domingo, 30 de junio de 2024

 

         NO HAY PERONISMO SIN PERÓN

 

      Fue el sindicalista Augusto Timoteo Vandor el referente de los que, tras el golpe del 55 y las proscripciones, imaginaron “un peronismo sin Perón”. Pero con Perón en vida eso fue imposible. Y con Perón muerto, también.

     Casi todo lo malo que se puede decir de Perón es cierto. Y casi todo lo bueno que se puede decir de Perón también. Pero es Perón porque nunca antes y nunca después el poder, y después de él tampoco el peronismo en el poder, se ocupó tanto del gil que siempre paga el ajuste de las cuentas. Ese al que le canta Ricardo Iorio con “Hermética”: el gil trabajador.

     Perón se fue de este plano de existencia el lunes 1º de julio de 1974. Hace medio siglo. Cincuenta años. En esos días la pobreza estaba en un dígito y la desocupación no llegaba al 3%. No alcanza con que un país sea rico. La distribución del ingreso es clave. Pero ya pasó. Es un debate histórico y hoy es un anacronismo postular que deben enfrentarse las cuestiones del siglo XXI con lo que pudo haber funcionado en el siglo XX.

     Pero algunos, entre ellos nada menos que el presidente de la nación Javier Milei, añoran ya no el siglo XX sino el XIX. El presidente (que es un liberal, pero un liberal argentino que es otra cosa), les cuenta a los perezosos mentales el cuento corto (es imperioso que sea corto) de que la Argentina era el país más rico del mundo mientras funcionó el modelo agroexportador pero después llegó el populismo con Hipólito Irigoyen y con Juan Domingo Perón y el país se fundió. Como si sus rivales hubieran gobernado de un modo genial. Como si una sociedad formada por una elite que lo tenía todo y por un pueblo que no tenía nada (ni siquiera el voto), que era eso lo que había en la Argentina a la que vinieron nuestros abuelos, fuera una sociedad entrañable. Como si las dictaduras que los derrocaron no hubieran existido.

        Tras el derrocamiento de Irigoyen en el 30 (del que Perón fue parte como militar) llegó “la década infame” donde un matón asesinó al compañero de banca de un senador que denunciaba la corruptela gubernamental, en el propio edificio del Congreso. Donde la preocupación del poder era que no volviera “la chusma radical” y entonces hacían fraude en las elecciones. Y tras derrocar a Perón en el 55 la autodenominada “Revolución Libertadora”, sancionó el decreto-ley 4.161 por el que se prohibía nombrar a Perón, a Eva Duarte y hacer cualquier mención a la ideología peronista. El ministro del Interior era Carlos Alconada Aramburu, futuro ministro de Educación y Justicia de Arturo Illia y de Raúl Alfonsín. Fue en el gobierno de Illia, en 1964, cuando el Congreso derogó el vergonzoso decreto que estuvo vigente ocho años. En la Argentina de la “libertad” estaba prohibido nombrar personas. Esos son los días que hoy algunos reivindican.

     Muerto Perón jamás un gobierno peronista volvió a ocuparse tanto y tan bien del gil trabajador. Y los gobiernos no peronistas, menos. Pero repasemos a los “peronistas”.

    -Isabel Perón, su viuda, incapaz de ocupar el cargo en el que la puso su marido, hizo desastres. En su gobierno ocurrió el tristemente célebre “Rodrigazo”, cuando el ministro de Economía Celestino Rodrigo-en nombre del ajuste-devaluó fuerte el peso y aumentó las tarifas de los servicios públicos, transfiriendo recursos a los sectores agroexportadores, logando un aumento de la desocupación y de la pobreza que se hicieron evidentes. Después la dictadura militar perpetró un apocalipsis.

    -Carlos Saúl Menem fue el primer presidente peronista electo de la recuperada democracia. Gobernó durante más de una década. Con su ministro de Economía Domingo Cavallo aplicaron el “uno a uno”, ergo un peso igual a un dólar, y controlaron la inflación (algo fundamental) cuando se venía de la híper que dejó Alfonsín. Pero no alcanzó. En 1999, al terminar su segundo mandato, dejó un 27% de pobreza, la desigualdad social agrandada y un desempleo monumental. Además de una corrupción alevosa y efectos nefastos en el sistema educativo de la mano de la Ley Federal de Educación y la ministra Susana Decibe.

     -Eduardo Duhalde gobernó un año y medio, tras la crisis bisagra de 2001 que dejó el desastroso gobierno del radical Fernando De la Rúa. Fue electo presidente no por votos sino por la Asamblea Legislativa. Duhalde y su ministro Jorge Remes Lenicov salieron de la Convertibilidad, devaluaron el peso, a los que tenían dólares en los bancos les devolvieron pesos (a pesar de la inolvidable promesa de Duhalde) y la pobreza saltó al 55%.

