lunes, 8 de abril de 2013

LA INFLACION ES "GORILA"





   “Gorila” es un epíteto que ahora está en boca de los giles. De ésos que cobran sus dinerillos para engrupirte con el cuentito de que el peronismo-que basaba su existencia en sacar a los pobres de su miseria-es lo mismo que el kirchnerismo-que la basa en que los pobres nunca dejen de serlo-.
     La expresión tiene su génesis, claro. La tiene en el país nuestro de los años cincuenta, cuando corrían los días de radio (como diría Woody Allen) y radio Argentina de Buenos Aires transmitía “La revista dislocada” , un programa humorístico creado por el actor, guionista y dibujante “Délfor”. “La revista dislocada” fue la génesis de la carrera actoral de tipos como Carlos Balá, Jorge Porcel, Mario Sapag, Mario Sánchez, Raúl Rossi, Calígula y Alberto Locati entre tantos. Pasó a radio Splendid y de ahí a la televisión en Canal 7, éso mismo que ahora llaman “televisión pública”  y en dónde si sos opositor al gobierno nacional no salís ni haciendo un trabajo de “vudú”. Vudú escribí, no Boudou.  En los setenta la dictadura de Lanusse acabó con el programa. Mucho peronista adentro para el sensible estómago de Lanusse (ése sí era un “gorila”  en serio). En una parodia radial de la exitosísima película hollywoodense “Mogambo” (con un terceto estelar integrado por Clark Gable, Ava Gardner y la futura princesa de Mónaco, Grace Kelly en un  film ambientado en la selva africana) un científico alcoholizado lideraba una expedición en busca de un cementerio de gorilas. En el camino, cada vez que escuchaba un ruido, el tipo (re-bebido) repetía “deben ser los gorilas, deben ser“. La frase se hizo absolutamente popular, de modo tal que empezó a formar parte del lenguaje de la población y hasta se grabó un disco con la canción “Deben ser los gorilas”. Antes del golpe de estado que derrocó al gobierno de Perón en 1955 hubo otros intentos fallidos y muchos rumores muchos. Entre los rumores, expresar que se venía el golpe contra Perón usando la expresión “deben ser los gorilas” se hizo corriente y terminó pariendo una de las palabras con mayor peso simbólico de la historia política nacional. Los golpistas se hicieron cargo gustosamente del término. Tipos como el almirante Rojas, Sánchez Sañudo, el nombrado Lanusse, Alvaro Alsogaray, Francisco Manrique, Mariano Grondona, son representativos de un término que designa a sujetos que han odiado al peronismo. Y escribir “odiado” no es ni por asomo algo exagerado. “Gorila” es el antiperonista declarado. Vale aclararle a la gilada siglo veintiuno-de la que hay mucho con nombre propio o con pasamontañas en Internet y en las redes sociales- que ser antiperonista no es lo mismo que no ser peronista.
     Pero no sólo una persona puede ser “gorila”. Hay políticas “gorilas”. La inflación es “gorila”. Sí. La inflación es netamente “gorila”.
     Perón definió magistralmente que en épocas de inflación “los precios suben por el ascensor y los salarios por la escalera”.  ¿Qué cosa es la inflación?
Es el crecimiento continuo y generalizado de los precios de los bienes y servicios existentes en una economía. La forma de medir la inflación es a través de la evolución de índices de precios.  Cuando los precios suben, la cantidad de cosas que se puede comprar con los pesos-en el caso argentino- es menor. Es lo que se conoce como pérdida del poder adquisitivo. ¿Quién la sufre más? El asalariado. El trabajador. El humilde. No hay cosa que fabrique más pobres en una sociedad que la alta inflación. Como se podrá deducir fácilmente hacerle la vida más cara a un señor que se la gana honestamente con su trabajo no tiene mucho de cristiano. Tampoco de justo. Y de peronista, menos.
     Nadie llevó tan lejos como el matrimonio K la manipulación de las estadísticas públicas. A lo patotero coparon e intervinieron el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) en 2006 para destruir cualquier persona, cosa o numerito con pretensión científica de verosimilitud para reemplazarlo por un sistema combinado de sanatas, disparates y mentiras. Mentir con el índice de inflación no es sólo mentir con el índice de inflación. Es mentir con el número de excluídos, con los costos de la canasta básica alimentaria, con los indicadores de crecimiento económico y con los intereses de los bonos de deuda pública contraídos desde hace una década.
     Para el gobierno “nacional y popular” la forma de “incluir” a los más humildes ha sido virtual. Planes y subsidios que jamás dejarán de darse. ¿A cuántas personas conocés  que cobraban un plan social y en el último lustro dejó de percibirlo porque obtuvo un trabajo bien remunerado?  Es clara la diferencia entre peronismo y kirchnerismo. Uno le mejoraba la calidad de vida al pobre. El otro dice que se la mejora. Así las cosas, la gran mayoría de pobres e indigentes se convierten en una entelequia. Por supuesto, las ganancias de Cristina, Boudou y el elenco estable del régimen son un poco más gorditas que las tuyas. Tan gorditas que tienen que subir por el ascensor, porque por escalera se fatigan, ¿viste? El resto se completa y complementa con el aparato de propaganda. “La revolución del bla, bla, bla”.
     Les guste o no.
     El kirchnerismo, es “gorila”.

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