sábado, 15 de noviembre de 2025

 

¿SE PUEDE SACAR A LOS SOCIOS DE LA

  CELO  DE SU ESTADO CATATÓNICO?

 

     “Hasta lo inesperado acaba en costumbre cuando se ha aprendido a soportar”, escribe Julio Cortázar en su libro de cuentos “Todos los fuegos el fuego”. Solo uno de cada diez socios de la Cooperativa Eléctrica Limitada de Oberá concurre a votar a sus delegados que después eligen a los consejeros que la administran. Ergo, los otros nueve aprendieron a soportar. Y, como en la catatonia, reaccionan poco y nada a su entorno de cortes de luz y de agua.

     En el top five del “excusómetro” (en las últimas elecciones distritales no votaron 27.366  socios de los 30.238 habilitados) aparece la desmotivación generada por la falta de dirigentes íntegros que enfrenten al oficialismo. Pero en Oberá, más allá de que sobran los pseudo-opositores, un dirigente íntegro que enfrente al oficialismo casi no tiene a quién dirigir.

     En las últimas elecciones de octubre hubo un intento de justificación que se tornó popular en las redes sociales: los socios escribían en los portales de noticias digitales que “no se habían enterado” de que había elecciones. Gente que está todo el día con el teléfono en la mano y opinando de lo que sea en las redes escribió que no se había anoticiado del comicio en los portales de noticias que informaron del comicio y que ellos, de hecho, leen. Entonces ¿qué leen en esos portales de noticias en los que opinan? 

     Se acerca otro período estival y, como ya es tradicional, la CELO no está en condiciones de satisfacer el natural incremento de la demanda de agua potable y energía eléctrica porque el poder la convirtió en su cajero automático y nunca invirtieron en lo que debían invertir.

    Políticamente, hoy Oberá es un barrio de Posadas que Carlos Rovira maneja a través de su CEO Pablo Hassan. Hassan, a su vez, dejó a cargo de la entidad a una de sus laderas, María Pires. Una chica posadeña que se recibió de Ingeniera Civil en Oberá y trabajó en la municipalidad (su último cargo fue en la Dirección de Obras e Infraestructura Urbana).

    Hace tiempo quiénes convirtieron a la CELO en su búnker político pergeñaron un sistema de votación que desalienta la participación y el voto pero, paradojalmente, miles de socios no han movido un dedo para intentar un cambio. Así legitiman ese método año tras año y pierden un tiempo valioso. Los socios tienen la CELO que permiten. Y permiten demasiado.

     Los socios dignos están embromados porque si a la estructura política del rovirismo solo se la puede combatir con otra estructura, hoy los únicos en condiciones de alterar el status quo son los libertarios. Pero la cúpula de la Libertad Avanza no hace nada porque los intereses del presidente Javier Milei, al menos por ahora, no se contraponen con los del señor feudal misionero. Por el contrario. Entonces los libertarios-feudales terminan siendo, y están contentos con eso, parte del mismo status quo.

     La sociedad obereña no enfrenta sus problemas. De modo tal que todo intento de hacer reaccionar a los socios de la CELO termina en una experiencia emocionalmente frustrante para quienes asumen el desafío. Pero el problema es que la luz y el agua la siguen cortando igual.

     Un problema que demasiada gente, desde hace demasiado tiempo, aprendió a soportar.

     

Walter Anestiades

      

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