Oscar Wilde nos enseñó que “una máscara
nos dice más que una cara”. ¿Cómo saber si lo que estamos viendo es una cara o
una máscara?
El último martes de agosto de 2013 Oberá
se conmocionó. A días del comienzo de la Fiesta Nacional del Inmigrante debió
asumir muy rápido que una de sus caras
más famosas había sido una máscara.
La Fiesta no se mancha, podríamos decir en
términos maradonianos. Pero no va a ser lo mismo. No podría serlo.
Algunos que se dedican al periodismo se
toparon con la realidad de la profesión: tienen que contar lo que pasa. Fue
entonces que se toparon con la realidad de sus limitaciones: no sabían como
hacerlo.
Hubiera sido más fácil si no se hubiera
tratado de uno de “ellos”. Pero no. Era uno de “ellos”. Decidieron recurrir a
esa clase de moral que describió Marcel Proust. Esa que aparece en nosotros
cuando somos desdichados. Decidieron no nombrarlo. Llegar hasta la orilla sin
meterse en el mar. Fracasaron. La primera ola los mojó.
Nadie sabe que va a pasar. Pero quizás
hayan hecho bien en intentar no mencionarlo.
Porque si hizo lo que dicen que hizo.
Entonces no tiene nombre…
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