LA RENOVACIÓN VS LA REALIDAD
Un amigo
oftalmólogo me explicó lo que es la “hipermetropía”. Es un error del enfoque
visual que genera ver de manera borrosa lo que se tiene cerca y ver con más
claridad lo que está lejos. Puede ser una buena metáfora de lo que ocurre en
Misiones. Todo el país está hablando de las oscuridades y el hermetismo del
feudo que erigió Carlos Rovira, al tiempo que los electores misioneros se
encaminan a volver a respaldar el statu quo como si la realidad local no influyera
en el voto.
En los territorios feudales ser
oficialista no es una postura política sino una actitud de vida. Eso torna más
vergonzante la conducta contradictoria de quiénes dicen amar la tierra colorada
en la que nacieron y viven y, desde hace más de dos décadas, legitiman en las
urnas a quiénes la sumieron en tal atraso que los problemas cotidianos de la
sociedad parecen cosa del siglo XIX: sin energía eléctrica, sin agua potable de
red, cloacas, calles de tierra, y una atención de la salud centralizada en la
capital de la provincia. Además de un poder judicial militante, un sistema
educativo que premia más la obsecuencia de los docentes que su excelencia, un
estado que es gobierno y es partido, inseguridad creciente, hermetismo de la
cosa pública, un poder omnímodo sin controles republicanos, un sistema
publicitario del poder que es consumido como si fuera periodismo, y los
negocios con el partido de gobierno como “la” oportunidad de progreso.
De esto habla toda la Argentina,
especialmente después de la caída del proyecto de “ficha limpia” en el Congreso
a favor del voto de los dos senadores roviristas. Pero buena parte del
electorado ve todo por televisión como si fuera una serie de Netflix y no la
cruda exhibición de los problemas que se producen en la esquina de su casa.
En Oberá algunos consideran que un defensor
del pueblo puede ser del mismo color político del gobierno comunal al que debe
controlar. Parece que en la segunda ciudad misionera la hipermetropía progresó
a una ceguera.
Hasta
acá, quiénes reciben las miguitas del gran banquete se vienen mostrando
satisfechos. El domingo 8 de junio entonces, cuando caiga la tarde y se abran
las urnas, se verá si vuelve a suceder o no lo que viene pasando cada vez que
las abren.
La bochornosa derrota de una realidad, que
no influye en el voto.
Walter
Anestiades
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