    -Néstor Kirchner y Cristina Kirchner gobernaron dieciseis años, entre 2003 y 2015, y entre 2015 y 2019, con Néstor ya fallecido pero Cristina designando por Twitter a su títere Alberto Fernández. Néstor, que no tuvo que devaluar porque ya lo había hecho su mentor Duhalde y con los dólares de la exportación de soja en alza, pudo dedicarse a hacer “caja”. La pobreza bajó unos veinte puntos, se impulsó el consumo, pero el dinero del superávit fiscal, que fue mucho y debió usarse para el desarrollo de la economía, no se sabe adónde fue a parar. Hay indicios: sus dos secretarios murieron millonarios, su chofer quiso comprar Telefé y su jardinero se hizo rico. Además de los bolsos de López (el que manejaba la obra pública en el país), Lázaro Báez y etcétera, etcétera, etcétera. Con Cristina se terminó el superávit fiscal y la soberanía energética. Y desde 2012, el primer año de su segundo gobierno, la economía no creció nunca más. Y encima intervino el INDEC-vía Guillermo Moreno-para que no se conozcan los datos de la inflación y de la pobreza. ¡Mamita!

     -Tras el fracaso de Mauricio Macri (que dejó un aumento colosal del endeudamiento externo). Alberto Fernández como presidente, Cristina Kirchner como vice y Sergio Massa como ministro de Economía y fallido candidato a presidente, protagonizaron un gobierno que fue una calamidad pública. Y provocaron el suficiente espanto como para crear a un Milei. Que les sirvió para eclipsar a Juntos por el Cambio (el enemigo al que Cristina temía). Pero la criatura les creció demasiado.

     No solo se trata de gobiernos peronistas nacionales. Quién pudo recorrer el país y adentrarse en la Catamarca de los Saadi, el San Luis de los Rodríguez Saa, la Tucumán de Alperovich, la Santa Cruz de los Kirchner, la Formosa de Insfrán, el Chaco de Capitanich, el Santiago de los Zamora, la Misiones de Rovira y ese Far West que es el conurbano bonaerense, habrá visto lo mismo: feudos, atraso, marginalidad, inseguridad, droga, propaganda vendida como información, bajo nivel educativo, más clientes que ciudadanos y dirigentes y sindicalistas ricos de un pueblo trabajador pobre.

     ¿Qué tiene que ver ese “peronismo” con el de Perón?

     Perón se fue hace demasiado y tiene bien ganado su lugar en la historia. Lo que quedó, ese “recuerdo que trae votos”, como dice Julio Bárbaro, es impresentable y ha hecho mucho daño. Aunque no se quieran hacer cargo.

     La Argentina que banca a Milei porque enfrente hay un abismo, ¿será capaz de generar algo que se pueda votar? ¿O será Milei un mejor presidente de lo que viene siendo en estos pocos meses de gestión?

      Ojalá. Pero no lo sabemos.

      Lo que sí sabemos es que ese “peronismo sin Perón” que Vandor imaginó con el general vivo pero exiliado en España no fue posible.

     Y sabemos por Menem, Duhalde, los Kirchner, Alberto y los señores feudales del conurbano, de las provincias y de los municipios, que el peronismo sin Perón, con el general desaparecido, tampoco es posible.

     “El justicialismo no es un hombre, es una doctrina”, dijo Perón.

      Pero ya se fue el hombre.

      Y también se fue la doctrina.

 

 

  Walter Anestiades

    

    

lunes, 24 de junio de 2024

 

      NO DESTRUYAS LO QUE NO ENTENDÉS

 


     ¿Oíste hablar de la llamada “Valla de Chesterton”? Tiene que ver con una regla que dice: “No destruyas lo que no entendés”. El presidente Javier Milei cree dogmáticamente en la autorregulación de los mercados. Pues el mercado de producción de la yerba mate no se autorregula. El presidente debería probar con leer a Chesterton. No solo porque leerlo es un placer. Quizás lo ayudaría a gobernar mejor.

     Los textos de nuestro amigo Gilbert Keith Chesterton son de lo más sobresaliente que ofrece el universo de la literatura. Por cierto que la saga del padre Brown (un cura que además es detective) o “El hombre que fue jueves” se nos antojan mucho más divertidos que pasarse horas poniendo likes. Pero cada loco con su tema, canta Serrat. Lo concreto es que este escritor y filósofo inglés que vivió entre 1874 y 1936, ideó e ilustró esta idea que sugiere que nunca se debe destruir algo, cambiar una regla o alterar una tradición si primero no se entiende porque se creó.

