NOSTALGIA
DE LOS MATICES
Si alguno con mucho poder
proyectó que la sociedad argentina se embruteciera debe estar satisfecho porque
la jugada le está saliendo fenomenal. El fanatismo colonizó la mente de personas
de todas las edades que se fanatizan con cualquier cosa y construyen su
identidad por oposición a otra cosa que se les antoja antagónica. Cuando se
busca en el diccionario de sinónimos la palabra “fanático” no aparece la
palabra “bruto” como sinónimo. Debería…
Ese fanatismo,
ese embrutecimiento, se expresa en temas que van desde lo más irrelevante a lo
más trascendente. En temas del pasado, del presente y del futuro. Este 24 de
marzo fue otro ejemplo contundente de cómo el fanatismo forjó mentes tan
estrechas-y tantas mentes tan estrechas-que se hace casi imposible encontrar
ciudadanos ecuánimes que repudien todo tipo de violencia, crímenes, violaciones
de derechos humanos y corrupción, vengan de donde vengan. Por el contrario, los
actos y las palabras más despreciables molestan según de quién vengan.
¡Patético!
Para empezar,
el actual gobierno nacional de Javier Milei difundió un spot de doce o trece
minutos que apunta a tener una “Memoria completa”. Los aportes en el video de
Juan Bautista “Tata” Yofre, periodista y ex director de la SIDE durante el
menemismo, de Maria Fernanda Viola, la única hija que quedó viva del capitán
Viola tras ser asesinado por la guerrilla durante el gobierno constitucional del
73, o de Luis Labraña, un exguerrillero, fueron aportes valiosos. Está muy bien
exponer los crímenes perpetrados por la guerrilla local y el detestable uso
político y económico que el kirchnerismo hizo y hace de los derechos humanos.
Pero hubo una omisión que resulta imperdonable para un gobierno democrático y
cuyo presidente anda todo el día con la palabra “libertad” en la boca: no
dijeron nada, ni una palabra, para condenar el golpe de estado y las
violaciones a los derechos humanos perpetradas desde el estado. Al presidente
Milei le gusta decir que “El estado es una organización criminal”. La
definición es disparatada. Pero fue en la dictadura de Videla cuando estuvo más
cerca de no serlo. Digamos lo siguiente: no hace falta ser kirchnerista, ni un peronista
de izquierda o un socialista para estar en contra de la dictadura de Videla,
Massera y compañía. Alcanza con ser buena gente.
Por el otro
lado, porque a la hora de condenar la violencia por acá hay dos lados y no uno
solo, una multitud se congregó en la Plaza de Mayo para repudiar el golpe y los
delitos de lesa humanidad cometidos por el terrorismo de estado. Pero a la
oradora Estela de Carlotto, titular de la organización “Abuelas de Plaza de
Mayo” (una organización que llevó adelante una lucha encomiable) no se le
ocurrió mejor idea que decir sobre el presidente constitucional Javier Milei: “Yo
creo que hay que cansarlo hasta que se vaya". Ergo, organizaron un acto
para repudiar un golpe contra un gobierno legítimo de ayer y pidieron otro
contra el gobierno legítimo de hoy. Digamos lo siguiente: no hace falta ser libertario,
liberal o antikirchnerista para respetar y alentar a que un gobierno electo por
el pueblo, como el de Milei, dure en el poder lo que la Constitución dice que
tiene que durar. Alcanza con ser buena gente.
Un par de
apuntes que a los fanáticos (los brutos) nunca les queda claro. Porque no
quieren que les quede claro:
-Uno: los crímenes cometidos por los terroristas desde el
llano, aún los más atroces, no son de “lesa humanidad”. Desde el estado sí. No
se puede equiparar a quiénes actúan desde el poder del estado, con todos sus
recursos, con quiénes no actúan desde el poder del estado. No es una opinión. Así
lo dice el derecho argentino y el derecho internacional.
-Dos: la Argentina debe ser el único país del planeta
donde, para demasiada gente, la palabra “terrorista” tiene una connotación
positiva. En todo el mundo ser un terrorista es ser un criminal, un sujeto
despreciable que atenta contra la paz y la democracia. En la Argentina hay
exguerrilleros que creen que haber sido guerrilleros es una escarapela y hay
desubicados que piensan igual.
