Que nadie piense que el kirchnerismo se terminó.
Y no lo digo para que alguien se alegre, sino para que todos estén alertas.
Cristina
Kirchner dice que el Frente para la Victoria ganó las P.A.S.O., que los
medios de comunicación distorsionaron los resultados porque no dijeron que su
partido “ganó en la Antártida”, que la oposición que la venció es un grupo de
suplentes de gente poderosa y mala y los que no la votaron desagradecidos que no
valoran los logros de la “revolución” que lleva adelante. El problema no es
tanto que lo diga. El problema es que lo
cree.
Durante años te advertimos lo peligroso
que puede ser darle tanto Poder a alguien sin que nadie lo controle. La
Democracia tiene sus reglas y no están
de adorno. Ahora es probable que después
de una década de hacerle creer a la señora que era una Reina, no alcancen ni
una elección ni dos para recordarle que es sólo una Presidente.
A Cristina Kirchner le quedan dos años de
mandato constitucional. ¿Qué va a hacer? ¿Qué va a pasar? Solo su mente lo sabe. A esto se ha arribado por tanto voto
irresponsable que concentró Poder: el país depende de lo que a una mente se le
antoje y el cuerpo que la alberga tiene el Poder más que suficiente para ponerlo
en práctica sin regulaciones.
Resulta que en la Argentina no hay “cosas
pendientes”, un slogan de campaña que pretende que se ha avanzado mucho. En la
Argentina queda todo por hacer en materia de Salud, Educación, Justicia,
Seguridad, generación de empleo, acceso a los servicios públicos, distribución
de la riqueza, calidad institucional y todo lo que tenga que ver con elevar en
la cotidianeidad y no en la mera retórica los estándares de calidad de vida.
En las P.A.S.O nadie fue electo para nada.
Solo se los habilitó para participar de los comicios del 27 de octubre venidero y ahí sí podrán
ser ungidos para cargos legislativos.
Incluso, con guarismos similares al 11 de agosto, una nueva derrota oficialista
no menguará demasiado su control casi omnímodo sobre el Congreso Nacional.
¿Para qué sirve entonces votar opositores? Para desactivar cualquier intento de
reforma constitucional, para que la idea loca de una “Cristina eterna” no pase
de una idea loca y mantener la imprescindible alternancia en el Poder. Nada
menos.
De acá a octubre Cristina Kirchner hará
todo lo que pueda-y puede mucho-para transformar una derrota en victoria. Probablemente,
volverá a perder. Después, para ella tener un 54% de apoyo como en 2011 o un
26% como el que tuvo ahora, o lo que le quede en octubre, es lo mismo. No reconoce límites y, cada vez
más, reacciona con rabia. Para rematarlo, o rematarnos, la
economía post-electoral viene con
menos “caja” cuando ha sido la “caja” lo
que nos trajo hasta acá.
No vendrá ningún apocalipsis. Nadie se va
a morir. Pero no hace falta llegar a eso para sufrir.
Como tanto desequilibrio no se corrige
rápidamente, la sociedad deberá hacerse cargo de lo que permitió. No se termina
un proyecto político nacional y popular. Lo que se termina es un proyecto de
Poder personal. Cristina no niega la realidad de las cosas. Se niega a irse.
Decía Martín
Lutero (teólogo alemán, 1483-1546): "Tengo tres perros peligrosos: la
ingratitud, la soberbia y la
envidia. Cuando muerden dejan una herida profunda."
Demasiada soberbia con demasiado Poder
provocan demasiada rabia.
Tené cuidado!
Te
pueden morder.
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