lunes, 23 de septiembre de 2024

 

DE ARRUINAR EL PAÍS A ESTROPEAR A BOCA

 

     “El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes” dijo Jorge Valdano y la política siempre lo supo. Por eso, tras una campaña meteórica y con una estrategia comunicacional brillante, el 17 de diciembre de 2023 el peronismo del conurbano bonaerense, tras perder el sillón de presidente del país ante un panelista de televisión, puso todo para quedarse, y se quedó, con el otro sillón más importante del país: el de presidente de Boca.

     Ser presidente de Boca Juniors, el club más grande de la Argentina y uno de los más importantes del planeta fútbol, es ocupar un lugar de poder descomunal. Lo supo bien el empresario  Mauricio Macri, que de ahí pasó a gobernar la Capital Federal y el país. Hay que decir que Macri fue un funesto presidente argentino, un correcto jefe de gobierno porteño y un estupendo presidente de Boca.

     Macri fue el presidente más exitoso de la historia futbolera de Boca al lograr en algo más de una década, entre 1996 y 2007, 16 títulos oficiales que se desglosan en 6 ligas locales y 10 copas internacionales incluyendo 4 copas Libertadores y 2 Intercontinentales ganadas al Milan y al Real Madrid. Aquél 2-1 en Japón al Madrid e “Los galácticos” fue la final más importante de la historia de Boca, aunque el fenomenal aparato de propaganda de River Plate se esfuerce en meter en las mentes de los hinchas más juveniles que ese lugar lo ocupa la final de Madrid que ganaron ellos. No.

     Pero en diciembre de 2023 Macri ya llevaba más de tres lustros sin manejar directamente Brandsen 805 y sus alrededores. Su lacayo Daniel Angelici fue un presidente de Boca al que el ciclo de Marcelo Gallardo en River dejó en ridículo. Y él mismo, Macri, tuvo un paso por la presidencia de la nación que resultó tan decepcionante que revivió al kirchnerismo. Cuando cuatro años después esa calamidad pública que fue el gobierno de Alberto Fernández le dio otra chance electoral a la oposición, el canal de la bronca fue un Javier Milei que llegó mucho más lejos de lo que el mismo peronismo había proyectado para él.

     Fue entonces que el peronismo, que desde la muerte de su fundador dejó su rol transformador para ser el mejor garante del statu quo, buscó un refugio: habiendo retenido la provincia de Buenos Aires se metió en Boca de la mano del ídolo xeneize más grande de la historia moderna: Juan Román Riquelme.

     La campaña fue intensa y bien planificada. Macri no tuvo tiempo ni de reaccionar. Mientras él hacía denuncias sobre los manejos institucionales del club, el AMBA (que de ahí son los socios que van y votan) se llenaba de propaganda antimacrista dirigida a un público que tenía más presente Madrid y la deuda con el FMI que los días felices de Carlos Bianchi y Martín Palermo. Mientras Macri hablaba en la televisión que miraban los padres, los hijos veían a Riquelme en “El loco y el cuerdo”, un popular programa de streaming conducido por el periodista Flavio Azzaro y el expresidente de Independiente Andrés Ducatenzeiler (hoy un youtuber apodado “Duka”). Suponemos que cada vez que Riquelme va a visitarlos debe llevar dos pares de medias para poder cambiárselas  porque el par con el que llega le deben quedar empapadas…

     Esa elección a presidente de Boca fue un hito: votaron 46.402 socios, la mayor concurrencia de la historia. Hubo 30.318 votos para Riquelme y 15.949 para la fórmula Andrés Ibarra-Mauricio Macri. Una paliza. Y, para mayor hito, fue a votar el flamante presidente de la nación Javier Milei. ¿Más ligazón entre fútbol y política? Imposible.

    Y así Riquelme se alió con los que arruinaron al país para ganar en Boca. Y así le va a Boca.

     En rigor de verdad Riquelme viene manejando todo desde el 8 de diciembre de 2019, cuando fue electo vicepresidente de un Jorge Amor Ameal que, al igual que un jarrón chino que tengo en mi casa, está de adorno.

    En lo futbolístico Boca ha tenido, en cinco años, cinco entrenadores: Miguel Ángel Russo (último campeón de la Libertadores en 2007 con Macri en la presidencia y Riquelme en la cancha, que fue la mejor combinación), Sebastián Battaglia, Hugo Benjamín Ibarra, Jorge Almirón y Diego Martínez (más un breve interinato de Mariano Herrón). El club disputó 21 competencias oficiales:

-5 ligas (con una aún en disputa y Boca en mitad de tabla)

-11 copas nacionales (1 Copa Maradona, 3 Copas de la Liga, 1 Trofeo de Campeones, 1 Súpercopa Internacional, 1 Súpercopa Argentina y 4 Copas Argentinas con la actual aún en disputa con Boca en cuartos de final)

-5 copas internacionales (4 Libertadores y 1 Sudamericana). En todas Boca fue eliminado por equipos brasileños: Libertadores 2020 en semifinales por el Santos, siendo goleado 3-0 en Brasil. 2021 en octavos de final por Atlético Mineiro, perdiendo por penales en Brasil. 2022 en octavos de final por Corinthians, perdiendo por penales en Brasil. 2023, perdiendo la final con Fluminense 2-1 en el alargue en Brasil. Y en la Sudamericana 2024 en octavos de final por Cruzeiro, perdiendo por penales en Brasil.

