martes, 4 de junio de 2013

DELIRIOS DE GRANDEZA

    

           



     Ewaldo Rindfleisch conoce como nadie a la burguesía obereña. Quizás por ser un emergente de ella sabe mucho acerca de cuánto valora ese sector el “tener” más que el “ser”. Sabe todo acerca de su moral de mierda (ni derechos del todo ni torcidos del todo), la misma que lo catapultó a ser el intendente más veces electo-tres- en la historia local. Como los “mitos convenientes” que Platón sugiere que el líder brinde a su pueblo en “La República”,  Rindfleisch acierta en darles alguno cada tanto.  La facultad de Medicina en 2003. El parque Termal más adelante. Ahora un nuevo centro. En Oberá, la ciudad sin ciudadanos, la misma en la que el status social no lo da la vivienda sino el auto, hablar con la poesía y gobernar con la prosa políticamente paga mucho.
     En días el actual centro de la ciudad será un caos. Arribar a las nuevas paradas de colectivos urbanos será una lotería y estacionar una quimera. Y, mínimo, por un año y medio. Dicen que el Centro Cívico pasaría a ser semi-peatonal. Por ahora los comerciantes de la zona, además de inflación, impuestos y escasas ventas, tendrán un nuevo rival a vencer: la paciencia.
     La obra les costará a los misioneros unos 19 millones de pesos 
     La ciudad está en emergencia hídrica, situación moderada ahora porque la temperatura ya no llega a los treinta grados, cosa que volverá a ocurrir en cuatro o cinco meses cuando ya se haya votado. Es también una boca de lobo dada la pobreza de la iluminación pública. Muchos barrios parecen más cercanos al siglo XIX que al XXI. La harpaxofobia (el extremo miedo a ser robado) se va apoderando de los ciudadanos que se van enterando en carne propia que la inseguridad no era una sensación. Algunos destacamentos policiales tienen que pedirle el móvil prestado a otros destacamentos policiales porque ellos no tienen. Si se produjera algún incendio de proporciones los esforzados bomberos locales no tendrían escalera-ni agua-para intentar sofocarlo. En alguna escuela tienen que improvisar aulas para dar clases. La droga pasea su impunidad por el actual centro y lo seguirá haciendo por el futuro, cuando quede más lindo, al tiempo que sus víctimas no tienen dónde recibir atención gratuita. Lo mismo para los pacientes oncológicos que deben ir sí o sí a hacerse sus sesiones de quimioterapia a Posadas.
     En Oberá se hacen cosas pero a favor de un desarrollo absolutamente desparejo y por ende injusto. No importa. Con el Poder acumulado durante los últimos tres lustros Ewaldo Rindfleisch despierta cada mañana y lo que se le pase por la cabeza lo puede hacer sin obstáculo alguno. Maneja la “caja”, la estructura, la mayoría de los medios de comunicación, las iglesias (fundamental)  y tiene bien disciplinados a los integrantes de las instituciones como para que se autocensuren lo suficiente. Un día Oberá tendrá un intendente con otra cabeza. Alguien que le saque jugo a su potencial y genere un desarrollo con equidad. Será el día en que los obereños prosperarán más que su intendente. Pero ese día no es ahora.
     “Una máscara nos dice más que una cara”, escribió Oscar Wilde.
       Llena ya la ciudad de muchas máscaras, ahora el centro se pondrá la suya…
    
     

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