domingo, 4 de marzo de 2012

"EL QUE NO LLORA, NO MAMA"





Ëso escribio el gran Enrique Santos Discépolo al componer el clásico tango "Cambalache" en 1934. "El que no llora, no mama".

Probablemente, entre todas las lecciones que ha dejado el ¿finalizado? conflicto del gobierno misionero con su policía, la que menciona Discepolín haya sido la más importante en términos socioculturales. La importancia de aprender a protestar por aquellos derechos que tenemos en un estado ídem.

Un ciudadano no és sólo aquél que cumple con sus obligaciones. Es también aquél que conoce sus derechos y los hace valer. El derecho a percibir un salario digno amerita reclamarlo. No puede ser que en Misiones los únicos que ganen muchísimo dinero y dispongan de la mejor calidad de vida sean Maurice Closs, Carlos Rovira y los pesos pesados del "palo" Renovador.

Ante los pedidos de aumento salarial, suele escucharse una y otra vez como si fuera un eco que atraviesa los tiempos, el "reconocemos que es un pedido justo" en boca de los funcionarios. "Res non verba" reza un dicho en latín. Hechos, no palabras, significa.

Como en todo feudo, el miedo es el principal ordenador de la sociedad misionera. Quiénes ejercen el Poder hoy en la provincia han sabido crear las condiciones no para que se los ame, sino para que se les tema. Misiones está plagada de municipios que son feudos de manual. A la manera del capanga, el que tiene Poder tiene Poder absoluto. Y ése Poder es político, policial, económico, cultural, mediático y hasta mafioso. Quién trabaja y lo hace para el Estado, en un feudo lo está haciendo para el Partido de gobierno. Quién trabaja en la actividad privada sabe que directa o indirectamente, no puede independizarce de ese mismo Estado feudal. Y de los que no trabajan ya sabemos: la Argentina planífera los mantiene cautivos a través de un sistema en el que los caciques territoriales son ineludibles. Así las cosas, inculcarle miedo a una persona que sobrevive por la plata que le da el Estado-Gobierno-Partido, que en los feudos es lo mismo, resulta alarmantemente sencillo.
La economía misionera-la real, no la de la propaganda oficial-sólo ofrece moverse entre los puestos públicos, la docencia-con su archiconocida estructura de acomodos reforzada bajo el reinado de "Marilú"-o un trabajo en supermercados y comercios. En el resto quedan los postergados crónicos que son los productores yerbateros y tealeros que junto a los tareferos representan fidedignamente el significado concreto de la palabra "supervivencia". Las que van bien, como la maderera, se la cobran al ecosistema. Para un trabajador misionero, no hay "plan b". Por éso, a pesar de todos los dislates que se cometen en materia de gestión, si la guita sigue viniendo exclusivamente del gobierno, no hay nada que se pueda hacer y nada que se pueda decir. Son votos cautivos del Poder.

Así las cosas, la represión sufrida primero en la vida social y luego en las dictaduras y las dictablandas, ha logrado que el grueso de la sociedad misionera se haya convertido mansamente en conformista. Tanto que en el "sálvese quién pueda" que impera culturalmente ese mismo grueso soporta y hasta justifica la avanzada corrupción que domina la cosa pública. También la vota.

Por éso, la policía misionera se salió del libreto.
Es cierto que dado su rol en la sociedad, dispone de un poder de presión mayor que otros trabajadores. Pero también es verdad que un gobierno como el de la Renovación-que hace ocho meses fue plebiscitado por el pueblo-le tiró con todo lo que tenía. Y tiene mucho. Los operadores de prensa que la van de periodistas no ahorraron ni un sólo adjetivo para ponerlos en el lugar de "sediciosos", nada menos, que pretendían derrocar un gobierno democrático. Comunicacionalmente, el disparate fue tan obvio que el único colectivo que movilizó no fue el social, sino los que se llenaron de los clientes del Partido que fueron a la Plaza 9 de Julio a conservar el conchabo. Plaza vacía=arreglo.

La policía misionera protestó y logró, al menos hasta ahora, sustanciales mejoras en sus salarios. Quién haya visto un recibo de sueldo policial habrá observado que el básico que perciben no es un básico. Es una humillación. Y no son los únicos "humillados".

El tiempo nos dirá más acerca de si la rebelión policial fue un hecho excepcional o si es el comienzo de algo. Pero mostró que los muchachos aprendieron la valía de hacerle caso a ésa parte del tango de Discépolo que dice así:
" El que no llora no mama
y el que no afana es un gil!"

La policía misionera aprendió la importancia del primer verso.
Por ahora, el resto de la sociedad, sigue creyendo en el segundo...

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