-De esas 21 competencias (19 ya finalizadas) Boca fue campeón en 6, todas locales:

-Campeonato de Primera División “Superliga 2019/2020”

-Copa Diego Armando Maradona 2020

-Copa Argentina 2020/2021

-Copa de la Liga Profesional 2022

-Campeonato de Primera División 2022

-Súpercopa Argentina 2022 (jugada en 2023)

-Boca continúa con su sequía de copas internacionales. La última fue la Recopa Sudamericana 2008, dirigido por Carlos Ischia. Y la última Libertadores fue hace 17 años, en 2007. Cuando Riquelme no dirigía al club decía que "Ganar la Copa Libertadores vale como 10 campeonatos argentinos”. Bueno, con él dirigiéndolo Boca no ganó ninguna. La edición actual ni siquiera la juega. Y la del año que viene se verá (deberá ser campeón de la liga o terminar entre los tres primeros o ser campeón de la Copa Argentina). En el plano internacional Boca se clasificó al Mundial de Clubes 2025.

-En el último lustro Boca jugó 39 clásicos contra los otros 4 “grandes”, River, Independiente, Racing y San Lorenzo, con saldo negativo: ganó 10, perdió 13 y empató 16. Logró solo el 39% de los puntos. El desglose:

-vs River: jugó 12, ganó 3, perdió 4 y empató 5 (lo eliminó 3 veces en copas nacionales, 2 por penales y una ganándole 3-2 en Córdoba)

-vs Independiente: jugó 7, ganó 2, perdió 1 y empató 4

-vs Racing: jugó 14, ganó 3, perdió 5 y empató 6 (Boca lo eliminó 3 veces: 2 de la Copa Libertadores y 1 en una copa nacional. Y Racing también lo eliminó 3 veces le ganó 2 finales y lo eliminó de 1 copa nacional)

-vs San Lorenzo: jugó 6, ganó 2, perdió 3 y empató 1

-De visitante el palmarés empeora: jugó 17 veces en las canchas de sus rivales y solo ganó 3 (2 en Independiente y 1 en River). Perdió 8 y empató 6. Logró apenas el 29% de los puntos.

     En lo institucional el club ha sido noticia por hechos indeseables, especialmente uno:

-en julio Jorge Martínez, exjugador del club y entrenador del equipo femenino de fútbol, fue condenado a un año de prisión en suspenso, una orden de restricción de acercamiento, tres años de tareas comunitarias e inscripción en el banco genético de abusadores por abuso sexual simple contra la jefa de prensa del fútbol femenino Florencia Marco. Además se abrió una causa que investiga a los integrantes del Consejo de Fútbol, Jorge Bermúdez y Marcelo Delgado, por falso testimonio.

     También en julio hubo una falla administrativa ridícula: los cuatro jugadores traídos como refuerzos no pudieron ser inscriptos en la lista enviada a la CONMEBOL para jugar el repechaje de la Sudamericana porque mandaron a destiempo a Asunción del Paraguay el e-mail con la documentación (en la actualidad en Paraguay el huso horario es una hora anterior al de Argentina). Eso pasó en el club de fútbol que genera “el movimiento popular más grande del mundo”.

     Destacar lo que Juan Román Riquelme significó como jugador para Boca-y para el fútbol en general-es redundante. La sola expresión de su nombre invita a la nostalgia de recordar sus pases, sus tacos, sus gambetas, sus tiros libres, sus pisadas, sus goles y sus copas levantadas. Pero en el mundo del fútbol sobran los ejemplos que demuestran que haber jugado fenómeno al fútbol en un club no garantiza  manejarlo fenómeno después como dirigente (preguntar en River por Passarella).

     No se puede dudar de la honestidad de Riquelme ni de su amor por Boca. Pero eligiendo entrenadores y refuerzos (refuerzos que deberían elegir los entrenadores y no él) es peor que mi hermana eligiendo marido. Aquél primer equipo dirigido por Russo, el del comienzo de 2020, jugaba bien. Completó la tarea saliendo campeón al ganarle al Gimnasia de Maradona con un golazo de Tévez en La Boca. Después nunca volvió a jugar bien sostenidamente, incluso siendo campeón. Ni con Battaglia ni con Ibarra (que hicieron algo parecido a una pasantía). Ni con Almirón (que se mantuvo en el cargo por los penales que el misionero Sergio Romero atajaba en la copa). Y menos aún con Diego Martínez, quién pareció poder plasmar una idea de juego en algunos partidos del primer semestre pero solo pareció y el funcionamiento declinó tanto que ver jugar a Boca hoy hace mal a la salud. Es un equipo endeble, inofensivo, que no sabe distinguir el enojo de la firmeza, que se mete solito en problemas y con rendimientos individuales impresentables. Ganarle a éste Boca de Martínez es más fácil que la tabla del dos.

     Pero ahora Riquelme no es solo el presidente de Boca. Es también el garante del refugio de un espacio político que, en nombre de Perón, hizo añicos el legado de Perón. Por eso sostenerlo excede los avatares deportivos de Boca. Es una imperiosa necesidad política. Y eso no es bueno. No es bueno para Boca.

     Lo que tampoco es bueno para Boca, y es además inaceptable, es la irrupción de una camada de hinchas que quieren más a Riquelme que a Boca. Nadie está por encima del club y hay que ser un estúpido para creer lo contrario. Es enfermizo. Es i-n-a-c-e-p-t-a-b-l-e.

     La batalla política y económica con Milei (y su aliado Macri) no es una lucha de buenos contra malos sino de intereses. La plantean como “la libertad de ser una sociedad anónima deportiva” vs “el club es de los socios”. Es más complejo que eso. Se verá qué pasa. Pero, en el mientras tanto y por ser Boca, el “Sportivo ganar siempre” como lo definió Juan Carlos Lorenzo, una crisis futbolera como la actual podría derivar en cualquier cosa. Y la política sabe que es cierto eso que Valdano piensa del fútbol.

         Que, de lo menos importante, es lo más importante.

 

Walter Anestiades

 

 

 

 

 

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