domingo, 19 de septiembre de 2021

 

ESCONDER LA RUINA PROVINCIAL

         EN EL DESASTRE NACIONAL


     Como buen “kirchnerismo a la misionera”, los renovadores “detectaron” rápido el motivo por el que recibieron una paliza electoral en las PASO: la culpa la tuvo el otro. “El otro” es el gobierno nacional. Y están haciendo leña del Alberto caído.

     Después de una semana en la que el periodismo  pauta-dependiente exprimió el cerebro de sus redactores para que la sintaxis no revele que el oficialismo provincial perdió, Carlos Rovira entendió lo ineficaz de la jugada y mandó a Herrera Ahuad a decir que “debemos tomar nota del reclamo de los misioneros” (siempre evitando admitir la derrota). Y le echaron la culpa al gobierno nacional. A ver si pueden disolver veinte años en los últimos dos.

     Con dos décadas manejando Misiones eso de buscar culpas en Buenos Aires en un argumento vetusto y berreta. Pero Rovira sabe que cuenta con la credulidad de quiénes se entusiasman con la idea porque siempre es menos riesgoso cacarear contra los que están lejos que contra los que están cerca.

     En las PASO Juntos por el Cambio se quedó con el voto urbanita. Ganó en Posadas, Oberá, Eldorado, Iguazú, San Vicente, Montecarlo, Apóstoles, Alem, Aristóbulo del Valle, Garupá, y diez municipios más Y dio pelea en zonas rurales en las que sus candidatos venían siendo testimoniales.

     ¿Si pueden dar vuelta el resultado en las generales de noviembre? En la Argentina todo puede pasar. Pero Rovira no debería subestimar el evidente hartazgo ciudadano frente a la desidia provincial. Que no contradice al que se siente con el gobierno nacional. Lo complementa.

     No es la primera vez que miles de electores misioneros, que votan renovadores para cargos locales, los botan para cargos nacionales. Y el alcalde Carlos Fernández, que seduce cada vez menos dentro de Oberá, no seduce nada fuera de Oberá. Es parte de la explicación de derrotas como la de Posadas, donde Juntos por el Cambio los dobló en votos. El mensaje de las urnas fue claro: ningún Fernández. Ni Alberto, ni Cristina, ni Carlos.

     En los próximos cincuenta días el aparato de propaganda local dirá que la culpa del voto protesta de los misioneros es de Fernández. Y es cierto.

     Pero, ¿de cuál Fernández?

 

Walter Anestiades

     

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