domingo, 31 de agosto de 2025

 

  SE PUEDE VIVIR EN OBERÁ SIN SER

         UN LACAYO DEL PODER

 

     “¿Dónde estará mi vida, la que pudo haber sido y no fue…?”. Así, preguntando eso, Jorge Luis Borges comienza su poema “Lo perdido”. Parece que hay personas que no pueden ser otra cosa que siervos de algún amo. No pueden presentarle batalla a la seducción del poder porque no tienen con qué. Una vida cómoda pero indecorosa se llevó otra de sacrificio pero de honestidad. ¿Vivís en Oberá y tu silencio es la garantía de tu acomodo? ¿Dónde estará entonces esa otra vida tuya, una más digna, la que pudo haber sido y no fue?

    Oberá, como Misiones (y como todo el país), vive por debajo de sus posibilidades. Sus habitantes no deberían tener problemas con el suministro de energía eléctrica (toda la zona centro debería disponer de una buena vez de una nueva línea de 132 kV). Tampoco debería faltarle a nadie el agua de red (Oberá está sobre el acuífero Guaraní, una reserva mundial de agua dulce). Y es inadmisible que en pleno siglo XXI haya tanto cristiano sin cloacas, caminando por calles de tierra, que ante una nana más fuerte que un resfrío deba ir a Posadas, y al que le sea más fácil conseguir droga que un trabajo.

     Todo esto sigue pasando porque el número de personas que ante el poder permanecen mudos, absortos y de rodillas (como en ese poema de Bécquer), es determinante. La alianza tácita entre los que siguen la corriente y los “quietitos” deja a los dignos padeciendo las imposiciones de los ineptos que ganan las elecciones.

     No es cierto que no se pueda hacer periodismo crítico y haya que dedicarse a ser un mero publicista del gobierno. No es cierto que la única actitud posible de un socio de la CELO sea pagar facturas y resignarse al hermetismo de los que dirigen una cooperativa que es suya. No es cierto que haya que naturalizar el pagar servicios de Suiza para recibir servicios de Haití. No es cierto que el porvenir de un artista o un escritor sea cebarle mates al director de cultura para no perder un subsidio. No es cierto que el progreso personal empiece por acomodarse con la renovación.

    Así piensan y actúan los cobardes.

     En radio Oxígeno de Oberá acabamos de cumplir veinte años informando lo que había que informar sin hacerle de triste mensajero a ningún poderoso. Pudimos hacerlo.

    Llevar una vida independiente del poder no es cosa fácil. Para nada. Pero, ¿quién dijo que la vida tiene que ser fácil?

     Escribe Julio Cortázar en “Todos los fuegos, el fuego”: “Hasta lo inesperado acaba en costumbre cuando se ha aprendido a soportar”.

     ¿Dónde estará tu vida mejor, esa que podría dejar un legado digno?

    La que pudo haber sido. Y no fue.

 

Walter Anestiades

 

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