     En el año 2001 los pequeños y medianos productores y trabajadores rurales de Misiones realizaron un histórico “tractorazo” en la Plaza 9 de Julio de Posadas. En esos días se habían disuelto la Comisión Reguladora de la Yerba Mate y el Mercado Consignatario Nacional de la Yerba Mate Canchada. Los grandes productores dueños de muchas hectáreas de tierra no tenían problemas. Nunca tienen problemas. Pero el resto sí. Tras varios días de protesta consiguieron que en febrero de 2002 el parlamento nacional sancionara la ley 25.564 que creó el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM).

     El INYM fue creado para discutir entre todos los eslabones de la producción y ponerle valor a la materia prima de la yerba mate elaborada, pero no siempre lo hace. Generalmente sus directores no se ponen de acuerdo y el precio lo termina laudando el estado nacional. También es cierto que la labor turística de algunos muchachos que están ahí para otra cosa deber ser revisada. Pero, como sea, el INYM pone un modesto coto a los caprichos de los grandes industriales.

     Desregular el mercado de la yerba mate en la Argentina es someter a los pequeños y medianos productores a los rigores del “darwinismo social”, ergo, donde sobrevive el más apto. Ergo, el que tiene más tierras y más plata. Pregunta: ¿qué hacemos con los otros?

     La Argentina debe ser un país capitalista que crea en la libertad de mercado. Lo contrario fracasó alevosamente. Pero no puede ser un país dominado por fanáticos que tuitean como si supieran sobre trabajos de la vida real de los que ignoran bastante.

     El INYM, con tanto a corregir, está ahí para algo. No se debe destruir lo que no se entiende, nos diría Chesterton.

     “El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas”, es algo que nos diría de vuelta Chesterton.

     Sí. El presidente debería leer a Chesterton.

 

Walter Anestiades

    

lunes, 17 de junio de 2024

 

                       EMPEORANDO…

 


     Ningún bien nacido puede soslayar la gravedad de que le quemen el móvil a un periodista que cubría una protesta. Lo hicieron los mismos sectores que en 2017 atacaron al Congreso con piedras y bengalas. ¿Ésos son los modos de protestar que les encantan a algunos políticos, sindicalistas, periodistas y a los que la van de defensores del pueblo? A diferencia de algunos vinos, el progresismo argentino, con el paso del tiempo, empeora.

     El miércoles 12 de junio el senado trató la Ley Bases promovida por el presidente Javier Milei. Un grupo de manifestantes no tuvo mejor idea, para defender los intereses de los trabajadores frente a tanto gorilaje y tanta derecha vendepatria, que ir contra un periodista que cubría la protesta, sacarlo del auto, darle vuelta el auto y prendérselo fuego. Es lo que le hicieron a Orlando Morales, corresponsal en Buenos Aires de Cadena 3, una histórica cadena de radios cordobesa. ¿Morales no es un laburante? ¿Qué es?

     El jueves 14 de diciembre de 2017 la cámara de diputados trató un proyecto de  reforma del cálculo para aumentar los haberes jubilatorios, promovido por el entonces presidente Mauricio Macri. Afuera del Congreso, los manifestantes también, para defender a los pobres viejitos, tiraron toneladas de piedras y hasta uno de ellos le tiró una bengala a la policía. Se trató del militante de izquierda Sebastián Romero, conocido desde entonces como “el gordo del mortero”.

    Que el peronismo y el sindicalismo están plagados de barrabravas y patoteros ya lo sabemos. Que la izquierda trotskista vive del quilombo también lo sabemos. Que hay demasiado periodista, docente y artista militante bancando cualquier porquería perpetrada en contra de los gobiernos que detestan, aunque sean gobiernos elegidos por ese pueblo con el que se llenan la boca, también lo sabemos. Lo que no sabemos es por qué esta gente nunca pero nunca mejora.

     En una democracia respetar el derecho al pataleo es fundamental. ¿No les da la cabeza para patalear de un modo más inteligente?

     Se ve que no. Porque el discurso es siempre el mismo discurso berreta. Hablan de represión. Pregunta: si alguien le tira bengalas a los trabajadores policías o le quema un auto a un trabajador periodista, ¿habría que darle una medalla y felicitarlo?

     Ya se ha hablado y escrito mucho acerca de lo determinante que fue el hartazgo de todo lo vivido para que nazca un Milei.

