EL
ABRIGO DE MI VIEJO
Hace tres décadas, poco
después de que mi padre se fuera de este plano, me probé alguna de sus pilchas.
Recuerdo en particular un hermoso sobretodo de color marrón que no pude usar.
¿Por qué? Me quedaba demasiado grande. Tan grande como le queda el cargo de
alcalde de la ciudad de Oberá a Pablo Hassan.
La semana
pasada Hassan dio un discurso de apertura de sesiones del parlamento comunal
que se tornó bizarro. Siguiendo la clásica retórica de su partido de no hacerse
cargo de nada, fue por más y no le tembló la voz para intentar disimular las
dos décadas de desidia renovadora en los dos meses de la presidencia de Javier
Milei.
Es lógico que
Hassan esté cebado por cuatro circunstancias políticas que lo han favorecido y
lo seguirán favoreciendo hasta nuevo aviso:
1º-en Oberá, como en el resto de Misiones, sucede lo que
los politólogos llaman “cancha inclinada”. Ergo, los candidatos opositores no
tienen chances electorales ante un oficialismo que cuenta con la “caja” del
estado y usa esos recursos sin escrúpulos ni control para cooptar el voto en un
territorio donde, para muchos electores, el sufragio tiene valor de cambio. Acá
el que tiene más plata gana las elecciones
2º-el blindaje mediático que le proporciona una prensa
que ejerce la obsecuencia o por lo que dice o por lo que calla
3º-además de muy poquitos periodistas, en Misiones y en
Oberá hay muy poca oposición. El radicalismo comunal, que en manos de Eduardo
Serra intentó algo distinto, sufrió la falta de apoyo de sus propios
correligionarios. La Defensoría del Pueblo se esfuerza y mucho, pero carece de
herramientas para enfrentar una lucha tan despareja contra el poder. Y la
concejala Mara Frontini-un baluarte del republicanismo en la ciudad-se ve
acompañada por dos concejales que le están imprimiendo dinamismo a sus
gestiones como Aníbal Ramírez y Adriana Kosnicki. Pero están cometiendo el
tempranero error de dividirse en 2 y en 1 en vez de sumar y dar 3. Y los
muchachos libertarios, a la manera de sus pares nacionales, son unos tremendos
talibanes de Twitter, Instagram y Facebook.
4º-como el miedo es el principio organizador de la
sociedad obereña, la opinión pública local habla de cualquier cosa, menos de
Oberá. Especialmente de la política de Oberá y de Misiones. Si por la calle te
encontrás con alguien que te da demasiada charla y estás apurado, decile la
palabra mágica: “Rovira”. Y se borrará en cuestión de segundos
Poco
periodismo, poca oposición, mucho miedo, mucha quietud y mucho oficialismo como
actitud de vida. Todo eso, junto, para disimular la chatura de una gestión
alcanza.
Es una pena
que el grueso de los obereños hayan desperdiciado una gran chance de votar a un
candidato con un proyecto de ciudad para volver a apoyar a otro con un proyecto
de poder. Con Hassan como un mero CEO del señor feudal misionero, políticamente
Oberá es hoy otro barrio de Posadas cuyos destinos se rigen desde el Parque
Paraguayo.
Así las cosas Oberá seguirá padeciendo un
enorme atraso. Sus funcionarios, y el elenco estable del periodismo alcahuete
local, no harán otra cosa que repetir hasta el hartazgo que lo malo que ocurre
por acá es todo culpa del tremendo ajuste que está haciendo Milei.
Cero gestión.
Y encima ese discurso berreta. Una combinación patética.
Los romanos
hacían una distinción entre el “poder” y la “autoridad”. Para ellos la
autoridad era una cualidad moral. Y el poder era un instrumento de cohesión.
Pablo Hassan
se probó primero el traje de poder y le queda al cuerpo.
Después se
probó el traje de la autoridad, el traje del cargo de intendente, y le queda
como a mí aquél abrigo de mi viejo.
Le queda
grande.
Walter Anestiades
No hay comentarios:
Publicar un comentario