Cuidado con
usar la palabra “accidente” para cualquier cosa. La etimología del término nos dice que viene
del latín “accidentis” que significa “lo que cae, lo que sucede
ocasionalmente”. Provienen del verbo “cadere”, caer, de donde nace también la
palabra “chance”. Todo muy ligado al azar, ¿cierto?
Tras la tragedia del puente Acaraguá, que
se partió al medio dada la desidia gubernamental, el aparato de propaganda más
algunos militantes sociales de la cobardía y el acomodo han poblado el éter de la palabra “accidente”.
Al tiempo que el titular de Vialidad provincial, un Julio Duarte tan proclive a
hacerse el editorialista en los portales amigos, se borró olímpicamente. Como
si nada.
Dejame que te cuente sobre un potencial
“accidente” que ojalá no suceda pero que, para que no ocurra, debe hacerse
algo. Y, a la manera de Acaraguá, no se
está haciendo nada.
Hace años que los padres de los alumnos de
la Escuela 395, ubicada en el periférico barrio de Villa Martos en Oberá, viven
con el “Jesús en la boca” porque chicos y chicas deben cruzar a diario por la
ruta nacional 14 de manera inevitable para poder ir y volver del colegio. Esa
vía, conocida nada menos que como “la ruta de la muerte”, es el lugar perfecto
para que alguno de esos automovilistas que apretan el acelerador en su auto y
el freno en su cerebro, atropelle a alguno de los estudiantes. Han pedido la
construcción de un puente peatonal. Algo que ponga a sus hijos a resguardo de
esa clase de conductores. Al mediodía, cuando salen, suele haber inspectores
controlando. Pero a la mañana, cuando entran, no hay nadie. Y en el medio de
ese tiempo tampoco. Lo pidieron bien, como debe ser y como nos dicen que debe
ser. Los por entonces diputados nacionales Ramón Puerta y Alberto Asseff, se hicieron eco y pidieron a la Cámara Baja
que “solicite al Poder Ejecutivo Nacional para que a través del Ministerio de
Planificación Federal y del Ministerio de Economía se incorpore en el
Presupuesto general de la Administración Nacional para el período 2014, la
partida presupuestaria para la ejecución de un puente peatonal sobre la ruta
nacional 14…” frente a la mencionada escuela obereña.
Nación no respondió. Claro. Misiones
representa pocos votos.
Los padres y vecinos recurrieron al
municipio donde viven. Les dijeron que dado que es una ruta “nacional” es un
problema “nacional”. No te sorprendas. Los que manejan Oberá han contestado
cosas peores.
Impecable el accionar ciudadano de esta
gente. No cortaron rutas, no cortaron calles, no patotearon a nadie. Pero, ¿y
del otro lado?
¿Qué hace un ciudadano en problemas cuándo
el Estado en cualquiera de sus formas se ausenta?
Si se desesperan y cortan rutas el
canallesco aparato de propaganda no dudará en tildarlos, a ellos, de
“delincuentes”.
Si van a la Justicia…, bueno, ni hace
falta que lo escriba.
Si no hacen más nada dependerán
exclusivamente de Dios. Que hasta acá ya los cuidó bastante. Como decía San
Agustín: “Señor vos ocupate de lo imposible que de lo posible me ocupo yo”.
Pero está visto que algunos no se ocupan ni de lo posible.
Un día, quizás, suceda que a un chico lo
atropellen en la ruta nacional 14, camino a la Escuela 395 de Villa Martos en
Oberá.
Y entonces no va a faltar algún gusano que te cuente que se trató de un
“accidente”…