NO ES PAÍS PARA VIEJOS
“Doy todas
mis posesiones por un momento más de tiempo”, dicen que dijo Isabel I, la reina
de Inglaterra, en 1663, antes de morir. El destrato a los jubilados lleva tanto
tiempo que ya es propio de la argentinidad. Para ellos nunca hay plata. El
sistema los desprecia y “afectan el equilibrio fiscal”. Los jubilados, como
Isabel, tienen poco tiempo. Pero, a diferencia de ella, tienen poco que
ofrecer.
El presidente Milei vetó la ley que
disponía un incremento del 7,2% para todas las jubilaciones y un aumento del
bono que vienen percibiendo de $70.000 a $110.000. La caradurez es doble. La de
un Presidente que nos dice que los jubilados afectan el orden de las cuentas
públicas (como si fueran los culpables de su desorden), y la caradurez de los
que aprobaron la ley pero que, cuando fueron gobierno, mantuvieron los haberes previsionales
en un monto miserable.
Siempre pasa lo mismo. Con los gobiernos que
metieron la mano en las cajas jubilatorias. Con los que demoraron el pago de
las sentencias previsionales (suele pasar que, al jubilarte, el estado calcula
mal tus haberes y “mal” quiere decir “menos” y tenes que iniciar una demanda).
Con los que pagaron esos juicios con bonos. Con Fernando de la Rúa, que tenía un
programa radial en el que “defendía” a los jubilados pero que, al ser
presidente, les descontó el 13% de sus haberes (Carlos Rovira hizo lo mismo en
Misiones, en su primer mandato como gobernador por el PJ). Con Cristina
Kirchner que en octubre de 2010 vetó el 82% móvil que sancionó el Congreso con
un argumento similar al de Milei (“Esta ley la hicieron para que quiebre el
estado”, dijo la líder nacional y popular). Con la clase pasiva siempre pasa lo
mismo.
No quedaría nada bien poner en palabras lo
que los hechos vienen gritando: una persona que se jubila deja de producir, ya
no le sirve al sistema, y el hecho de que siga viviendo se torna inconveniente
para cualquier gobierno.
Pregunta: ¿alguna vez el estado nacional
se ocupará en serio de proteger a quiénes trabajaron, y aportaron, durante toda
su vida? Respuesta: no. Otra pregunta: ¿alguna vez los estados provinciales que
pagan haberes aún más miserables (ejemplo: Misiones con el Instituto de
Previsión Social) pagarán haberes dignos a sus jubilados? Respuesta: tampoco.
Cuando un trabajador se jubila deja de
importarle al estado, sea el nacional, el provincial o el comunal. Lo administre
quién lo administre. Lo demuestran con lo que le pagan, en como atienden su
salud y con el destrato general que le dispensan.
Así sucede siempre en la Argentina.
No es país para viejos.
Walter
Anestiades
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