo contrario, el Estado hace rato que se ausentó y dejó solos a los ciudadanos. Solos en la búsqueda de una educación de calidad. Solos ante una inseguridad que ni siquiera les permite caminar tranquilos por las calles. Solos cuando están enfermos. Solos y con sed de una justicia independiente del poder. Solos. Muy solos.

      Misiones y Oberá son un ejemplo preciso de cómo se “borra” el Estado comunal o  el provincial cuando está en manos de los Rovira, los Passalacqua, o los Hassan de la vida.

     Tipos como el barón de Montesquieu pensaron en un Estado con división de poderes y en poderes con pesos y contrapesos. En la Argentina de la posguerra Juan Domingo Perón, en un contexto planetario de expansión del “Estado de Bienestar”, incorporó  a los obreros a la clase media y el Estado tuvo mucho que ver en ese salto en la calidad de vida de los laburantes. Fue un hecho histórico que convirtió a Perón en Perón. Pero se entiende que hoy los tiempos son otros y se precisa hacer las cosas de un modo diferente.

     El presidente Milei haría bien en sacar de su cabeza la idea de que los peligros del darwinismo social son un berretín socialista. No se deja a la gente indefensa a la deriva. Como dijo Ernesto Sábato, “Libertad sin justicia social es una pseudo-libertad”.

      Sería estupendo que en el “país del bla, bla, bla”-que eso es hoy la Argentina-pudiéramos tener un gobierno que ofrezca gestión y no solo unas muy bien pensadas estrategias comunicacionales. Un Estado presente donde debe estar y ausente donde no debe meterse.

      Hace más o menos un siglo Miguel de Unamuno escribió que “Mal que pese a la razón, hay que pensar con la vida”.

     A ver si alguna vez, en vez de que nos cambien el relato, nos cambia la vida.

 

 

Walter Anestiades

                                                             

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