miércoles, 7 de julio de 2021

 

           ALGUIEN PARA RECORDAR

 

    Este jueves se cumplirán ocho años de la partida final del padre Joaquín Piña. Y cuesta mucho encontrar a alguno de estos tiempos que haya hecho más por Misiones que este catalán.

     En 2006 amalgamó muchos intereses y el 29 de octubre el Frente Unidos por la Dignidad, con él como primer candidato constituyente, derrotó a la lista que encabezaba Viviana Rovira, esposa de Hugo Passalacqua y prima del señor feudal. Aún apoyado por el presidente Néstor Kirchner (que había tenido su re-re en Santa Cruz y habló en un acto en la Costanera de Posadas), Piña le puso un lomo de burro al intento local, pero también a los de Felipe Solá en suelo bonaerense y a Eduardo Fellner en el jujeño.

     Después Carlos Rovira se eternizó desde otro poder, quizás aprovechando la ausencia de ese viejito de lentes y hablar pausado. Alguna vez otro viejito de túnica y lentes venció al imperio británico.

     “Me gustaría que el pueblo tuviera más rechazo hacia los dictadores”, me dijo en nuestra última charla. Intuía el triste paso de la utopía de los fundadores de la tierra colorada a esta distopía renovadora.

     En 1986 crearon la Diócesis de Iguazú y lo designaron Obispo. Ya tenía una vida bien vivida en el Paraguay de Stroessner, donde entendió lo que pasa cuando al poder no lo controla nadie.

     Se fue en el invierno de 2013,  a los ochenta y tres años. Fue una suerte tener a este jesuita de modos sencillos por acá.

      Aunque… ¿suerte?  Quizás el francés Edouard Pailleron haya tenido razón:

     “No es suerte. Es Dios que mantiene el anonimato”…


Walter Anestiades 

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