domingo, 8 de octubre de 2023

 

      ¿POR QUÉ A LOS OBEREÑOS

        NO LES IMPORTA OBERÁ?  

 

     Se le atribuye al lingüista Noam Chomsky eso de que “La población general no sabe lo que está pasando, y ni siquiera sabe que no lo sabe”. En Oberá sucede algo diferente: la sociedad sabe lo que está pasando. Pero ocurre algo peor: no les importa.

     Es difícil encontrar obereños que se comporten como ciudadanos que, además de cumplir con sus obligaciones, exijan que se respeten sus derechos. Incluso es difícil encontrar obereños con quiénes hablar de esto.

      La decadencia de la ciudad está a la vista de cualquiera que quiera verla. Oberá lleva demasiado tiempo sin una buena gestión comunal. De hecho, cuando se les pregunta a sus habitantes quién fue el último “buen intendente” la mayoría se remite a los tiempos del radical Sábato Romano, fallecido en el invierno de 1989 cuando estaba en el cargo. Pasaron más de treinta años…

     El 7 de mayo 20.423 electores, el 57%, volvieron a elegir a los candidatos de Carlos Rovira y 8.522 de ellos específicamente a Pablo Hassan, un joven abogado de treinta años que no pasa de ser el CEO de Rovira en la ciudad. Sí. Por decisión de los propios, Oberá es hoy, políticamente, otro barrio de Posadas. Sus destinos se deciden en el Parque Paraguayo. Encima desde diciembre el gobernador volverá a ser el obereño Hugo Passalacqua, “el hombre mediocre” que ya fue gobernador y por Oberá hizo muchas cosas. ¿Cuáles? Por ejemplo…,…,…Bueno, ahora no recordamos ninguna, pero hizo muchas cosas.

     Así la mayoría acabó con toda esperanza de mejora. Triste. Muy triste.

     La CELO, encargada de brindar los servicios básicos, es un símbolo de lo que la política hace con la gente y de lo que la gente hace con la política: ante el mínimo aumento de la demanda de agua o de luz, como no la puede satisfacer por falta de inversión, o cortan el agua, o cortan la luz, o cortan los dos servicios. Todos los días se rompe un caño en algún lugar o pasa algo con el cableado de algo en alguna parte. Como el grueso de sus más de treinta mil socios no pasan de quejas irrelevantes en las redes sociales, el rovirismo la intervino de hecho y puso a cualquiera al mando. Ergo, armaron un Consejo de Administración de facto porque los socios, que siempre concurren poco a votar, ahora ya ni siquiera pueden ir a votar.

     Las calles y las veredas se parecen a las ruinas de Pompeya. Cualquier lluvia más o menos copiosa causa desastres. En materia de servicio urbano de transporte se reemplazó un monopolio local por otro provincial, lo que es peor. El “Grupo Z” hace literalmente lo que se le da la gana y el intendente, quién debería oficiar de contralor, cumple con la orden de volverse ciego, sordo y mudo. Incluso cuando durante mucho tiempo se perpetraba la ilegal maniobra de no darle el vuelto a los pasajeros.

     La inseguridad avanza y la delincuencia está cebada porque sabe que al municipio lo manejan unos ineptos que están en otra. Sin obviar el peligroso dato de que en Oberá es más fácil conseguir droga que un trabajo.

     Oberá precisaría una política de seguridad vial para contrarrestar los efectos de una calidad de manejo propia de “Los autos locos”, aquella serie de dibujos animados que nos causaba tanta gracia cuando éramos chicos. Pero el modo en que conviven peatones, autos, motos y colectivos en Oberá no causa ninguna gracia. Lo que causa son cabezas y huesos rotos. Y muertes. Y nadie se ocupa del tema.

     Ahora hasta se redujo la frecuencia de la recolección de la basura. Solo tres días por semana. Más basura durante más tiempo en las calles. Las ratas están chochas y las moscas ya se preparan para el fructífero verano que tendrán. Y nadie dijo ni media palabra sobre esta muestra de profundo atraso.

     En los barrios el alumbrado público se parece al de Londres. Pero al de Londres en el siglo XVIII.

     A la hora de consumir noticias se puso de moda entretenerse con las policiales. Bien alejado de la política local y los funcionarios responsables con nombres propios.

     La ciudad no tiene gestión. La manejan desde Posadas y anda con piloto automático mientras el simbólico alcalde Hassan se la pasa haciendo sociales, sacándose fotos, paseando por eventos y declarando pavadas ante la caterva de pone-micrófonos que viven de las miguitas de la pauta.

     Pero, aún en medio de tanto silencio y quietud, una persona digna no se resignará nunca a esto. Porque nunca dejará de ser una vergüenza que esto ocurra y que las personas se entretengan hablando de política nacional para no tener que meter la nariz en lo que sucede en la esquina de su casa. Ahora, como en tantos lados, les picó el bichito de ser “libertarios” y votar a Milei. Después de haber bancado el feudo con su voto. Pregunta: ¿qué hacen estos “libertarios-feudales” por Oberá?

     “Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, nos enseñó León Tolstoi.

      Pero por acá a la mayoría, su aldea, le importa un carajo.

 

 

Walter Anestiades

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