Buenos
Aires. Jueves 25 de abril de 2013. Hernán Lorenzino, ministro de Economía de la Nación, queda descolocado ante Eleni Varvitsiotis, una periodista
griega de Skai TV que lo consulta por la inflación en la Argentina.
Acostumbrado a los reportajes “a la carta” de los periodistas
obsecuentes de su país el funcionario, arruga cual papel crepe y cae en el
“sincericidio”: “Me quiero ir”,
expresa pidiendo clemencia y se entroniza en la historia universal del ridículo.
Oberá.
Otro jueves pero un 9 de junio de 2011. Ewaldo
Rindfleisch , Intendente local y por entonces candidato a un tercer mandato,
queda descolocado ante Walter Anestiades,
periodista medio griego de FM Oxígeno y Misiones Cuatro que lo consulta por la
distribución que el Estado municipal hace de la pauta oficial.
Acostumbrado-muy-a los reportajes “a la carta” de los periodistas que lo tienen
blindado, ante la inusual incomodidad la
tira al córner: “No vine a debatir con
vos”, fue su manera singular de también expresar: “Me quiero ir”.
Patético pero es parte irrefutable de la realidad. Los
funcionarios públicos de la
Argentina de hoy se han rodeado por tanto tiempo de “ponemicrófonos” que una pregunta sencilla puede cobrar la
contundencia de un uppercut y dejarlos KOT en el primer round. Muchos no lo
entendieron en el 2009 pero tal vez lo comprendan ahora: fue para cubrirse de
eventualidades como éstas que se ideó la “Ley de Medios de Comunicación
Audiovisual”. Un engendro que ni siquiera sirve para que los ciudadanos sepan
cómo y con que criterio los gobiernos distribuyen su dinero (el de los
ciudadanos) en los medios de
comunicación. En Misiones, tal como nos confesó en diciembre en FM Oxígeno Myriam Duarte (Coordinadora del AFSCA,
el ente que regula a los medios audiovisuales en el país incluyendo la provincia), la ley ni siquiera sirve para
democratizar “Canal 12”, un medio público en dónde podría llegar a verse
a Ramón Díaz con la camiseta de Boca antes que una entrevista a un opositor.
Estos muchachos precisan dos tipos de impunidades: la judicial
y la mediática. La judicial para servirse del Estado sin rendir cuentas.
La mediática para controlar el relato de lo que hacen y como te llega a vos. No
es difícil incorporar entonces los motivos que los llevan a reformar la Justicia y los llevaron a
meterse con los Medios.
Hacía frío en esa tarde-noche en
Oberá. Sin embargo el auditorio de la Facultad de Ingeniería
estaba tan colmado que generaba un calorcito muy agradable. Por iniciativa del
“Círculo de periodistas” (un colectivo
al que Rindfleisch le debe tanto) se organizó una reunión con todos los
candidatos a alcalde de la ciudad. Menos que en 2007 (cuando se presentaron más
de cincuenta) pero siendo también unos cuántos (alrededor de veinte) allí
estaban Eduardo Morales Lezica , Betina
Escobar, Julio Boher , Vladimir Pérez , Oscar Prevosti , Carlos Fernández ,
Roberto “Nene” Vega, Alicia Guzmán , Hernán Ferro, Roberto Bondar , Alejandro Etcheberger, Rubén
Villordo , Ramón Ayala, Ninfa Solmoirago
y “Tito”. Rindfleisch. Faltaron
dos o tres candidatos.
Cada periodista presente podía preguntar
una vez-dos si se completaba la ronda con todos-a un candidato elegido
azarosamente. ¿Cómo fue que coincidió el
turno de éste periodista para preguntar con el del intendente para responder? Vaya uno a saber pero quizás se deba a que sí
hay un Dios.
Encarcelada la repregunta
(herramienta básica del periodista que en Oberá es tan exótica como ver a River
levantando una Copa Libertadores en Brasil), no hubo mucho márgen como para que
los presentes sacaran data trascendente de la exposición. Pero a Rindfleisch la
repregunta se la hicimos igual, dejándole en claro a todos que no puede
explicar casi nada de lo que debería explicar. Todo a pesar de Nora Salinas, la moderadora del
encuentro que al obstinarse en proteger
al alcalde, periodísticamente, se quemó a lo bonzo. En unos días se cumplirán un par de años ya
de esa noche.
La mentira,
para sostenerse, necesita en su estrategia la complicidad mediática.
Tácticamente, hay que presentarse ante tipos y tipas que siempre son
oficialistas y que no tienen la culpa si cambian los gobiernos. Los que
garantizan que algunas preguntas lleguen con determinados filtros y otras no
lleguen nunca. Que a algunos temas “se los deje ahí” como decía el inefable Bernardo Neustadt. Luego, la falta de memoria y la pereza
mental, mayoritarias ambas en la sociedad de éstos días completa el combo que
es f-u-n-d-a-m-e-n-t-a-l para organizar
un Poder omnímodo.
Para todo lo demás, cuando la mentira pierde
el equilibrio, está el silencio.
Que como decía don Miguel de Unamuno, ese
silencio, a veces, es la peor de las mentiras.
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