lunes, 22 de abril de 2013

UNA MORAL DE MIERDA...

     En la película argentina  de 1981 "Sentimental (réquiem para un amigo)", Sergio Renán (que además la dirige) encarna a un periodista que investiga el asesinato de un íntimo suyo. Renán actor  tiene un gran duelo actoral con Pepe Soriano, que da vida a un personaje clave en la trama. En una escena José (el periodista que hace Renán) dialoga con el "Tano" (el personaje de Soriano) y le espeta: "Tengo una moral de mierda. No soy ni derecho del todo ni torcido del todo. Es una moral de mierda..."


     Una definición que le cabe fenómena a millones de tipos y tipas en la Argentina de 2013.

     Es cíclico. Mientras haya bonanza económica ( o éso parezca) a la mayoría de los argentinos, a juzgar por lo que votan, no les importa demasiado que fulanos, meganos y sultanos lleguen al Estado para servirse de él. Pareciera entonces que ante los hechos de corrupción, más que indignación, lo que sienten ésos es envidia. Les gustaría estar en el mismo lugar de los funcionarios para, también, "juntarla con pala". Brutos! No saben que el dinero se lo están robando a ellos mismos y que lo que se saca de un lado, después falta en otro. "Otro" puede ser Salud, Educación, Seguridad o  Justicia. Así como a muchos les gustó la sanata de que un peso valía lo mismo que un dólar (propio de un delirium tremens), a muchos ahora les gusta el cuentito de que estamos viviendo una revolución que está transformando las relaciones de Poder.

     Las excusas que esa parte más o menos mayoritaria de la sociedad pone para no ver lo que debería ver son surrealistas. Inquieta ver lo embrutecida que está la clase media argentina. Clase media que prefiere tirarle la responsabilidad a los pobres que reciben planes sociales. No se sacan doce millones de votos en el país ni trescientos mil en Misiones sólo con las dádivas. Se precisa una burguesía cuyos humores sean tan volátiles como el de la nuestra. Y cuya moral sea como la que lamenta tener  "José" en "Sentimental".

     Algunos dicen que en este siglo XXI hay sobreinformación. Falso! Hay falta de información. La información no tiene que ver con el vértigo y la velicidad de consumir muchas de manera superficial. Tiene que ver con estudiar. E-s-t-u-d-i-a-r. Un verbo que está dejando de conjugarse en América Latina, tan enamorada de los caudillos y salvadores de la patria como siempre y también como nunca. Casi nadie se detiene a examinar, a pensar, a reflexionar acerca de los conceptos que circulan con liviandad, de lo que pasa con la cosa pública, a enfocarse en lo trascendente. Twittear o zappear no es informarse. Y hacer puterío por Facebook no tiene nada que ver con irla de ciudadano comprometido.

    Se está bien al tanto de lo que cada quién se lleva de la política. No importa. Se aceptan las miguitas que sobran del gran banquete. Una y otra vez se les da el voto a delincuentes de guante blanco. Y cuando aparece uno decente, lo votan cuatro tipos. Da v-e-r-g-u-e-n-z-a. "Todos roban". "Roban pero hacen". "No hay alternativas". Clichés hijos del discurso antipolítica berreta que salen de la boca de gente que vive en un termo.

     A la basura con la fábula de que somos una pobre sociedad a merced de los señores malos que nos gobiernan.Cuando se denuncia un hecho de corrupción te están diciendo que se roban tú dinero. No es una ficción para entretenerse comiendo papafritas y tomando una cerveza.Las cosas no la pasan a los otros. Te pasan a vos.

     Y sí. En Oberá deben haber unos cuántos que creen que falta agua porque se tira muy seguido la cadena del inodoro.Es más fácil creerse semejante cosa antes que reflexionar acerca de a que clase de persona se legitima en las urnas.
      Claro que hay un problema moral en una sociedad que vota una y otra vez a éstos impresentables que, inédito y para el Guiness, la tienen que pesar porque no dan abasto en contarla. 

     Ni derecho del todo ni torcido del todo.
      Lo que se dice, una moral de mierda...

     

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