PEGAR DONDE NO DUELE
Un recorrido
por las redes sociales muestra que la ley de ciber-mordaza le está dando
resultado al estado rovirista. Si la directiva del conde León Tolstoi era
“Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, es notorio el incremento de misioneros que
se refugian en pintar el mundo por Facebook, Twitter o whatsApp para poder
“borrarse” del pequeño conjunto de desobedientes que siguen pintando su aldea.
Carlos Rovira hace lo que quiere porque
puede. Y no debería poder hacer lo que quiere.
El último Premio Nobel de Economía se lo
llevó un trío que se esmeró en demostrar el vínculo ineludible que hay entre el
desarrollo económico y la calidad de las instituciones. Pero anda a explicarle
eso a un energúmeno que cada cuatro años pone a su voto en venta, alquiler o
permuta.
Pululan los portales que informan sobre
noticias policiales locales. Lo que sirve como un estupendo refugio para audiencias
pusilánimes que así pueden despotricar contra “la policía”, un concepto en
abstracto, evitando tener que acompañar la queja de los nombres propios de
intendentes, concejales, ministros, diputados y gobernadores. Los delitos
parecen ocurrir en sitios donde el gobierno comunal y el provincial nada tienen
que ver y el único responsable es el comisario. Algo también muy conveniente
para los periodistas porque la pauta
publicitaria la pone el gobierno, no la policía.
Muchos se la pasan escribiendo en las redes
sociales sobre la política nacional porque el presidente Milei está a mil kilómetros.
También conviene revisar cuántos usuarios de Facebook que viven en Misiones
restringieron su perfil desde que salió la ley. Y wasapear sobre cualquier
banalidad, evitando meter la nariz en un asunto que amerite criticar a un funcionario,
es el recreo de varios.
Estas formas de la autocensura, que ya
tenían lugar desde hace rato en el mundo real, ahora cobraron fuerza en el
mundo digital.
Bastaron diez meses para hacer trizas las
ilusiones de aquellos que pensaron que el credo libertario sería un exorcismo
contra el feudo renovador. La mímesis libertaria-feudal, un oxímoron patético
que surgió de abajo hacia arriba y no al revés, es innegable.
No hay escapatoria para los no valientes.
Opositores, dirigentes, periodistas y
habitantes en general, saben que el mensaje que baja el poder es claro: para
evitarse problemas lo mejor es pegar donde no duele.
En los territorios feudales, como la
Misiones de Rovira, ser oficialista no es una postura política. Es una actitud
de vida.
Si es que a eso, se le puede llamar vida.
Walter
Anestiades
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