NO ES
LA AUTORIDAD. ES EL PODER
Hace dos
décadas que en Misiones el grueso de los empleados públicos es el principal
sostén electoral del estado rovirista. Ahora la alétheia del gobierno mileísta
puso a policías y docentes en la misma avenida. Unos quieren un sueldo digno y los
otros un sueldo digno y otras dignidades más. Le protestan a unos
impresentables que nunca tuvieron autoridad. Pero siempre tienen el poder.
Con el paso de
los años, y especialmente con la desaparición de “Marilú” Leverberg, el
gremialismo docente ya no supo cómo seguir vendiendo el beneficio de unos pocos
como una mejora colectiva. La realidad de unos salarios que están entre los más
miserables del país dejó a tanta obsecuencia en ridículo y la protesta, durante
mucho tiempo marginal, se tornó admitida y numerosa. Hoy los docentes
misioneros que quieren-y precisan-un salario digno, pero que también están
hartos del yugo feudal renovador, ya son unos cuántos.
Ser policía es
otra cosa. Es otra convicción. Es otra mentalidad. Y en Misiones es también,
como la docencia, una de las pocas salidas laborales. Pero un policía sabe que
hasta el día que se retire siempre le hará la venia a alguien para mantener el
trabajo. Los docentes que protestan se cansaron, precisamente, de hacerle siempre
la venia a alguien para mantener el trabajo. De eso se trataron los días de
apogeo del gremio UDPM.
En la
docencia que chilla hay una rebeldía que no se calma con plata. En la policía
que protesta hay un malestar que solo se calma con plata. Un docente no es
mejor que un policía ni viceversa. Pero unos quieren un sueldo digno para
seguir siendo los garantes de la “pax” misionera. Los otros quieren paz de
verdad.
El estado
rovirista, siempre canalla, siempre patotero, siempre explotador, buscará
consensuar de una buena vez el numerito de aumento porcentual que desactive la
protesta policial que atrajo las luces alcahuetes de los mass-media nacionales.
¿Y los docentes? Volverán a quedar solos con sus salarios apenas un poquito menos
miserables, pagados por un oficialismo que ya ha demostrado lo cómodo que se
siente al ningunearlos.
Quiénes
pretenden vivir algunas aventuras del pensamiento en mayo de 2024, con las
protestas callejeras, deberían abrir los ojos y ver que la oportunidad real de
cambio fue en mayo de 2023, con el voto en las urnas.
El papel
vergonzoso del pusilánime gobernador Hugo Passalacqua y de ese patotero de
estado que es el ministro de gobierno Marcelo Pérez, puso en ridículo a los 425
mil electores que hace un año volvieron a votar con “v” corta a quiénes se
merecían ser botados con “b” larga.
Los romanos
hacían una distinción entre el poder y la autoridad. La autoridad era una
“cualidad moral”. Y el poder era un “instrumento de coerción”. Cualquiera puede
tener poder. Pero no cualquiera tiene autoridad.
Y así anda y
andará Misiones.
En manos de
los que nunca tuvieron autoridad.
Pero siempre
tienen el poder.
Walter Anestiades
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