¿GUATEPEOR
DERROTÓ A GUATEMALA
O GUATEMALA DERROTÓ A GUATEPEOR?
Ayer el ex
presidente “Lula” Da Silva venció en el balotaje al actual presidente Jair
Bolsonaro. Los números del comicio expresan de un modo contundente la
polarización que vive la sociedad brasileña: Lula ganó por un 1,8 % (50,9 a
49,1) y por 2 millones de votos en un electorado de 156 millones. Bolsonaro se
quedó con el apoyo de los gobernadores de los tres grandes estados: San Pablo
(Tarcísio Gomes de Freitas), Río de Janeiro (Claudio Castro) y Minas Gerais
(Romeu Zema). Y el partido de Bolsonaro, en el senado solo y en diputados con
aliados, controlará el Congreso.
Siempre las victorias y las derrotas
electorales son multicausales, pero analicemos con trazos gruesos la derrota
del actual presidente y la victoria del expresidente.
¿Por qué perdió Bolsonaro? Dos motivos
fuertes:
-el avance
de la izquierda en la región. A partir del 1º de enero del año que viene las
cinco mayores economías de América Latina estarán manejadas por gobiernos de
izquierda o progresistas: Brasil, México, Argentina, Chile y Colombia. Y en
2023, de los diez países de Sudamérica (exceptuando a Guyana y Surinam,
colonias independizadas de Inglaterra y Holanda hace menos de seis décadas),
ocho estarán gobernados por izquierdistas o progresistas, con las excepciones
de Uruguay y Paraguay.
-Bolsonaro.
El rechazo a la figura de Bolsonaro, un ultraderechista rico en expresiones
misóginas y heterofóbicas y nostálgico de las dictaduras militares que sufrió
su país, amigo de Putin, y que minimizó la pandemia de coronavirus al grado de
“gripezinhia” (una “gripe” que mató a 700 mil brasileños), se complementa con
la malaria económica que tiene al 15% de los brasileños pasando hambre y a
muchos desocupados de la “gripezinhia” que no encuentran trabajo. En los
últimos meses Brasil tuvo deflación, es cierto, pero los argentinos que vivimos
el menemismo ya nos anoticiamos de que la inflación genera pobres pero su
ausencia por sí sola no genera desarrollo.
¿Por qué ganó Lula? Dos motivos fuertes:
-El instinto
de supervivencia de la socialdemocracia brasileña: Lula fue apoyado por algunos
de sus más acérrimos detractores. Fernando Henrique Cardoso, quién lo derrotó
en las presidenciales del 94 y del 98, pidió votar por él. José Serra, quién
perdió la presidencial de 2002 con Lula, también lo apoyó. Y ni hablar del
papel de Gerardo Alckmin, exgobernador de San Pablo y rival derrotado por Lula
en las presidenciales de 2006, que ahora será nada menos que su vicepresidente.
Todos entendieron que Lula era el único que podía vencer a Bolsonaro y
permitirles la supervivencia política.
-La altísima
tolerancia de la sociedad latinoamericana a la corrupción. Negar que el Partido
de los Trabajadores ha ejercido el poder de un modo corrupto y que el
“Lavajato”, la destitución de Dilma Rousseff y la condena al propio Lula-preso
durante 19 meses-fue una “maniobra” propia del “Lawfare”, como dirían los
kirchneristas por aquí, es cosa de necios. ¿Una parte importante de brasileños,
argentinos y otros latinoamericanos no tienen drama con eso de votar corruptos
sabiendo que lo son? No, no tienen. Y negarlo es aún más necio.
“Y si vas a la derecha y cambiás hacia la
izquierda ¡Adelante!”, canta Charly García en “Esos raros peinados nuevos”.
De izquierda a derecha y de derecha a
izquierda.
De Guatepeor a Guatemala y de Guatemala a
Guatepeor.
Es la historia de América Latina…
Walter
Anestiades