     Don Leopoldo Marechal decía que “De los laberintos se sale por arriba”. ¿Qué quería decir con eso? Quería decir que no se puede resolver un problema desde el mismo nivel de conciencia desde el cual se creó. Hay que cambiar el enfoque del análisis. Hay que cambiar la cabeza. Los que enfrentan a Milei deberían cambiar la cabeza y mejorar.

     Pero pasa el tiempo y no mejoran.

     Empeoran…

 

 

Walter Anestiades

    

    

    

    

domingo, 9 de junio de 2024

 

SEIS MESES DE GUATEMALA

Y VEINTE AÑOS DE GUATEPEOR

 


     El escritor Chesterton decía que lo malo de cuando la gente ya no cree en nada es que termina creyendo en cualquier cosa. El presidente Javier Milei cumple seis meses en el cargo aplicando un ajuste brutal que no está pagando ninguna casta sino, como siempre, los jubilados y la clase media. Pero aprovecha que tiene, como ningún otro, todo el pasado de su parte. Dios no permita que después de las calamidades que hicieron descreer de todo, Milei termine siendo cualquier cosa.

      Gilbert Keith Chesterton, creador del Padre Brown (sacerdote y detective), fue un converso al catolicismo y en rigor de verdad dijo que “Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en todo.”

     Después de una década de corruptela menemista y dos de putrefacción kirchnerista (incluyendo esa calamidad pública que fue el gobierno de Alberto Fernández), y en el medio cuatro años de fracaso macrista, gran parte del pueblo argentino no dejó de creer en todo sino que se dispuso a creer en lo que fuera. No le quedó otra. Y lo que vino, con un packaging novedoso, fue el libertario Javier Milei. Entronizado por los mass-media, pasó meteóricamente de opinar café de por medio en la tv, a arrasar en las elecciones y gestionar con el bastón de mando en la Casa Rosada.

     En seis meses Milei hizo esto:

-Bajó la inflación a niveles de un dígito. Pero a costa de una recesión impresionante. Echó a estatales que debía echar. Echó a estatales que no debía echar. Criticó e insultó a quiénes se lo merecen. Criticó e insultó a quiénes no se lo merecen. Viajó mucho fuera del país. Viajó poco por el país. Licuó los haberes jubilatorios. Ahora pretenden que cobren un poco más los que siempre gobernaron licuando los haberes jubilatorios. Bajó el Blue. Subió el Blue. Quitó subsidios a las tarifas de luz. Las tarifas de luz se hicieron impagables.  Hizo cosas que debe hacer. No hizo cosas que debería hacer. Y no le dan la Ley Bases para que pueda hacer cosas que debe hacer. Vive con la palabra “libertad” en la boca. Pero él y sus trolls atacan a quiénes abren la boca para criticarlo. Dijo que es un “Terminator” que vino del futuro a terminar con el socialismo. No se puede creer que haya dicho que es un “Terminator” que vino del futuro a terminar con el socialismo.

     Seis meses es poco tiempo para sentenciar su gestión. Que debe durar cuatro años. Aunque algunos canallas sueñen con menos.

     Algo positivo: con Milei en el gobierno le volvió la sensibilidad social a mucha gente que hacía como cuatro años que la había perdido

    En campaña se esmeró en explicar sus ideas anarco-capitalistas. No mintió. Pero dijo que el ajuste, esta vez, lo pagaba la casta política. Cristina, Alberto, Massa y los “gordos” de la CGT, entre otros, se revuelcan de la risa.

     A veces parece claro el rumbo. A veces parece que improvisa sobre la marcha.

     Los días por venir nos dirán si Javier Milei les da la razón a los que creen en él.

     O si termina siendo cualquier cosa.

 

Walter Anestiades  

viernes, 7 de junio de 2024

 

                         TÉ DE TÍAS   


                    

      “Una noticia es aquello que alguien no quiere que se publique. El resto son relaciones públicas”. Esa definición nos puede ayudar a pensar ¿qué es? ser un periodista en la Misiones feudal. Un periodista es aquél que muestra por televisión, que dice en la radio o que escribe en un diario impreso o digital, o en sus redes sociales, aquello que Carlos Rovira o el alcalde de su municipio no quiere ver, ni oír, ni leer. El resto son aduladores a sueldo.

     Esa definición de noticia es atribuida al escritor George Orwell, aquél de “1984”. Pero no es de él. Parece que un periodista de Chicago dijo algo parecido hace un siglo. O puede que sea anónima. O un pastiche.

     Pero que bien separa la paja del trigo, ¿no?

     Los últimos comicios misioneros, hace un año, expusieron al periodismo local de un modo definitivo. Hicieron lo que hacen todos los días del año, desde hace veinte, pero de un modo aún más patético. Por una miserable pauta.

