lunes, 17 de diciembre de 2012

EL 10-D

    



 El próximo lunes será 10 de diciembre. El 10-D, según la moda de revestir de singularidad a una jornada en particular. Por cierto que ese día tendrá importancia: la Argentina estará cumpliendo veintinueve años de democracia initerrumpida. Desde que Rául Alfonsín juró como Presidente de la República. Es inédito. En doscientos años de historia nunca llegamos a tanto.
     Pocas veces se ha dado que dos fechas cercanas sean tan diametralmente opuestas. El 10-D es la antítesis del 7-D , éste 7 de diciembre que el actual gobierno kirchnerista pretendió revestir de épico. El 10-D tiene, naturalmente, una carga de respeto, institucionalidad, salud cívica y hasta de nostalgia que le viene desde la cuna. El 7-D no tiene nada. Ni lo que pretendieron que tenga, ni lo que consiguieron que tenga. Una fecha está a punto de ser histórica. La otra estuvo a punto de ser patética.
      Aburre tanto, a esta altura, seguir refutando la sanata cada vez más berreta del aparato de propaganda kirchnerista, que es más provechoso recordar cosas básicas que los argentinos agradecidos de haber sido paridos aquí no vamos a permitir que dejen de ser pensadas y actuadas como básicas.
-En una democracia el que gana no tiene razón. Tiene una gran legitimidad y goza de un consenso que siempre es temporal. La democracia se diferencia de los sistemas autoritarios entre otras cosas y precisamente, por respetar a las circunstanciales minorías.
-Pensar distinto y poder expresarlo no es una concesión del Poder por la que hay que estar agradecido. Es la regla.

-Un Presidente de la nación es éso. Y respetarlo es un asunto bien distinto de reverenciarlo y arrodillarse como si se estuviera frente a un semidios griego
-La Justicia es un poder independiente del Ejecutivo. Cuando dicta un fallo que a los otros poderes no les gusta, está ejerciendo la originaria tarea de controlarlos. No dando un “golpe institucional”. Concepto que salidos livianamente de la boca de funcionarios mandados a hablar por su patrona se prostituye y los hace quedar impresentables a ellos e ignorantes a quiénes los votaron
-El estilo patoteril de moverse para imponerse es repudiable en una persona y en cualquier institución. Mucho más en funcionarios públicos y muchísimo más en un Presidente de la nación-Cualquier diccionario de la lengua española trae en su interior el significado de la palabra “consenso”. Es cuestión de comprarse uno y leerlo para poder entenderlo y después aplicarlo.
-Sería interesante que si se quiere desmonopolizar el manejo de la comunicación se empiece por no hacerlos monopolios. Es de países bananeros que un Presidente de la nación-Néstor Kirchner- haya convertido al grupo empresario “Clarín” en un monopolio del sistema de televisión por cable en 2007. Y que apenas cinco años después otro Presidente de la nación-Cristina Kirchner, encima la esposa del anterior-pretenda desmonopolizarlo sin siquiera reconocer la jugada errática ni pedir, mínimamente, disculpas por jugar con cuestiones tan serias. Los intereses de la República no son el comodín de un matrimonio.
-Algunos periodistas deberían replantearse para que otra cosa, además de hacer dinero sin escrúpulos, están en ésa profesión.

-Si se pretende la pluralidad de voces es un deseo loable. Tan loable que a tres años de ser sancionada en democracia una nueva Ley de medios audiovisuales que reemplaza a la de la dictadura, ya ha sido tiempo suficiente para que la pluralidad se vea reflejada en primer lugar, en todos los medios de comunicación públicos. Que son de todos. No de Cristina Kirchner. No de Maurice Closs ni de Carlos Rovira. No de Ewaldo Rindfleisch.
-Y sería mucho más interesante que la energía de nuestros funcionarios públicos se concentre más en lo que sucede que en la preocupación por controlar el relato de lo que sucede. Porque la inseguridad, la cada vez menos exigente educación pública, la desnutrición infantil, la pauperización salarial, el déficit habitacional, los excesivos tiempos de la administración de Justicia, la impunidad y la respuesta del sistema ante las enfermedades y los enfermos, sigue gozando de muy buena salud.

 
     Robert Louis Stevenson, el célebre autor de la obra “Dr. Jekyll y Míster Hyde”, lanzó alguna vez éste oxímoron: “Mi memoria es magnífica para olvidar”.
     La República tiene sus reglas. Y por si sos de los que se las olvidan, no importa.

     Acá estaremos para recordártelas.

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