EL JARDÍN DE LOS PÁJAROS:
¿UN NUEVO SERPENTARIO?
Hace un par de años murió el doctor Alejandro
Vogt. Pero antes había muerto su obra, el “serpentario”, consumido por la desidia
de arriba (Rindfleisch y su gobierno de renovadores K) y la de abajo (una
sociedad que no reaccionó para evitarlo). ¿El Jardín de los Pájaros recorrerá
el mismo camino?
Hay distintas posturas sobre el porvenir
del Jardín de los Pájaros. Algunos sostienen que los animales no deben estar
enjaulados. Otros que el sector privado debería encargarse de su manejo. Y
otros que el estado comunal debe administrarlo pero poniéndolo en manos
competentes.
Hizo bien Fernando Vitelli, el director local
de turismo, en convocar a los vecinos para dar explicaciones sobre el asunto.
Pero los antecedentes de indolencia obligan a estar atentos para que a las
palabras no se las lleve el viento. Como al serpentario, que se disgregó y los
animales fueron a parar a Iguazú, el laboratorio biológico (allí se producía el
suero antiofídico) fue a parar a Gobernador Roca, y su creador fue a parar al
olvido.
La falta de un proyecto de ciudad, siempre
sometida a un proyecto de poder, debería sacar del letargo y juntar a quiénes
estén preocupados de verdad por el futuro de Oberá. Porque lo de “ciudad
turística” sigue siendo un enunciado berreta.
“La sabiduría nos llega cuando ya no nos
sirve de nada”, postula García Márquez en “El coronel no tiene quién le
escriba”.
Por el bien de toda la vida que hay dentro
del Jardín de los Pájaros, quiera Dios que la sabiduría llegue a tiempo.
Cuando todavía sirva…
Walter
Anestiades
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