OBERÁ MON AMOUR
Lectura miope que en Misiones genera una paradoja política. Las cinco listas de precandidatos de Juntos por el Cambio, que viene de ganar en Oberá (único lugar donde ganó), no las encabeza nadie de Oberá. Y la lista de la renovación, que viene de perder en Oberá (único lugar donde perdió), la encabeza el alcalde de Oberá.
En las PASO que se vienen competirán, por
el radicalismo, Martín Arjol, de Posadas, y Gustavo González, de Eldorado. En
el PRO lo harán Martín Goerling, de Posadas, y Walter Kunz, porteño radicado en
Montecarlo. Y la lista única de Activar la encabezará Pedro Puerta, nacido en
Buenos Aires, pero con un apellido indiscutiblemente misionero.
Rápidamente y con una lógica que precisa
naftalina, alguien podría argumentar que una lista que competirá en toda la
provincia por cargos nacionales debe guardar su primer lugar para un
precandidato de la capital de Misiones. Alguien que sea conocido en toda la
tierra colorada. Error.
Cuando se hace política en un feudo, donde
el voto clientelar tiene un piso alto, soslayar el cimbronazo electoral que
significó derrotar al oficialismo en la segunda ciudad de la provincia parece
cosa de amateurs. Rovira, con un dedo rápido de reflejos, entendió que Oberá es un trofeo demasiado
grande para que se lo vuelva a llevar otra gente. Por eso, y
pensando en 2023, su lista la encabeza el mismísimo Carlos Fernández. Que en
diciembre deberá dejar su cómodo cargo de alcalde, cuando aun le reste la mitad del segundo mandato.
Cualquiera que esté un poco cerca de la
política misionera sabe que Juntos por el Cambio se junta solo en las boletas.
El PRO y los radicales siempre se miraron con recelo. Y al puertismo lo aceptan
a regañadientes.
El domingo 6 de junio de 2021 Juntos por
el Cambio le arrebató la Defensoría del Pueblo de Oberá al hegemónico partido de
gobierno. Un batacazo que dejó
perplejos a los renovadores, que aún no se recuperan. Pero se ve que para los
estrategas del espacio opositor fue un dato casi de color.
Dicen que Arturo Wellesly, duque de
Wellington, recorría a caballo el campo de batalla de Waterloo, minado de
cadáveres, tras derrotar a Napoleón, y dijo que “lo más triste después de una
derrota, es una victoria”.
El triunfo de Juntos por el Cambio en
Oberá fue notable. Lo saben todos.
Menos ellos.
Walter
Anestiades
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