¿VISTE QUIÉN SE MATÓ?
Mientras
tecleo, un parte de la Policía de la provincia de Misiones informa que dos
chicas y un flaco se mataron en Garupá al chocar la moto en la que iban con un
camión que estaba estacionado. Muertes por accidentes viales que se suman a las
tantas que ocurren en cualquier parte de la provincia. De día, de noche, con
lluvia, con sol, en un día laborable, en un feriado, en una calle terrada, en
una con pavimento, en una ruta provincial o en una nacional. Choques,
despistes, exceso de velocidad, alcohol al volante. Todos los días informan que algún ciudadano de cualquier edad se lesionó o se mató adentro de
un vehículo que manejaba o en el que iba de acompañante. O que salió despedido.
O que lo atropellaron.
Lleno está de
vehículos que atropellan cualquier cosa que se les cruce: seres humanos,
animales. Lo que sea que respire y ande. Y la sociedad
naturalizó eso como naturalizó tantas otras cuestiones que, de naturales,
tienen muy poco.
Parece que
no importa mucho. Ni al gobierno. Que tiene a las infracciones viales como la
perfecta excusa para recaudar. Ni a los que manejan. Que lo
hacen mal y están creídos que lo hacen bien. Saben del peligro y eso no los
desanima, sino todo lo contrario. Quizás crean que ir a ciento cincuenta
kilómetros por hora los convierte en un émulo de Vin Diesel en alguna de las
nueve secuelas de “Rápidos y furiosos”. Deberían enterarse que no pasan de ser
una triste copia de Paul Walker, el rubio compañero de aventuras de Diesel, que
murió quemado en la vida real en noviembre de 2013 cuando chocó su auto en California.
En Oberá,
por ejemplo, se puede observar lo común que es doblar sin poner el guiño, ir
siempre a la misma marcha o exceder la velocidad incluso en pleno centro en
zona peatonal. Los inspectores que pone la municipalidad salen a recaudar. A
eso los mandan. Cuestión que, por supuesto, ningún funcionario asumiría en
público. Pero es así.
Los exámenes
para sacar o renovar el registro de conducir tienen resultados llamativos: aprueban
casi todos.
La
infraestructura vial de la provincia, lugar turístico por excelencia, da pena.
Y, para
rematarla, tenemos la entronización de esa forma de consumir la información que
es el entretenimiento. Casi nadie parece informarse para tomar conciencia de
ciertas cuestiones. Como se puso de moda no leer más de cuatro líneas (por
alguna tara que la neurología o la psiquiatría debería explicarnos), solo se leen
los títulos y se miran las fotos. Si de accidentes viales se trata, la consigna
es conseguir la imagen que mas sacie el morbo. Si alguno se pegó un palo con el
coche y terminó decapitado, el punto es ver quién tiene la foto del cuerpo sin
cabeza y la manda por WhatsApp (pasó hace muy poco). En minutos cientos o miles
la habrán visto. ¿Para tomar conciencia ciudadana de que algo hay que hacer?
No. Para entretenerse mientras toman mate o una birra.
La
asociación civil “Luchemos por la vida”,
una ONG que se toma los accidentes viales todo lo en serio que no se los toma
el estado, informó que en 2017 murieron 354 personas en
algún lugar de Misiones. Casi una por día. En lo que va
de 2018 la cosa no mejoró. A pesar de que la propaganda del
gobierno nos quiera vender felicidad contándonos que bajó la estadística porque
murieron dos o tres menos que el mes anterior.
Irresponsables
al volante. Personajes que buscan en la velocidad, la vedette del problema, la
adrenalina que no les dan las estúpidas vidas que se forjaron. Haciendo lo que
les da la gana frente a un estado que no reacciona y una sociedad que contempla.
Hay
conductores, muchos, que ya no pueden manejar más. Ya no deberían estar
manejando más.
Oscar Wilde
definió bien al deber como “eso que esperamos que hagan los otros”. Se creó una
cadena de abulia, en la que cada quién espera que otro se ocupe de lo que hay
que hacer, cosa que no sucede. Y si alguno hace algo, pues no alcanza.
De manera
urgente las autoridades deberían olvidarse por un rato de que por acá los votan igual
a pesar de lo ineptos que son y convocar a expertos en seguridad vial- que los
hay en la provincia-para pergeñar algún plan en sincronía entre el estado provincial
y los municipios y hacer lo necesario o
más. El resultado de tal acción podría equivaler a la diferencia que hay entre
vivir y morir.
En el
mientras tanto son demasiados los que andan mirando la foto del accidente con
el herido o muerto de cada día. Tratando de averiguar el nombre de quién iba en el auto o en la moto.
Sin imaginar
que, de seguir así, será tu nombre la respuesta a la pregunta.
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