viernes, 19 de septiembre de 2025

 

                 LA PRESBICIA SOCIAL

 




      La presbicia es cuando los ojos pierden, gradualmente, la capacidad para ver de cerca. Es una disfunción visual común que viene con la edad. Sin embargo, en Oberá, la presbicia afecta también a mucha gente joven. Parece que el obereño ve bien lo que pasa lejos, pero no ve lo que sucede en la esquina de su casa. Es estupendo rebelarse contra las injusticias perpetradas desde la Casa Rosada por los gobiernos nacionales. Pero resulta pésima la inacción ante las injusticias pensadas en Posadas y orquestadas desde la obereña calle Jujuy y la obereña calle Corrientes.

     En las últimas horas la sociedad local se movilizó en defensa de la universidad pública, que por ser pública es desdeñada por el ADN libertario de Milei. Es un síntoma de salud. Pero ¿por qué esas personas, y otras más, nunca reclaman que el estado comunal deje de cobrarles servicios de Suiza y brindarle servicios de Haití? Todo lo que ocurre con el transporte urbano (donde los intereses de la empresa a cargo siempre están por encima del interés de los usuarios, incluso para el estado comunal), con el Sistema de Estacionamiento Medido (implementado de un modo confuso en el que siempre hay un único perdedor: el bolsillo del ciudadano), o con la ineptitud crónica de la cooperativa que da la luz, el agua potable, el gas en garrafas y te entierra y mantiene un hermetismo tan disparatado que el último Balance presentado data de 2022 cuando estamos en 2025. Son problemas locales que reconocen, exclusivamente, responsables locales. Recibir buenos servicios en vez de unos malos y caros amerita dejar de poner emojis en las redes sociales para exigirle con cara, voz y cuerpo al alcalde Pablo Hassan, a la titular de la CELO María Pires y al señor feudal Carlos Rovira que mejoren la gestión como el presidente Milei debe mejorarla.

    Una visita al oculista y unos anteojos recetados suelen corregir la presbicia. Hay que ver bien todo: lo que pasa lejos y lo que pasa cerca.

     “Lo esencial es invisible a los ojos”, escribe Antoine de Saint-Exupéry en “El Principito”.

      Desfilan académicos y personas con una formación intelectual sólida, que ven bien lo que pasa en Buenos Aires pero debe ser su presbicia la que les impide ver lo que pasa acá nomás. No se les conoce un reproche a este estado local que no hace otra cosa que meterle la mano en el bolsillo a los contribuyentes.

      En Oberá lo esencial es invisible a los ojos.

 

 

Walter Anestiades

 

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