sábado, 16 de agosto de 2025

 

MEDICE, CURA TE IPSUM

 (“MÉDICO, CÚRATE A TI MISMO”)

 

     "Médico, cúrate a ti mismo" (en latín, Medice, cura te ipsum) es un proverbio que se encuentra en la Biblia, en el Evangelio de Lucas (4:23). Con el paso del tiempo fue siendo interpretado de modos diferentes. Si se trata de Oscar Herrera Ahuad, un médico que hizo de la sumisión a Carlos Rovira el Alfa y la Omega de su vida política, no queda otra que usarlo para subrayar sus incongruencias. ¿De dónde sacaron los electores que ser un buen médico es garantía de ser un buen político?  ¿Favaloro hubo uno solo? Es una pena que un buen médico devenga en pésimo político. Porque no es buena cosa cambiar el juramento hipocrático por una vida política de hipocresía.

     Oscar Herrera Ahuad nació en Santiago del Estero. De eso se cumplen en este agosto 54 años. Se radicó de muy chico en Misiones, estudió medicina en Corrientes y empezó a ejercer en la tierra colorada hasta que la pifió. No porque se haya metido en política, una actividad que puede ser noble, sino porque milita en el innoble arquitecto de la decadencia misionera en el siglo XXI: la renovación.

    Fue secretario de salud durante el segundo mandato de Maurice Closs. Fue vice de Hugo Passalacqua en su primer período y la dedocracia rovirista lo elevó a la gobernación. ¿Qué hizo como gobernador? Lo mismo que hace cualquiera que se tira a una pileta en una tarde muy cálida de verano: nada.

    Después Rovira lo puso al frente del parlamento provincial. Y ahora lo manda al Congreso de la Nación para que acompañe a los tres diputados renovadores que seguirán en el cargo, sustituyendo al también médico pediatra, y tan disciplinado como él, el exalcalde obereño Carlos Fernández.

 

     Herrera Ahuad va al Congreso (porque va a ser electo) a seguir haciendo lo que hará hasta el último día de su vida política: lo que Rovira le ordene. Santa Teresa de Jesús decía que le temía al infierno porque ahí no se puede amar. En la renovación no se puede disentir.

    Ya hemos escrito acerca de que la vanidad es el pecado favorito de Mandinga (lo enseña Al Pacino en la película “El abogado del diablo”), y el de Rovira también. Más allá de las caricias al ego que implican los pasos por cargos importantes como el de ministro, intendente, diputado o gobernador, amerita preguntarse ¿por qué estos buenos galenos no se quedaron ejerciendo la medicina sin salir nunca de ahí?

      El exgobernador y diputado provincial tiene reputación de ser un buen tipo y un buen médico. Pero fue precisamente como gobernador y como diputado local que a la comunidad no le aportó nada.

    Herrera Ahuad, mejor curate a vos mismo.

 

-Walter Anestiades

-Foto: Primera Edición

    

 

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