LA RENOVACIÓN Y MISIONES NO SON
SINÓNIMOS, SON ANTÓNIMOS
Si algo
demuestra la realidad política local en el siglo XXI es que mientras mejor le
va a Carlos Rovira peor le va a Misiones. La estrategia comunicacional de
apropiarse del término “misionerismo” para publicitar que los intereses del
partido político que gobierna son los mismos intereses de la sociedad misionera
no es nada original y es bastante berreta.
Los
misioneros elegirán el domingo a tres diputados nacionales al tiempo que viven
en una provincia que ni siquiera tiene acceso a la red de gas natural. Las
alianzas políticas de hecho que Rovira pergeñó a través de sus lacayos Maurice
Closs, Hugo Passalacqua y Oscar Herrera Ahuad con los cuatro gobiernos
nacionales kirchneristas (Néstor, Cristina dos veces y Alberto Fernández) con Mauricio
Macri y ahora con Javier Milei le habrán servido a Rovira, a Closs, a
Passalacqua, a Herrera Ahuad, a Néstor, a Cristina, a Alberto, a Macri y a Milei, pero no le sirvió a los misioneros.
En la zona centro de Misiones ni siquiera
se logró cambiar la vetusta línea de 132 kilovoltios por una nueva para que sus
habitantes tengan energía eléctrica suficiente. Durante años ese reclamo fue
ignorado por completo y hay que ser un obtuso para pretender que en Buenos
Aires importe lo que no importa en Posadas.
Seguramente el voto clientelar, propio de
los feudos, llevará a Oscar Herrera Ahuad al Congreso Nacional. Se trata de un
personaje inauténtico, sin ningún tipo de autonomía política, que ni siquiera
explicó cómo financió la campaña electoral que mañana termina.
El filósofo Darío Sztajnszrajber
popularizó una frase de Theodor Adorno, filósofo alemán del siglo XX: “Amar es
retirarse para que el otro sea”.
Rovira nunca dejará el poder para que
Misiones, la tierra en que nació, “sea”.
Nunca la amó.
Walter
Anestiades
No hay comentarios:
Publicar un comentario