sábado, 19 de junio de 2021

 

LO QUE EL LUNES LE DEBE AL DOMINGO

 


     La derrota del poder en la segunda ciudad de Misiones, por excepcional, corrió el velo de un modo tal que los profesionales de la distracción se vieron forzados a enfocarse en temas que cuesta mucho seguir ocultando. Los achaques del municipio son nuevos síntomas de viejas patologías. Y todas son responsabilidad del Frente Renovador, que en dieciocho años de gobierno no solucionó ni uno solo de los problemas de Oberá.

     Tras el rápido fracaso del intento de algún desubicado de bajarle el precio al triunfo de Juntos por el Cambio, el alcalde Carlos Fernández, al tanto de que se terminó la hora de su siesta, le puso el cuerpo al paro de los choferes de Capital del Monte. Y definió lo que son las termas: un mal negocio.

     La herencia que dejó Ewaldo Rindfleisch no desapareció porque Fernández la cubrió, el periodismo local la soslayó, la oposición la contempló en silencio y ciertos grupos jugaron a olvidarla. Afectó ayer, afecta hoy y afectará mañana. Y ya sabemos que pasa cuando intentamos escapar de la realidad. Siempre nos alcanza.

    El domingo 6 de junio de 2021 hubo un triunfo colectivo de los obereños que prefieren militar una incómoda ciudadanía a un cómodo vasallaje. Si al decir de Leopoldo Marechal, “cuando se recibe un nombre se recibe un destino”, Juntos por el Cambio no debería olvidar ninguna de esas cuatro palabras pero, sobre todo, la primera. El futuro inmediato de Oberá dependerá de que permanezcan atentos y de que Rovira no les encuentre el precio. El año que viene vence el contrato de Capital del Monte y deberán vigilar que no haya gatopardismo. A su vez, que el parque Termal pueda estar mejor administrado por los privados es algo muy distinto de que termine siendo un nuevo curro de algún conocido. Los renovadores no se van a volver transparentes por una caída en las urnas. Pero buscarán mejorar la calidad de sus trampas.

     La ciudad de Oberá está atrasada. Los máximos responsables tienen nombres propios y son del mismo espacio. Veinte años del oscuro arquitecto y del estupendo médico, que no son lo mismo pero que fueron apoyados por los mismos (el establishment y sus mucamos de la prensa), dejaron a la vista que los renovadores “K” son tan hábiles para manejar el poder como inútiles para gestionar. Una sociedad que se tornó conformista por indolente debería reflexionar sobre por qué dio tanto a cambio de tan poco.

     Los días por venir le van a deber siempre al domingo 6 de junio la obligación de abrir los ojos para tener que ver la realidad.

     Esa que, nos guste o no, siempre nos alcanza…

 


 

 

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