lunes, 23 de octubre de 2023

 

              EL VOTAR SIGUE AL SER 

 

      Santo Tomás de Aquino, teólogo italiano del siglo XIII que fusionó la fe cristiana con la racionalidad aristotélica, proclamó aquello de “Operari sequitur ese”, que traducido del latín significa “El obrar sigue al ser”. Ergo, uno en lo que hace revela cómo es. Podríamos tomar esta idea y postular que si el obrar sigue al ser, el votar también sigue al ser. Uno, al votar, también revela cómo es.

     ¿Qué más debe pasar para asumir de una buena vez que para millones de argentinos el voto no es tanto un derecho ciudadano sino, más bien, algo que tiene valor de cambio?

     De norte a sur y de este a oeste nuestro país está lleno de sitios donde el espacio político que dispone de más plata gana las elecciones. Aunque gobierne de un modo desastroso y la calidad de vida sea paupérrima. Lo sabe bien cualquier opositor que se tome su rol en serio y que, al caminar pidiendo el voto, tropiece con gente que resume su interés en una pregunta: ¿qué tenés para mí? Los oficialismos disponen de la “caja” del estado. Y cuando se cree que la plata del estado la pone Dios, entonces un candidato con ideas podrá seducir a un ciudadano, pero no tiene chances con un cliente.

     Siempre se habla de la ventaja del político cuando es funcionario y tiene a su cargo una “estructura”. Pues bien, ¿qué es una estructura? Es disponer de un modo discrecional del aparato del estado con la capacidad de otorgar todo tipo de favores, movilizar electores, fiscalizar votos, manejar mucho dinero y actuar como si estado, gobierno y partido político fueran lo mismo.

     Sergio Massa, el candidato del oficialismo que ganó las elecciones del 22 de octubre, es el ministro de Economía de un país con inflación mensual de dos dígitos y anual de tres dígitos, con un dólar a mil pesos y en cuya gestión dos millones de personas descendieron a la categoría de “pobres”. Además es uno de los tres vértices de ese triángulo que es el Frente de Todos, hoy Unión por la Patria.

    Pero también es el ministro de Economía que, desde hace un año, es también el presidente virtual que asumió las funciones que dejaron vacantes Alberto Fernández y Cristina Kirchner, el presidente y la vice que se “borraron” olímpicamente. Y entonces, como puede hacerlo, Massa no para de darle a la maquinita de imprimir: el “plan platita” es insoslayable para entender su triunfo. Se le compra a quién está dispuesto a vender.

     Frente a esa forma de ser que determina el actuar, y también el votar, no hay yate-gate, cuadernos, bolsos de López, “Chocolates”, cortes de luz, de agua, inseguridad, drogas, inflación, o decadencia educativa que alcance para que la realidad influya en el voto.

     Por supuesto que cada resultado electoral es multi-causal y ya hemos hablado mucho sobre los yerros de quiénes la van de opositores. Pero se debe entender que no habría señores feudales sin vasallos. Que no habría cooptación de votos sin clientes. Y que no habría un chanta como Massa sin otros chantas votándolo.

     En Misiones, ya que estamos acá hablemos de acá, a Rovira le sale cada vez más barato ganar cada comicio. En este 22 de octubre votaron cien mil electores más que en las PASO. ¿Cuántos votos sumó Massa en la provincia con respecto al 13 de agosto? Cien mil. ¿Cuántos votos sumaron los candidatos renovadores a diputados y senadores? Cien mil. Ergo, cien mil misioneros que en las PASO no votaron el 22 de octubre salieron de su casa y fueron a votar la boleta oficialista. No hay que ser un intelectual para entender qué pasó.

     ¿En el balotaje podría ganar Milei? Claro que sí. Ya veremos cómo se las arregla para que ahora lo voten los mismos que basureó.

      Martín Insaurralde debería llamar ya a Sofía y preguntarle si el sábado está libre…

      Nuestra sociedad está llena de gente trabajadora que pelea por sus sueños porque quiere evolucionar. Pero hay que asumir que el número de personas que no son así es bastante más grande del que nos gusta creer.

      El axioma tomista no es ninguna macana.

      El obrar sigue al ser.

      Y el votar, también.

 

Walter Anestiades  

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