     Hablaron de los oficialistas de modo acrítico. Pusieron los micrófonos a disposición para que cada poeta diga su verso. Filmaron caminatas de esos candidatos-algunos funcionarios desde hace rato-por los postergados barrios como si estuvieran documentando una epopeya. Haciendo reportajes que parecían un “té de tías” como calificó el periodista Jaime Bayly.

     Nada de investigación. Nada de preguntas incisivas. Nada de repreguntas. Nada de mostrar las miserias y la falta de agua potable, luz o cloacas de los que viven en el siglo XIX aunque tengan teléfonos del siglo XXI.

      Con la reciente protesta policial y la llegada de medios nacionales todo el país pudo ver la calaña de inútiles ausentes y patoteros presentes que manejan Misiones.

     Arrastrarse como un gusano a cambio de un poco de pauta oficial. ¿Les pedirán tanto?

     Todo en un panorama global poco amable con la profesión. Las audiencias no distinguen a un periodista profesional de un mensajito por whatsApp. Deberían hacerle control de calidad a lo que leen o escuchan. No lo hacen.

     Dicen por ahí que el avance de las nuevas tecnologías hizo que hoy todo se sepa y que los gobiernos ya no nos pueden ocultar nada.

     ¡Mentira!

     En la Misiones de 2024 un periodista es aquél que muestra, dice o escribe algo que cada capanga renovador nunca quisiera ver, ni oír, ni leer. ¿Queda gente que hace eso? Queda. Pocos. Cada vez menos. Pero quedan. Y eso es un periodista. Los que dan noticias.

     ¿Y los otros qué dan?

      Los otros dan asco.

   


Walter Anestiades

-Imagen: pintura de Albert Lynch, pintor peruano-álemán (1851-1912)

 

 

 

 

domingo, 2 de junio de 2024

 

    PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO

 

     El mediático psicoanalista Gabriel Rolón sostiene que la protesta es diferente de la queja porque quién protesta busca un cambio pero quién se queja no. Quiénes asociaron la reciente queja pasajera de los policías con la antigua protesta de los docentes íntegros ahora están decepcionados porque nunca entenderán mayo de 2024 sin recordar mayo de 2023.

     El estado rovirista se construyó a favor de que en Misiones todo tenga precio. Incluso el voto. Los últimos veinte años son muy ricos en nombres y en instituciones que se alinearon al poder por lo que nos enseñó Francisco de Quevedo en su poema cuando dice: “Pero, pues da al bajo silla y al cobarde hace guerrero, poderoso caballero es don Dinero”.

      Después de dos décadas queda muy poca oposición y casi nada de periodismo. Y las elecciones las gana el que tiene más “caja” y recursos. Que siempre es el oficialismo. Lo saben bien los candidatos que en ese escenario de “cancha inclinada” patean las calles para llevarles ideas a electores que les piden cosas más tangibles como un puestito en algún lugar del estado local, mercadería, o, directamente, cash. El estado rovirista compra todo lo que está en venta. Y lo compra cada vez más barato. En los comicios intermedios o nacionales, donde los alcaldes no arriesgan nada, la renovación perdió varias elecciones. Pero cuando se trata de elegir a quién detentará el poder territorial, la oposición no compite. Solo participa.

      En Misiones hay gente digna que no tiene precio. Pero deben asumir que son menos porque así lo dice el cuarto oscuro. En términos de Rolón, protestan pocos y se quejan muchos.

     Quedará en cada uno saber cómo lidiar con su lucha en un lugar en el que proponer cambiar no es un imán sino un repelente. Y a no embrollarse con que la sociedad misionera votó a Milei para que cambie el país “por allá”, porque es la misma que votó a los títeres de Rovira para que no cambie nada “por acá”.Mientras el estado rovirista pueda seguir bancando económicamente la dependencia que creó, la renovación no correrá riesgos.

      La repulsiva postal de los lacayos recitándole sus odas al amo en las puertas del parlamento provincial es solo más de lo mismo.

     Hace unos cuatro siglos y medio un joven filósofo francés, Étienne de La Boétie, escribió el “Discurso sobre la servidumbre voluntaria”, donde se pregunta ¿cómo puede ser que “tantos hombres, tantos pueblos, tantas ciudades, tantas naciones soporten a veces a un tirano, que sólo tiene el poder que le dan?”

     En el estado rovirista la respuesta viene en un poema de Quevedo.

    “Poderoso caballero, es don Dinero”.

 

Walter Anestiades

-Foto: revista Códigos