CARA DE CEMENTO PREMOLDEADO
Juan Cabandié
nunca debió ser ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de la
Nación. Pero recibió un premio político y quedó a cargo de asuntos para los que
no es idóneo. En el senado hizo “la gran K”: explicó que Corrientes arde por
culpa de medio mundo, menos de él. No se hizo cargo de nada. ¿Autocrítica?
Never!
Cabandié es uno de los nietos recuperados
por las Abuelas de Plaza de Mayo. Eso, ante el progresismo vernáculo, le da
inmunidad. Por eso no lo va ni a rozar la desgracia de todos los bichos que
ardieron vivos ni de los que ahora andan buscando un norte. Se entiende. ¿Qué
tendrá que ver con eso el ministro de medio ambiente? ¿No?
Como enseña la metodología de la escuela
de los funcionarios con cara de cemento premoldeado, Cabandié fue al senado y
“explicó” lo que pasa en Corrientes. Resulta que los productores locales tienen
la costumbre de hacer quemas, el gobierno provincial aceptó tarde la ayuda que
su ministerio ofreció a tiempo, el gobierno de Macri desfinanció el Sistema
Nacional de Manejo del Fuego, y la Justicia no averiguó nada sobre los
incendios intencionales. ¿Y el que te jedi? Él, un duque…
No hacerse cargo de las obvias
responsabilidades que les competen es una actitud que va ganando terreno en
muchos funcionarios públicos nacionales, provinciales y comunales. La costumbre
es añeja, es cierto, pero nótese que algunos van perfeccionando el rictus
facial de la caradurez.
En Corrientes murió mucha vida. No da
para hacerse los otarios. Ni para los funcionarios nacionales, que son del
kirchnerismo. Ni para el gobernador y algunos intendentes correntinos, que son
de Juntos por el Cambio, que autorizaron que se “celebren” los carnavales para
que vayan a bailar y divertirse los que viven adentro de un termo al que no
entra el humo de la tragedia tan cercana.
Quiero saber si todo se olvida, para
volver a empezar”, canta en español Julio Iglesias en el clásico “Begin the
beguine”, de Cole Porter.
Debe ser así. Todo se olvida y a volver a
empezar.
Y con eso cuentan los Cabandié de la vida…
Walter
Anestiades
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