Siempre vale volver al concreto ejemplo
italiano: en los años setenta Italia tuvo que vérselas con las “Brigadas
Rojas”, una organización terrorista de extrema izquierda que tuvo tanto poder de
fuego que llegó a secuestrar y asesinar al primer ministro Aldo Moro en 1978.
Los italianos no dieron un golpe de estado para enfrentarlos. Los gobiernos
democráticos-Italia es una república parlamentaria-los combatieron dentro del
marco de la ley y los derrotaron. Dentro de la ley. Quizás algo habrán
aprendido tras haber parido nada menos que al fascismo.
Pero en la
Argentina la búsqueda de la ecuanimidad para tener un panorama amplio de todo
lo ocurrido tiene destino de fracaso. Primero, porque la explicación de los
contextos históricos es larga y estamos en una época de apogeo de una pereza
mental que exige no más de dos oraciones, una foto y a opinar como si se
supiera mucho. Este mismo editorial sufrirá eso porque alguna tara a muchos no
les permite leer más de diez líneas. Segundo, porque el bruto, a diferencia del
ignorante que sí quiere saber, no quiere dejar de ser bruto y buscará cualquier
argumento ridículo para intentar sostener las estupideces sesgadas en las que
“cree” (cree porque creer es un acto de fe donde la verdad no importa). Así
seguiremos entonces con gente que habla mucho de libertad y siente simpatía por
Videla, y con gente que habla de derechos humanos pero es capaz de llegar al
orgasmo cuando le cuentan de un atentado en el que terroristas le volaron la
cabeza a un militar, a un policía, a alguien de “la derecha”, o a algún yanqui,
aunque con ellos también hayan muerto sus hijos bebés.
Las
injusticias molestan según quién las cometa y según quién las sufra. Eso da
asco. Pero mucha gente siente de esa manera.
En algunos
ámbitos suele refutarse la llamada “Teoría de los dos demonios”, que intenta
equiparar la calificación jurídica que deben tener quiénes usurparon el poder
del estado y los terroristas. Y, hay que subrayarlo, la calificación jurídica
entre los agentes estatales y quiénes actúan desde el llano es distinta. Pero,
lamentablemente, la refutación de esta teoría suele estar a cargo de gente que
adora a los terroristas de izquierda y los venera como mártires o como héroes.
El gobierno
radical de Raúl Alfonsín, al que Milei detesta, fue el que alentó y logró el
juzgamiento y condena de las cúpulas militares y también de los principales
dirigentes guerrilleros. Pero después todos fueron indultados por otro gobierno
peronista, el de Carlos Menem. El mismo Menem al que hoy Milei y sus seguidores
consideran un “prócer”.
No hay que
olvidar que la provincia de Misiones no fue ninguna espectadora de la
dictadura. De hecho, hubo un plan sistemático de persecución y exterminio en
todo el nordeste argentino que estuvo dirigido, sobre todo, al sector agrario.
Fueron los llamados “Operativos Toba”. Los juicios por delitos de lesa
humanidad hechos en Misiones en este siglo aclararon unas cuántas cosas al
respecto.
Es hora de
dejar atrás el odio a los uniformes que tanto estimularon los “K”. Del mismo
modo que debe refutarse la idealización de los terroristas. Que de héroes no
tuvieron nada. Fueron una lacra.
Y también
habría que superar esa tradición espantosa del liberalismo argento, que
defiende más la libertad económica que las libertades individuales. Muchos de nuestros
“libertarios” (muchos macristas también) se tutean con el negacionismo. A ver
si mejoran.
¿Dónde habrá
quedado esa capacidad humana de matizar para no ver todo blanco o negro? ¿Dónde
habrá quedado?
Juan Domingo
Perón (¡Perón!) decía que “El bruto siempre es peor que un malo, porque el malo
suele tener remedio, pero el bruto no.
Y así anda
nuestra Argentina. Creyendo que el problema son los malos.
Cuando el problema son los brutos…
Walter
Anestiades