LOS CONFABULADOS
Desde que la
renovación llegó al poder en Oberá, en diciembre de 2003, la actitud general de
los otros partidos políticos y del periodismo hacia los alcaldes Rindfleisch,
Fernández y Hassan ha sido la de no molestar o pegar donde no duele. De ahí que
las excepciones resalten tanto. Dicen que el sabio Confucio sentenció:” Si ya
sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estas peor que antes”. Hay
una red de complicidades responsable de dejar hacer a un oficialismo lamentable
que dejó a Oberá peor que antes.
En tiempos de “Tito” Rindfleisch el
peronismo (que aún no había sido cooptado ni por el kirchnerismo ni por Rovira)
abría la boca para hablar de las macanas (digámosle así) del alcalde renovador.
Eran los días de Norma Prevosti y “Cacho” Nilsson concejales. El radicalismo
nunca olvidó el pasado correligionario de Rindfleisch y no se le animó.
Cuando llegó el tiempo del doc Carlos
Fernández la política obereña había sucumbido a la hegemonía rovirista y los
comicios quedaron reducidos a una interna renovadora. Hacia 2015, de la mano
del ascenso a la presidencia de Mauricio Macri, empezó a tallar un nuevo jugador
que fue el PRO. Pero ni el PRO en soledad ni la posterior alianza con la UCR (solo en la boleta), tuvieron la fuerza
electoral suficiente (y algunos tampoco las ganas) para arrebatarle la intendencia a los renovadores.
Hoy son tiempos violetas, tiempos de
Javier Milei y sus libertarios que han urdido una alianza parlamentaria
nacional que en Misiones se traduce en competir para cargos nacionales pero
participar para cargos locales. Excepto que en 2027 los intereses de Milei se
crucen con los de Rovira, la reelección del alcalde Pablo Hassan dependerá de su determinación o de algún renovador que le dispute la interna.
Oberá vive, como otras partes de la
Argentina, un fenómeno insoslayable: sus habitantes votan pidiendo que el país
cambie pero votan pidiendo que su ciudad y su provincia se queden igual. Hay mucho elector que
come del estado rovirista y vota por el statu quo en la municipalidad y en la
CELO. Y cuando vota cargos nacionales se acuerda de lo que dice Milei. Eso
de que el estado es un demonio.
El actual terceto de concejales del PRO
viene haciendo una tarea estupenda de contralor y de objeción. Pero la sociedad libertaria-feudal los
desdeña. Y las luces del PRO, en todo el país, se van apagando.
La pauta oficial fue mutando de jugosa a
modesta pero la prensa local nunca fue pretenciosa. Con la excepción de Tony
Lindstrom, faro mediático en tiempos analógicos y hoy devenido en funcionario de
segundo orden. En la era digital Daniel Villamea asoma como el “Tony de
Hassan”, pero con un perfil más libre y creativo.
Así, con una mayoría de votantes de
tendencia libertaria-feudal, con cúpulas directivas que no le hacen asco a
ninguna “rosca” con el oficialismo, con tantos periodistas domesticados, y con una sociedad incapaz de reaccionar, Oberá
sufre la desgracia de ser administrada por ineptos que no dan la talla.
Hay mucho dirigente, periodista y ciudadano
de toda clase, que ya saben lo que tienen que hacer. Pero no lo hacen. Están
confabulados para no molestar. Y nada indica que eso vaya a cambiar de acá a un
rato largo.
Por eso no importa cuando leas esto.
Oberá está peor que antes.
Walter
Anestiades



