SE PUEDE VIVIR EN OBERÁ SIN SER
UN LACAYO DEL PODER
“¿Dónde estará mi vida, la que pudo haber
sido y no fue…?”. Así, preguntando eso, Jorge Luis Borges comienza su poema “Lo
perdido”. Parece que hay personas que no pueden ser otra cosa que siervos de
algún amo. No pueden presentarle batalla a la seducción del poder porque no
tienen con qué. Una vida cómoda pero indecorosa se llevó otra de sacrificio
pero de honestidad. ¿Vivís en Oberá y tu silencio es la garantía de tu acomodo?
¿Dónde estará entonces esa otra vida tuya, una más digna, la que pudo haber
sido y no fue?
Oberá, como Misiones (y como todo el país),
vive por debajo de sus posibilidades. Sus habitantes no deberían tener
problemas con el suministro de energía eléctrica (toda la zona centro debería
disponer de una buena vez de una nueva línea de 132 kV). Tampoco debería
faltarle a nadie el agua de red (Oberá está sobre el acuífero Guaraní, una reserva
mundial de agua dulce). Y es inadmisible que en pleno siglo XXI haya tanto
cristiano sin cloacas, caminando por calles de tierra, que ante una nana más
fuerte que un resfrío deba ir a Posadas, y al que le sea más fácil conseguir
droga que un trabajo.
Todo esto sigue pasando porque el número
de personas que ante el poder permanecen mudos, absortos y de rodillas (como en
ese poema de Bécquer), es determinante. La alianza tácita entre los que siguen
la corriente y los “quietitos” deja a los dignos padeciendo las imposiciones de
los ineptos que ganan las elecciones.
No es cierto que no se pueda hacer
periodismo crítico y haya que dedicarse a ser un mero publicista del gobierno.
No es cierto que la única actitud posible de un socio de la CELO sea pagar
facturas y resignarse al hermetismo de los que dirigen una cooperativa que es
suya. No es cierto que haya que naturalizar el pagar servicios de Suiza para
recibir servicios de Haití. No es cierto que el porvenir de un artista o un
escritor sea cebarle mates al director de cultura para no perder un subsidio.
No es cierto que el progreso personal empiece por acomodarse con la renovación.
Así piensan y actúan los cobardes.
En radio Oxígeno de Oberá acabamos de
cumplir veinte años informando lo que había que informar sin hacerle de triste
mensajero a ningún poderoso. Pudimos hacerlo.
Llevar una vida independiente del poder no
es cosa fácil. Para nada. Pero, ¿quién dijo que la vida tiene que ser fácil?
Escribe Julio Cortázar en “Todos los
fuegos, el fuego”: “Hasta lo inesperado acaba en costumbre cuando se ha
aprendido a soportar”.
¿Dónde estará tu vida mejor, esa que
podría dejar un legado digno?
La que pudo haber sido. Y no fue.
Walter
Anestiades
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