“Todo esto
es locura. Pero todo esto es verdad”.
(León
Tolstoi, escritor ruso. 1828-1910)
Hay que respirar profundo y soltar
lentamente el aire para empezar a escribir sobre la realidad argentina. No sea cosa que uno se vea tentado ya nomás a
la segunda o tercera línea a mandar al demonio a casi doce millones de tipos
que hace un par de años votaron de vuelta a éstos impresentables
que nos gobiernan y nos metieron en un buen brete al resto de los cuarenta
millones que queremos seguir llamando “República
Argentina” a nuestro hermoso país sin que la primera palabra, “república”, suene ridícula.
Mirá que hay problemas serios, eh!
Deberíamos estar debatiendo o reflexionando sobre como garantizar un sistema de
Salud Pública gratuito y eficiente para que seguir viviendo no dependa tanto de
Cristo, que anda cargado de laburo. O como encarar una política seria de
Seguridad que vaya menguando los devastadores efectos que tiene el que no la
hubiera hasta ahora. Cómo atraer inversiones para generar puestos de trabajo y
que cada uno sea un asalariado digno que haga lo que quiera con su dinero sin
sentir que, a la manera de los perros, le debe fidelidad a los que le tiraron
el hueso. Como ir desterrando la impunidad. Como sacarle jugo a ésta bendita
tierra que habitamos y que el jugo se reparta bien entre todos porque hay mucho
jugo para sacar y siempre lo hubo. O discutir la aplicación de pedagogías que
permitan recuperar el otrora prestigio de nuestra Educación.
Pero no. En vez de eso hay que andar insistiendo, a treinta años de recuperada la Democracia, en lo básico del sistema: División de Poderes
para que nadie abuse del Poder que tiene. Alternancia en el Poder para que
nadie se lo quede “eternamente”. La importancia de un periodismo libre que
pregunte y repregunte en libertad informando en vez de hacer propaganda y si
eso al Poder le gusta bien y sino también. El control de los fondos públicos
para que la corrupción sea cosa excepcional y no cosa habitual. El respeto a
las minorías, que en democracia son tan circunstanciales como las mayorías
porque el que gana no tiene necesariamente la razón, aunque gane. Una Justicia
que controle a los otros poderes y garantice el Contrato Social. Aristóteles,
Hobbes, Montesquieu o Rousseau
no escribieron sobre ésto porque en sus días no daban el programa de Tinelli y se embolaban, sino porque así
funciona y posibilita mayor calidad de vida un sistema que fue pensado para la
libertad y para la igualdad. Y sino no funciona.
Hace años que los Kirchner se vienen dedicando a juntar Poder y más Poder. Les
fue muy bien. A ellos. Unica pareja en la historia argentina en ser electos
presidentes, ambos, por el voto popular. “El” le puso la banda a “Ella”. Y en
2011-desaparecido “él”- a “Ella” la banda se la puso la “nena”. Con la Circular 1050 de Martínez de Hoz se hicieron prósperos en plena dictadura. Con el Justicialismo se hicieron más
prósperos en plena Democracia. Primero en la Intendencia de Río
Gallegos. Después en la gobernación de Santa Cruz, provincia a la que transformaron en su
feudo (constitución reformada “a
piacere”, obras públicas para los amigos, Justicia adicta, opositores comprados
o perseguidos, dádivas y prebendas, pauperización de la educación, propaganda
disfrazada de periodismo, etc, etc, etc.) Después en la Nación con varios cuentitos. El de la transversalidad que perforó a los dos
partidos populares: el Justicialismo y la Unión Cívica Radical. El de los
Derechos Humanos, banalizando el
asunto y reduciéndolos al juzgamiento de los crímenes de la última dictadura y
la cooptación de los organismos que los venían defendiendo. El de la distribución de la riqueza, implantando patoterilmente un conjunto de mentiras estadísticas e informativas para ocultar que todo
es aún más inequitativo que antes. El de la asistencia social dando planes y más planes en vez de trabajo para que el pobre nunca deje de serlo y,
sobre todo, nunca deje de devolverles el “favor” votándolos. El de la reforma educativa que está llevando a
que el que sabe aprueba y el que no sabe también de modo tal que haya brutos diplomados. El de la economía
para todos en base a una saga de ficción cuyo plot está en los índices del
INDEC. El del “fútbol para todos” que
banca el estado (ergo, vos con tu impuestos) haciendo del fútbol una prioridad que
está hasta por encima de acabar con la
desnutrición infantil. El de la democratización
de la palabra que derivó en una Ley de Medios contra su ex socio “Clarín” y un control de los contenidos , además de poblar los medios
de comunicación de “periodistas
militantes” (ergo, chupamedias a
sueldo del Poder) e Internet de
papafritas que se dedican a denigrar con los argumentos más imbéciles que te
puedas imaginar a todo aquél que ose criticarlos y se salga del libreto.
El nuevo cuentito es el de la democratización de la Justicia. Que no es otra cosa que mandar a la República por el
inodoro. En vez del “imperio de la ley” (de éso trata una República), pasar al
imperio de Cristina Kirchner
y que la regla sea no la Constitución
Nacional sino su voluntad.
Los
Jueces, ahora, serán electos por el pueblo haciendo pelota la concepción
republicana de que la
Justicia no está para responder a “mayorías” sino para
defender a las minorías. Propuestos
por los partidos políticos, irán en la boleta electoral y podrán ser
destituídos por el “más democrático” Consejo de la Magistratura por
mayoría simple . Yo Poder (Cristina)
elijo a los jueces, los controlo y si me molestan, los saco.
¿Te imaginás
“jueces militantes”? Quizás lleven a la
“Tv Pública” (ergo, de ellos) un
“6,7,8” Judicial en el que cuatro o cinco botarates a sueldo se dediquen a
proponer tribunales nacionales y populares, denigrar a los jueces que no son
del Partido e incitar a un modrno asalto a la
Bastilla (que en principio podría ser el edificio de “Clarín” en la calle
Piedras en Buenos Aires y después podrían ser otros).
El suelo
que pisamos se llama “República Argentina”.
Con ésta reforma judicial seguiremos
diciendole Argentina.
Pero va a
costar mucho segur diciéndole “República”.
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