jueves, 15 de agosto de 2013

54% DE RABIA

    

              



     Que nadie piense que el kirchnerismo se terminó. Y no lo digo para que alguien se alegre, sino para que todos estén alertas.
     Cristina Kirchner dice que el Frente para la Victoria ganó las P.A.S.O., que los medios de comunicación distorsionaron los resultados porque no dijeron que su partido “ganó en la Antártida”, que la oposición que la venció es un grupo de suplentes de gente poderosa y mala  y  los que no la votaron desagradecidos que no valoran los logros de la “revolución” que lleva adelante. El problema no es tanto que lo diga. El problema es que lo cree.
     Durante años te advertimos lo peligroso que puede ser darle tanto Poder a alguien sin que nadie lo controle. La Democracia tiene sus reglas y no están de adorno. Ahora es probable que después de una década de hacerle creer a la señora que era una Reina, no alcancen ni una elección ni dos para recordarle que es sólo una Presidente.
     A Cristina Kirchner le quedan dos años de mandato constitucional. ¿Qué va a hacer? ¿Qué va a pasar? Solo su mente lo sabe. A esto se ha arribado por tanto voto irresponsable que concentró Poder: el país depende de lo que a una mente se le antoje y el cuerpo que la alberga tiene el Poder más que suficiente para ponerlo en práctica sin regulaciones.
     Resulta que en la Argentina no hay “cosas pendientes”, un slogan de campaña que pretende que se ha avanzado mucho. En la Argentina queda todo por hacer en materia de Salud, Educación, Justicia, Seguridad, generación de empleo, acceso a los servicios públicos, distribución de la riqueza, calidad institucional y todo lo que tenga que ver con elevar en la cotidianeidad y no en la mera retórica los estándares de calidad de vida.
     En las P.A.S.O nadie fue electo para nada. Solo se los habilitó para participar de los comicios  del 27 de octubre venidero y ahí sí podrán ser ungidos para  cargos legislativos. Incluso, con guarismos similares al 11 de agosto, una nueva derrota oficialista no menguará demasiado su control casi omnímodo sobre el Congreso Nacional. ¿Para qué sirve entonces votar opositores? Para desactivar cualquier intento de reforma constitucional, para que la idea loca de una “Cristina eterna” no pase de una idea loca y mantener la imprescindible alternancia en el Poder. Nada menos.
     De acá a octubre Cristina Kirchner hará todo lo que pueda-y puede mucho-para transformar una derrota en victoria. Probablemente, volverá a perder. Después, para ella tener un 54% de apoyo como en 2011 o un 26% como el que tuvo ahora, o lo que le quede en octubre,  es lo mismo. No reconoce límites y, cada vez más, reacciona con rabia. Para rematarlo, o rematarnos, la economía post-electoral viene con menos “caja”  cuando ha sido la “caja” lo que nos trajo hasta acá.
     No vendrá ningún apocalipsis. Nadie se va a morir. Pero no hace falta llegar a eso para sufrir.
     Como tanto desequilibrio no se corrige rápidamente, la sociedad deberá hacerse cargo de lo que permitió. No se termina un proyecto político nacional y popular. Lo que se termina es un proyecto de Poder personal. Cristina no niega  la realidad de las cosas. Se niega a irse.
     Decía Martín Lutero (teólogo alemán, 1483-1546): "Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden dejan una herida profunda."
     Demasiada soberbia con demasiado Poder provocan demasiada rabia.
     Tené cuidado!
     Te pueden morder.


    

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