ASESINADA
POR “NADIE”
A veces el problema no es
saber qué pasó. A veces el problema es qué hacemos con lo que sabemos que pasó.
En la noche del sábado 17 de abril de 2004 María Elena “Marilyn” Bárbaro fue
enterrada y murió-en ese orden-en su casa de la ciudad de Oberá. Dónde todos
saben qué pasó. ¿Y qué hicieron con eso? Lo que se hace siempre en la Misiones
feudal del siglo XXI. Nada.
Hace exactamente
veinte años Marilyn Bárbaro, de 54 años de edad y con una discapacidad física
hija de la epidemia de polio que el país padeció en 1956, fue asesinada a
golpes. La autopsia confirmó que le rompieron el cráneo y que, cuando la
enterraron, aún respiraba. No se conocía la palabra “femicidio” para definir a
este tipo de crímenes. Pero sí se conocía la palabra “impunidad” que sirvió para
definir a todo lo que pasó después.
Judicialmente, y para estar en sintonía con todo lo actuado hasta
entonces, lo último ocurrió en el juicio abreviado que condenó a Rubén Oscar
Schnimg, el único de los cinco imputados que admitió haber estado esa noche ahí.
Pero fue condenado por homicidio simple y robo, lo que atenuó su pena. Para los
jueces de Oberá Jorge Erasmo Villalba y Mónica Viviana Drganc Fernández, y para
el fiscal Elías Bys, no hubo ni “ensañamiento” ni “alevosía”. A una
discapacitada que se movía en silla de ruedas le rompieron la cabeza y la
enterraron aún viva. Pero no hubo ni ensañamiento ni alevosía.
Así se hacen
las cosas por acá. Y, a juzgar por cómo votan, a la mayoría le gusta.
Después de
matar a Marilyn, mataron su recuerdo. Y el nombre de “Ticha”, su hermana tan
ciudadana y tan luchadora, ya fallecida, nunca será mencionado ni homenajeado.
Mario
Benedetti decía que su país iba a progresar cuando el uruguayo sintiera asco de
su propia pasividad.
Veinte años
después esa palabra define muy bien lo que uno siente con lo que pasó y con lo
hecho sabiendo que pasó.
Asco.
Walter Anestiades
1 comentario:
Presente Erik Barney
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