UN FUNCIONARIO QUE NO FUNCIONÓ
El doctor
Carlos Fernández fue protagonista de un récord que será difícil de empardar. En
cinco meses, entre mayo y noviembre, perdió tres elecciones consecutivas. Una
comunal y dos nacionales. El alcalde de Oberá no dio la talla como tal y
tampoco como candidato a legislador. Encima, como fue electo por la minoría, en
un mes se irá a Buenos Aires y dejará en el cargo a una incógnita llamada Pablo
Hassan. Lo cierto es que entre él y Rindfleisch, Oberá ya perdió demasiado
tiempo…
Mala
decisión esa de que el político se imponga al médico. Porque sus ambiciones
personales quedaron satisfechas (dos veces alcalde y ahora diputado nacional).
Pero las de la sociedad que confió en él, ni ahí.
Cada vez que se le pregunta a los obereños
por una buena gestión comunal evocan a Sábato Romano, que gobernó hace treinta
años. Pareciera que no les queda otra que la nostalgia, ese sentimiento que
hace añorar el pasado porque no se tiene futuro. Pablo Hassan deberá completar
el período que deja inconcluso el doctor. Serán dos años en los que deberá
convivir con la desazón que deja su jefe político, la asunción de un defensor
del pueblo opositor, un proyecto “misionerista” que no pasa de ser una retórica
paga en la prensa adicta, y una economía que empeora de un modo alarmante.
Se va otro intendente que no tuvo un
proyecto de ciudad sino un proyecto de poder. Y entonces pasó lo que tenía que
pasar.
A él le fue bien.
Y a Oberá le fue mal.
Walter
Anestiades
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