ALGUIEN PARA RECORDAR
Este jueves se cumplirán ocho años de la
partida final del padre Joaquín Piña. Y cuesta mucho encontrar a alguno de
estos tiempos que haya hecho más por Misiones que este catalán.
En 2006 amalgamó muchos intereses y el 29
de octubre el Frente Unidos por la Dignidad, con él como primer candidato
constituyente, derrotó a la lista que encabezaba Viviana Rovira, esposa de Hugo
Passalacqua y prima del señor feudal. Aún apoyado por el presidente Néstor Kirchner
(que había tenido su re-re en Santa Cruz y habló en un acto en la Costanera de
Posadas), Piña le puso un lomo de burro al intento local, pero también a los de
Felipe Solá en suelo bonaerense y a Eduardo Fellner en el jujeño.
Después Carlos Rovira se eternizó desde
otro poder, quizás aprovechando la ausencia de ese viejito de lentes y hablar
pausado. Alguna vez otro viejito de túnica y lentes venció al imperio
británico.
“Me gustaría que el pueblo tuviera más
rechazo hacia los dictadores”, me dijo en nuestra última charla. Intuía el triste
paso de la utopía de los fundadores de la tierra colorada a esta distopía
renovadora.
En 1986 crearon la Diócesis de Iguazú y lo
designaron Obispo. Ya tenía una vida bien vivida en el Paraguay de Stroessner,
donde entendió lo que pasa cuando al poder no lo controla nadie.
Se fue en el invierno de 2013, a los ochenta y tres años. Fue una suerte
tener a este jesuita de modos sencillos por acá.
Aunque… ¿suerte? Quizás el francés Edouard Pailleron haya
tenido razón:
“No
es suerte. Es Dios que mantiene el anonimato”…
Walter Anestiades
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