ESTADO vs ESTADO
¿Me “quedo en casa” o viajo a alguno de los estupendos destinos
turísticos de Misiones?
El mismo gobierno que repite de la mañana
a la noche el slogan “quedate en casa” a favor de prevenir los contagios de coronavirus,
promueve que se haga turismo interno de un extremo al otro de Misiones. Y en
esos extremos se encuentran las ciudades
que acumulan la gran mayoría de los casos de Covid-19: Posadas y Puerto Iguazú.
En Oberá, por ejemplo, no se puede manejar
diez cuadras para ir al cumpleaños de la tía, el primo o la abuela porque las
reuniones favorecen el contagio. Correcto. Pero
se puede manejar unos trescientos kilómetros para ir a las Cataratas del Iguazú,
cumplir un protocolo y listo. O se pueden hacer cien kilómetros para ir a
Posadas. Y viceversa. Si, como nos dicen los científicos, “la única vacuna por
ahora es el aislamiento y el distanciamiento social”, “aislarse” y “distanciarse” con doscientas personas en las Cataratas, a
varios kilómetros de casa, suena contradictorio, ¿no?
¿Qué hacemos? ¿Invitamos a parientes y
amigos a que vayan al Parque Termal de Oberá, por ejemplo, o nos quedamos en
casa como manda la cuarentena?
El ministro de Salud, Oscar Alarcón, dijo
que en Misiones no hay “circulación
comunitaria” del virus. Sin embargo, se sabe que la palabra de “seis casos
de dengue” está algo devaluada. Y se sospecha que el esfuerzo por informar los
“nexos epidemiológicos” de cada infectado, que van en aumento, está a minutos
de ser un esfuerzo inservible.
La
religión y la ciencia coinciden en la relevancia de la verdad.
Obviamente no es fácil obtener sinceridad
de un gobierno que regala pauta para que cualquier gacetillero escriba que ahora
la economía misionera se está reactivando como en ninguna parte del país, cuando los trabajadores no ganan ni para
cubrir una canasta básica alimentaria. Pero la coyuntura sanitaria amerita
sinceridad.
El desplazamiento del virus hacia el interior
de la Argentina obliga a tomar definitiva conciencia de que la pandemia, por
definición, es un suceso real y grave
y que entonces hay que cuidarse de los modos que a esta altura todos sabemos.
La irresponsabilidad social es una eficaz aliada del coronavirus. Pero como
aliada puede ser superada por la irresponsabilidad de los funcionarios. Que la preocupación ciudadana entonces no
se limite a los pares y que también ponga la lupa en los que mandan.
Oberá, por
ejemplo, volvió a tener infectados después de cuatro meses. Una locutora de una
radio local y un par de empleados judiciales. Si no se puede viajar a otra
provincia y si se viaja al volver hay que hacer catorce días de aislamiento
domiciliario, no se puede ir a países limítrofes, nos dicen que no hay
circulación comunitaria en ningún lugar de Misiones, Oberá no tenía casos desde
hacía rato y el turismo interno se hace respetando los protocolos sanitarios,
la pregunta es ¿cómo se contagiaron los
obereños?
Urge
que el gobierno provincial y los comunales definan políticas coherentes, con normas cumplibles y con sentido
común. Con controles que no sean al
voleo. Y que asuman que la verdad puede ser más tranquilizadora de lo que
suponen.
Como
todo gobierno feudal, la renovación basa su propaganda en la hipérbole, que
es una palabra que viene del griego y que significa “exceso”. Es una figura
retórica que consiste en exagerar algún aspecto de la realidad ya sea
aumentando o disminuyendo alguna conducta o situación. Hace poco presentaban a
Herrera Ahuad como “el médico argentino que frenó al Covid-19”.
La
realidad es que en Misiones el virus se metió igual aunque el gobernador sea
una persona bien intencionada, un buen médico, o aunque merezca el Nobel de
Medicina. Y echarle toda la culpa a la sociedad por el aumento de casos, una
sociedad donde por supuesto que hay mucho inconsciente, pero hacerlo para
relevar a los administradores de la cosa pública de toda autocrítica, es una estrategia
canallesca.
La cantidad y calidad de sus bellezas
naturales convierten a Misiones en una provincia turística por excelencia. De
modo que intentar cuidar a la industria sin chimenea está muy bien. Pero se va a precisar inteligencia para
proteger tanto a la salud como a la economía. A las dos. El Presidente de la Nación dijo en abril “prefiero tener
diez por ciento más de pobres que cien mil muertos”. Los pobres son más del cuarenta por ciento. Y los muertos ya pasaron los veinte mil.
Para el filósofo Francis Bacon “nada
hace más daño a una nación que los astutos pasen por inteligentes”.
Habrá que estar atentos a la evolución del virus,
a lo que hace la sociedad, y a las medidas que se toman para cuidar a una
población agotada y con sus recursos en retirada.
Este es un gobierno en el que sobran
astutos.
Que
la van de inteligentes.
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