lunes, 27 de febrero de 2012

IMPRESENTABLES CON PODER

Siempre los hubo. Pero nunca con tanto Poder como ahora. Funcionarios impresentables que son inĂștiles para gestionar y peores para declarar. Algunos, sĂłlo saben de retĂłrica y otros, como la almeja, se entierran con la lengua.

Los hay de varias clases. Hurgar en los impresentables con Poder admite algunos prototipos:

Algunos funcionarios son, decididamente, cleptómanos. Sin vueltas. No gobiernan. Saquean. Acumulan para ellos, sus hijos, sus nietos y tres generaciones mås. No podrían gobernar sin la suerte de tener un sistema Judicial a medida que les garantice impunidad. Lo tienen. No llegarían nunca al Poder si no tuvieran la suerte de contar con un segmento cuantitativamente importante de la sociedad que ante la corrupción no siente indignación sino envidia. También lo tienen.

-Algunos funcionarios se portan como analistas de la realidad. En vez de hacerse cargo de que ellos estĂĄn dĂłnde estĂĄn y cobran su jugoso sueldo no para comentar la realidad sino para transformarla, editorializan elegantemente sobre las situaciones que piden a gritos las soluciones que ellos no aportan.

Algunos son cínicos. Nos recuerdan a aquella frase del gran escritor español Jacinto Benavente: "hay quiénes envenenan a los pueblos y después dicen: los pueblos estån envenenados". Son lo suficientemente caraduras como para echarle la culpa a otros de lo que sucedió por la obvia razón de que ellos no hicieron absolutamente nada para que no suceda.

-Algunos son totalmente inĂștiles. No sirven ni siquiera para mentir. Les falta capacidad retĂłrica. No tienen cintura polĂ­tica. Se enredan ante el primer micrĂłfono que le acercan, no saben nada del ĂĄrea que les asignaron para gestionar y dan verguenza ajena.

-Algunos sufren de delirios de grandeza. Son los que se portan como faraones porque creen ser faraones. Por Ă©so no construyen nada mĂĄs chico que las PirĂĄmides. Se rodean de aplaudidores a sueldo. JamĂĄs hablan sino con alcahuetes. Son inaccesibles. Autoritarios. Y se autoconvencen de que las macanas que dicen son palabras de estadista.

-Algunos son "Don Corleone". Arman y usan la estructura que poseen para que algunas cosas "parezcan un accidente" . JamĂĄs las pagarĂĄn. Al menos en Ă©ste mundo.

-Algunos son titiriteros. Son operadores polĂ­ticos crĂłnicos. Pueden ocupar cargos. Pueden no ocupar nunca cargos. Pueden salir en las fotos. Pueden no salir jamĂĄs en una foto. Puede que se conozcan sus nombres. Pueden ser ignotos para la masa. Los gobiernos pasan. Ellos siempre estĂĄn

-Algunos son los enganchados. Eternos funcionarios. Cambian los gobiernos. Pero ellos "sirven" siempre para algĂșn cargo. Se enganchan de secretario de algo, diputado, senador, concejal, asesor de no se quĂ© y siempre estĂĄn en los enroques de puestos. Sin la polĂ­tica, se morirĂ­an de hambre.

-Algunos son "saltimbanquis". Cambian de partido mås råpido de lo que uno tarda en pestañear. Ellos siempre son oficialistas. No tienen la culpa de que cambien los gobiernos clasificación que afecta también a muchos periodistas).

-Algunos son creĂ­dos. Se creen ocurrentes o intelectuales. Contando con la complicidad de los pone-micrĂłfonos o del periodismo que publica declaraciones oficiales todo el tiempo , se creen graciosos y pretenden hacer gala de una ironĂ­a que les falta. Se autopostulan como intelectuales y escriben libros porque tienen dinero para publicar, no talento para escribir. Son beneficiarios de la errĂłnea creencia de que ser profesor en una Universidad lo convierte a uno en intelectual. Algo asĂ­ como creer que estudiar en el seminario catapulta a Santo.

-Algunos son mudos. No hablan jamĂĄs. Son polĂ­ticos obvios. No tienen misterio. Los del entorno siempre mencionan que sus obras hablan por Ă©l. ¿QuĂ© van a decir?

-Algunos son Gustavo Adolfo BĂ©cquer. Hacen versos de primera calidad. Mienten alevosamente. Pero hay que reconocerles la creatividad para hacerlo. Son capaces de venderle hielo a los esquimales.

-Algunos son mujeres. Una categoria de moda. Ante el menor inconveniente se refugian en su condición de género, en una suerte de discriminación al revés. Postulan poder entender mejor algunas cuestiones que sensibilizan mås que otras por "ser mujer" (?). Reformaron la gramåtica: son presidentas, intendentas, y hablan para "todos y todas". Cuando las cåmaras de televisión se encienden, si conviene, pueden llegar a emocionarse con una actuación de Natalia Oreiro.

-Algunos son Nietzche. Viven en un "eterno presente". Hablan como si hubieran asumido ayer aunque haga una dĂ©cada que estĂĄn en la funciĂłn pĂșblica. La responsabilidad de los problemas de hoy es siempre cosa del que estuvo antes aunque su predecesor haya dejado el cargo hace tres lustros. Todo lo malo se alberga en el pasado y todo lo bueno en el presente. No gobiernan: refundan. Tienen el cuentito de la "nueva polĂ­tica" en la boca, un juego dialĂ©ctico ideal para perezosos mentales.

-Algunos son decididos cultores del nepotismo. Su padre, su madre, su hermano, su esposa, sus hijos, su tío, o lo metieron en el cargo a él o él los metió en el cargo a ellos. Podrían festejar su cumpleaños en la Casa de Gobierno o en la Intendencia, que son los lugares en donde se ven todos los días.

-Algunos son Jorge Rial. No hacen otra cosa que llevar chismes. Su metié es la interna de la interna.

-Algunos son absolutamente mediĂĄticos. Desayunan en un estudio de radio. Almuerzan en un canal de televisiĂłn abierta. Meriendan en la redacciĂłn de un diario. Y cenan por cable.


Por supuesto, Ă©stas categorĂ­as pueden relacionarse y alguno de Ă©stos impresentables con Poder puede ser reconocido en mĂĄs de una.

Se sabe que la sociedad vota con "v" corta a quiĂ©n debiera botar con "b" larga. Una y otra vez. Votan inĂștiles y despuĂ©s piden eficiencia.
El gran Groucho Marx, maestro de la ironía, decía que "la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados".

A Groucho le hubiera encantado conocer Ă©sta Argentina.

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