jueves, 12 de septiembre de 2013

HINCHAR LAS PELOTAS

    

           



     Napoleón no fue un genio militar por ser imbatible. Lo fue porque para que le suceda Waterloo sus enemigos debieron esperar hasta 1815. Antes los tuvo en jaque. La historia universal pero también la cotidiana tiene muchos ejemplos de personas y grupos que terminaron derrotados-o no- pero al Poder que les tocó enfrentar lo saturaron, se la hicieron muy difícil, fueron los cancerberos de su conciencia y los protagonistas de resistencias inolvidables.

    Son los hincha pelotas.

     La Argentina transita tiempos de sumisión. De Misiones ni te cuento. Y de Oberá ya sabés. Sin embargo hay gente por allá y por acá que resiste desde el coraje intelectual y el otro. Se rebelan desde la inteligencia. Son ciudadanos ahí donde abundan los vasallos. Gritan cuando la mayoría susurra o se calla. Todos los días les recuerdan al Poder lo que de un modo sorprendente por lo inhabitual la escritora Beatriz Sarlo le espetó a uno de los más insoportables panelistas de esa cloaca televisiva que es “6,7,8”: “Conmigo no, Barone”. Son los que dicen: “Conmigo no, Cristina”. “Conmigo no, Closs”. “Conmigo no, Rindfleisch”.

     “Conmigo no, CELO”, parece la consigna de un grupo de socios de la cooperativa (más o menos los mismos de siempre) que pelean por sus derechos. Derecho al agua, derecho a la energía eléctrica. Derecho a conocer lo que se hace con su dinero. Derecho a peticionar y ser escuchado. Derecho a la Justicia. Son minoría. Clara minoría ciudadana en una sociedad mayoritariamente “idiota” (en la tradición griega de los indiferentes a la cosa pública). Participan. Se comprometen. No se quedan en la militancia del dedo pulgar (“me gusta” en Facebook). Se exponen ante personas que los miran como si la lucha por tener derecho a tener agua para darse una ducha, apretar el botón del inodoro y lavar la ropa fuera cosa de otros. Cuando es cosa de ellos. Conviven con aquellos que pasan por esta vida como bien definió Arturo Jauretche: “animémonos y vayan”. Compartirán la victoria y estarán solos en la caída. Enfrentan a la estructura política, económica y mediática más poderosa que tiene Misiones: el aparato de propaganda del alcalde obereño, Ewaldo Rindfleisch. Quizás ganen. Quizás pierdan.

   Pero hacen lo que aquellos que amamos en serio a la Argentina 
haremos hasta el último de nuestros días.

     Molestar.

     Rebelarse.

     Estar ahí.

    Para hinchar las pelotas.



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