LA DINÁMICA QUE ESPERA
La paz no es
la quietud, de modo tal que la sociedad obereña debería encontrar la forma de
salir de esa “pax” romana (“paz” en latín), como la que los conquistadores
imponían a los pueblos sometidos. Era la quietud del yugo. La orfandad de
líderes tiene mucho que ver con ese quedo, que en yunta con el conformismo, es
de lo peor que una persona y un pueblo pueden padecer. Oberá necesita líderes.
Pero no surge ninguno.
El momento pareciera ser más que propicio.
El votante obereño viene de castigar tres veces consecutivas al oficialismo.
Sin embargo Juntos por el Cambio, que fue la expresión electoral de ese hartazgo
de dos décadas de atraso que tiene nombres propios y son todos renovadores, no
termina de parir dirigentes capaces de canalizar las demandas sociales. Hay una
dinámica, hay una bronca, hay un empacho ciudadano, que espera el estímulo que
necesita. Pero no llega.
La demanda de luz y de agua ameritaría que
surjan dirigentes (alguien que guía) que la enfoque hacia los caminos
institucionales que hay que recuperar (en los feudos no hay checks and
balances). Y hay otras demandas propias de cuando la desidia, la ineptitud y la
corrupción se tornan marca registrada de un gobierno.
Henry Kissinger decía que “el líder debe
llevar a la gente desde dónde están a dónde nunca han estado”.
Pero esos líderes no aparecen y la cantidad de
ciudadanos que se autoconvocan es modesta. La mayoría sigue donde está. Quietos.
Como si eso fuera la paz…
Walter
Anestiades
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