UNA VICTORIA HUÉRFANA
Para Napoleón “la victoria tiene cien
padres y la derrota es huérfana”. Pero Bonaparte no vivía en la Oberá del 2022
donde la oposición, desaprovechando el envión de tres triunfos seguidos, después de
los comicios se “borró”. Donde el estado renovador, corrompido e inútil como
siempre, se desentiende de los cortes crónicos de luz y de agua y avala por
omisión que Capital del Monte reduzca servicios. Así, con una dirigencia que no
dirige, la sociedad es ganada por el temor y su secuela inmediata, la
indolencia, y no pasa de protestas virtuales que no impactan en la vida real.
Oberá está huérfana de líderes y eso agobia más que el calor de enero.
Oberá es parte de la Misiones feudal de
Rovira, lo que obliga a la lucha y al esfuerzo ciudadano para gozar de sus derechos.
Con una institucionalidad meramente formal, con un poder omnímodo sin
contralores y con escasa prensa que no reporte al gobierno, urge la aparición
de dirigentes que canalicen el mal humor social. Un mal humor que acaba de
expresarse con todo en las urnas. La gente sufre ante un gobierno calamitoso,
tiene miedo, no se une para tornarse más fuerte, y Juntos por el Cambio no
capta el mensaje de las urnas. Se los necesita para que estén encima del poder,
haciendo marcación personal. Pero no están. ¿Una mesa de dirigentes del
radicalismo, del PRO y de Activar que esté atenta a la desidia oficial y que
sea el vehículo de las demandas de una sociedad harta que para eso los votó?
Por ahora nada. ¿Motivo? Deben ser las Fiestas, enero, el calor, las playas de
Ituzaingó…
Oberá vive algo muy diferente de lo que
pensó Napoleón. La derrota tiene un padre que es el exalcalde Carlos Fernández.
Pero la victoria, no tiene ninguno.
Walter Anestiades
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