LA PRESBICIA SOCIAL
La presbicia es cuando los ojos pierden, gradualmente, la capacidad para ver de cerca. Es una disfunción visual común que viene con la edad. Sin embargo, en Oberá, la presbicia afecta también a mucha gente joven. Parece que el obereño ve bien lo que pasa lejos, pero no ve lo que sucede en la esquina de su casa. Es estupendo rebelarse contra las injusticias perpetradas desde la Casa Rosada por los gobiernos nacionales. Pero resulta pésima la inacción ante las injusticias pensadas en Posadas y orquestadas desde la obereña calle Jujuy y la obereña calle Corrientes.
En las últimas horas la sociedad local se
movilizó en defensa de la universidad pública, que por ser pública es desdeñada
por el ADN libertario de Milei. Es un síntoma de salud. Pero ¿por qué esas personas, y otras más, nunca reclaman que el estado comunal deje de cobrarles servicios
de Suiza y brindarle servicios de Haití? Todo lo que ocurre con el transporte
urbano (donde los intereses de la empresa a cargo siempre están por encima del
interés de los usuarios, incluso para el estado comunal), con el Sistema de
Estacionamiento Medido (implementado de un modo confuso en el que siempre hay
un único perdedor: el bolsillo del ciudadano), o con la ineptitud crónica de la
cooperativa que da la luz, el agua potable, el gas en garrafas y te entierra y
mantiene un hermetismo tan disparatado que el último Balance presentado data de
2022 cuando estamos en 2025. Son problemas locales que reconocen,
exclusivamente, responsables locales. Recibir buenos servicios en vez de unos
malos y caros amerita dejar de poner emojis en las redes sociales para exigirle
con cara, voz y cuerpo al alcalde Pablo Hassan, a la titular de la CELO María
Pires y al señor feudal Carlos Rovira que mejoren la gestión como el presidente
Milei debe mejorarla.
Una visita al oculista y unos anteojos
recetados suelen corregir la presbicia. Hay que ver bien todo: lo que pasa
lejos y lo que pasa cerca.
“Lo esencial es invisible a los ojos”, escribe
Antoine de Saint-Exupéry en “El Principito”.
Desfilan académicos y personas con una
formación intelectual sólida, que ven bien lo que pasa en Buenos Aires pero
debe ser su presbicia la que les impide ver lo que pasa acá nomás. No se les
conoce un reproche a este estado local que no hace otra cosa que meterle la
mano en el bolsillo a los contribuyentes.
En Oberá lo esencial es invisible a los
ojos.
Walter
Anestiades
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