sábado, 2 de agosto de 2025

 

               NO ES PAÍS PARA VIEJOS

 

     “Doy todas mis posesiones por un momento más de tiempo”, dicen que dijo Isabel I, la reina de Inglaterra, en 1663, antes de morir. El destrato a los jubilados lleva tanto tiempo que ya es propio de la argentinidad. Para ellos nunca hay plata. El sistema los desprecia y “afectan el equilibrio fiscal”. Los jubilados, como Isabel, tienen poco tiempo. Pero, a diferencia de ella, tienen poco que ofrecer.

     El presidente Milei vetó la ley que disponía un incremento del 7,2% para todas las jubilaciones y un aumento del bono que vienen percibiendo de $70.000 a $110.000. La caradurez es doble. La de un Presidente que nos dice que los jubilados afectan el orden de las cuentas públicas (como si fueran los culpables de su desorden), y la caradurez de los que aprobaron la ley pero que, cuando fueron gobierno, mantuvieron los haberes previsionales en un monto miserable.

      Siempre pasa lo mismo. Con los gobiernos que metieron la mano en las cajas jubilatorias. Con los que demoraron el pago de las sentencias previsionales (suele pasar que, al jubilarte, el estado calcula mal tus haberes y “mal” quiere decir “menos” y tenes que iniciar una demanda). Con los que pagaron esos juicios con bonos. Con Fernando de la Rúa, que tenía un programa radial en el que “defendía” a los jubilados pero que, al ser presidente, les descontó el 13% de sus haberes (Carlos Rovira hizo lo mismo en Misiones, en su primer mandato como gobernador por el PJ). Con Cristina Kirchner que en octubre de 2010 vetó el 82% móvil que sancionó el Congreso con un argumento similar al de Milei (“Esta ley la hicieron para que quiebre el estado”, dijo la líder nacional y popular). Con la clase pasiva siempre pasa lo mismo.

    No quedaría nada bien poner en palabras lo que los hechos vienen gritando: una persona que se jubila deja de producir, ya no le sirve al sistema, y el hecho de que siga viviendo se torna inconveniente para cualquier gobierno.

      Pregunta: ¿alguna vez el estado nacional se ocupará en serio de proteger a quiénes trabajaron, y aportaron, durante toda su vida? Respuesta: no. Otra pregunta: ¿alguna vez los estados provinciales que pagan haberes aún más miserables (ejemplo: Misiones con el Instituto de Previsión Social) pagarán haberes dignos a sus jubilados? Respuesta: tampoco.

     Cuando un trabajador se jubila deja de importarle al estado, sea el nacional, el provincial o el comunal. Lo administre quién lo administre. Lo demuestran con lo que le pagan, en como atienden su salud y con el destrato general que le dispensan.

      Así sucede siempre en la Argentina.

      No es país para viejos.



Walter Anestiades

 

               

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