¿SE PUEDE SACAR A LOS SOCIOS DE LA
CELO DE SU ESTADO CATATÓNICO?
“Hasta lo inesperado acaba en costumbre cuando se ha aprendido a soportar”, escribe
Julio Cortázar en su libro de cuentos “Todos los fuegos el fuego”. Solo uno de
cada diez socios de la Cooperativa Eléctrica Limitada de Oberá concurre a votar
a sus delegados que después eligen a los consejeros que la administran. Ergo,
los otros nueve aprendieron a soportar. Y, como en la catatonia, reaccionan
poco y nada a su entorno de cortes de luz y de agua.
En el top five del “excusómetro” (en las
últimas elecciones distritales no votaron 27.366 socios de los 30.238 habilitados) aparece la
desmotivación generada por la falta de dirigentes íntegros que enfrenten al
oficialismo. Pero en Oberá, más allá de que sobran los pseudo-opositores, un
dirigente íntegro que enfrente al oficialismo casi no tiene a quién dirigir.
En las últimas elecciones de octubre hubo
un intento de justificación que se tornó popular en las redes sociales: los
socios escribían en los portales de noticias digitales que “no se habían
enterado” de que había elecciones. Gente que está todo el día con el teléfono en
la mano y opinando de lo que sea en las redes escribió que no se había
anoticiado del comicio en los portales de noticias que informaron del comicio y
que ellos, de hecho, leen. Entonces ¿qué leen en esos portales de noticias en
los que opinan?
Se acerca otro período estival y, como ya
es tradicional, la CELO no está en condiciones de satisfacer el natural
incremento de la demanda de agua potable y energía eléctrica porque el poder la
convirtió en su cajero automático y nunca invirtieron en lo que debían invertir.
Políticamente, hoy Oberá es un barrio de
Posadas que Carlos Rovira maneja a través de su CEO Pablo Hassan. Hassan, a su
vez, dejó a cargo de la entidad a una de sus laderas, María Pires. Una chica
posadeña que se recibió de Ingeniera Civil en Oberá y trabajó en la
municipalidad (su último cargo fue en la Dirección de Obras e Infraestructura
Urbana).
Hace tiempo quiénes convirtieron a la CELO
en su búnker político pergeñaron un sistema de votación que desalienta la
participación y el voto pero, paradojalmente, miles de socios no han movido un
dedo para intentar un cambio. Así legitiman ese método año tras año y pierden
un tiempo valioso. Los socios tienen la CELO que permiten. Y permiten
demasiado.
Los socios dignos están embromados porque si
a la estructura política del rovirismo solo se la puede combatir con otra
estructura, hoy los únicos en condiciones de alterar el status quo son los
libertarios. Pero la cúpula de la Libertad Avanza no hace nada porque los
intereses del presidente Javier Milei, al menos por ahora, no se contraponen
con los del señor feudal misionero. Por el contrario. Entonces los
libertarios-feudales terminan siendo, y están contentos con eso, parte del mismo
status quo.
La sociedad obereña no enfrenta sus
problemas. De modo tal que todo intento de hacer reaccionar a los socios de la
CELO termina en una experiencia emocionalmente frustrante para quienes asumen
el desafío. Pero el problema es que la luz y el agua la siguen cortando igual.
Un problema que demasiada gente, desde
hace demasiado tiempo, aprendió a soportar.
Walter
Anestiades
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