LA “CONURBANIZACIÓN” DE OBERÁ
Veinte años
de marketing sin gestión no son inocuos. Misiones no tiene ninguna política de
seguridad. Ergo, Oberá tampoco. Solo hay propaganda berreta y gente calmada
porque aún no le tocó. Piedra libre entonces para que narcotraficantes,
contrabandistas, dealers, asesinos, ladrones, violadores, estafadores,
punguistas, mecheras, motochorros, descuidistas, boqueteros y cuánto maleante
haya puedan enfocarse en lo que les interesa: lo tuyo.
Con
el lastre de la corruptela estructural del estado, una marginalidad creciente,
impunidad por doquier, un gobierno nacional que cree que todo delincuente es
una “víctima” del sistema capitalista, gobiernos locales superpoblados de
ineptos y un periodismo que pone el foco en la policía para evitar los nombres
propios de quiénes distribuyen la pauta oficial en sus medios, la medida de
seguridad más eficaz que puede tomar un ciudadano en Oberá es rezarle a Dios.
Lo repetimos: la política de seguridad no
es cosa que culmine en el comisario del barrio. La policía y la justicia son
brazos ejecutores de las decisiones que toman los políticos en funciones.
Los máximos responsables de la seguridad en
la ciudad de Oberá son: Carlos Rovira, el señor feudal de la provincia desde
hace dos décadas. Oscar Herrera Ahuad, el gobernador electo para ser el títere de
este período. Marcelo Pérez, ministro de Gobierno de la provincia y responsable
del área. Pablo Hassan, hoy alcalde de Oberá. Y el jefe de la Unidad Regional
II, comisario Rubén Darío Duarte.
Hacer reuniones improductivas como la de
fines de abril en el cine-teatro local, organizar marchas “pidiendo justicia” sin especificar a
quién se le pide, conseguirse un arma creyendo que llegado el momento de actuar
uno será frío y eficaz en la vida real como Tom Cruise en “Misión Imposible”,
escuchar a pone-micrófonos incapaces de preguntarle y repreguntarle a los
funcionarios lo que corresponde, o esperar que algún opositor haga algo más comprometido
que poner emojis en Facebook, es perder el tiempo. Con este panorama la gente
tiene frente a los ladrones las mismas chances que la cebra ante el león.
Fui testigo de cómo Buenos Aires y sus
alrededores se transformaron en tierras ganadas por la ley de la calle y su
pueblo lo naturalizó. Ahora soy testigo de lo mismo pero a mil kilómetros.
En “El paraíso perdido”, un poema que el
inglés John Milton escribió en el siglo XVII, el diablo dice que “Prefiero
reinar en el infierno que obedecer en el cielo”.
No deberías olvidar que los kirchneristas
y los renovadores, prefieren lo mismo.
Walter
Anestiades
No hay comentarios:
Publicar un comentario