martes, 7 de mayo de 2013

EL "FRACASO" DE LA CONCIENTIZACION VIAL

   
 

     Todos los días miles y miles de argentinos se equivocan al pisar el pedal. En sus autos pisan el del acelerador. En sus mentes pisan el del freno.

      Podríamos comenzar citando estadísticas que rápidamente serían refutadas por esa clase de funcionarios públicos que dedican casi toda su energía a cambiar el relato de las cosas que pasan más que a cambiar las cosas que pasan. Pero como solemos mandar al carajo a ésos tipos  las vamos a citar igual. “Luchemos por la vida” es una ONG (Organización No Gubernamental), y éso es lo que la torna confiable. En junio se cumplirán veintitrés años de que fuera parida en Buenos Aires a favor de intentar prevenir los accidentes de tránsito en todo el país. Vale detenerse en que prevenir es una suerte de palabra subversiva en una Argentina en la que las políticas públicas suelen tener la misma seriedad que un programa de Benny Hill y la misma continuidad de un Director Técnico de fútbol.  Según ésta Asociación Civil en todo el 2012 murieron 7.485 personas por accidentes viales de norte a sur y de este a oeste de la Argentina. Un promedio mensual de 624. Un promedio diario de 21. Una persona muere por casi cada hora del día,  cada día.
    
     En Misiones, el año pasado, hubo 368 muertes por accidentes viales colocando al distrito en el cuarto con más víctimas fatales (sólo superado por la Provincia de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe). Un promedio de 30 muertos al mes, ergo, uno por día.

 ESTADISTICA DE VICTIMAS FATALES POR ACCIDENTES DE TRANSITO  EN LOS ULTIMOS DIECISIETE AÑOS: (entre paréntesis la ubicación de Misiones en la estadística nacional de cada año entre los 24 distritos)

AÑO        EN               PROMEDIO          EN               
              EL PAIS         POR DIA          MISIONES
1996      7864                   22                        285 (6º)         
1997      8123                   22                        225 (7º)
1998      7579                   21                        247 (8º)
1999      7533                   21                        263 (8º)
2000      7545                   21                        254 (7º)
2001      7071                   20                        252 (7º)
2002      6806                   19                        258 (6º)
2003      7055                   20                        238 (6º)
2004      7137                   20                        239 (6º)
2005      7138                   20                        230 (8º)
2006      7557                   21                        308 (5º)
2007      8104                   22                        334 (6º)
2008      8205                   22                        331 (6º)
2009      7885                   22                        317 (6º)
2010      7659                   21                        339 (5º)
2011      7517                   21                        314 (6º)
2012      7485                   21                        368 (4º)


    
    Cómo se aprecia fácilmente no hubo cambios sustantivos en la última década en la que , en el orden nacional, siguen falleciendo veinte personas o más en el promedio diario. En Misiones hay un salto considerable entre el 2005 (con 230 muertes y un octavo puesto en el total del país) y 2006 (donde se llega a las tres centenas de víctimas para, desde entonces, nunca volver a las dos). En los últimos años Misiones ha tenido mayor cantidad de muertes por accidentes viales que geografías con mayor población (como Mendoza o la propia Capital Federal).


     En éstos años las campañas de concientización se multiplicaron y se hicieron más visibles (uso del cinturón de seguridad, uso del casco cuando se viaja en moto, el respeto a las velocidades máximas y mínimas, los cursos viales, etc, etc, etc.) pero a la vez cabe preguntarse si la cantidad de información dada ha sido equivalente con la calidad de información recibida. Dicho de un modo más concreto: hay una diferencia fundamental entre la educación y la concientización. El objetivo de la educación  es proporcionar un conjunto de conocimientos, mientras que la concientización está dirigida a conseguir que la gente cambie su comportamiento.

    Conocer y educarse no es suficiente para modificar conductas, el gran objetivo de toda campaña de concientización. Al tiempo debemos sincerarnos: los controles y las medidas que se implementan desde el Estado tienen poco de pedagógicas y mucho de recaudatorias.

     El factor humano (ergo, nosotros) tiene el mayor porcentaje en la responsabilidad de los siniestros viales. De modo tal que el mensaje debería  ser más claro aún: campañas de educación  permanentes que tomen en cuenta la variedad de disciplinas de las ciencias sociales que pueden aportar mucho a la “llegada” del mensaje a los conductores (porque está claro que a buena parte de los videos, folletería y boletines que circulan se les da poco o nada de bolilla) . Un Estado que vea en la prevención de accidentes la maravillosa oportunidad de salvar vidas y no otra “caja”. Y la necesaria “represión” (palabra que la cultura oficial ha logrado instalar como una  rémora de las dictaduras militares, lo que deriva en el miedo a usarla) para que el miedo a la violación de las normas viales (cuando se sabe que el castigo se aplica universal  e inflexiblemente) transforma a muchos argentinos irresponsables en nuestras rutas, en ciudadanos  cuidadosos en cuánto cruzan algunas fronteras (Brasil es un ejemplo contundente). Hay que impactar en  la mente de automovilistas para que asuman que no tienen la “muñeca”  de Sebastian Vettel  o Carlitos Okulovich. Y en la de motociclistas para que comprendan de una buena vez que no usar casco o llevar un bebé a bordo es todo un anticipo del infierno. Hacer cumplir con un rigor que no se aplica nunca la obligación de usar cinturón de seguridad (¿quién lo usa cuándo maneja por la ciudad?) . Y el no hablar por celular mientras se maneja (¿conocés a mucha gente que haya sido multado por hacerlo?).  Poner el guiño cuándo se dobla. Asumir que no es lo mismo conducir en los caminos vecinales o en las colonias que en una ciudad como Oberá (por ejemplo) donde el parque automotor y la congestión del tránsito en las “horas pico” en su centro ha crecido sustancialmente. Y combatir al alcohol (vedette de los “accidentes” viales) tanto como se combate al tabaco y sin hipocresías (las etiquetas de los paquetes de cigarrillos traen imágenes y leyendas contundentes sobre los perjuicios que trae el fumar. Debería hacerse lo mismo con las etiquetas de vinos, whisky y cervezas con imágenes de, por ejemplo, como queda un hígado cirrósico)

   Cada parte tendrá su excusa para gambetear responsabilidades (deporte que nos encanta practicar). El Estado remarcará que hace escuela y prevención todo el tiempo, que “admite” que falta mucho por hacer (sanata  que sirve para expiar culpas)  y que no se persiguen fines recaudatorios. Los conductores dirán que las rutas o las calles son imposibles. Los peatones que siempre son víctimas de automovilistas inescrupulosos y que caminan y cruzan calles por donde deben. Típica “argentinización”: Si todos hacen todo bien, ¿por qué sale  mal?   ¿Estaremos realmente dispuestos a hacer todo lo que hay que hacer aún sabiendo que la mejor campaña de prevención no garantiza un ciento por ciento de efectividad y que a algunas mejoras nosotros, los de ésta generación, ni las vamos a ver?


     ¿Conocés el origen de la palabra “idiota”? Los antiguos griegos llamaban así a aquellos habitantes de la polis que no se preocupaban por la cosa pública, por los asuntos de su ciudad. Servía para diferenciarlos de los “ciudadanos”, tipos que sí se comprometían con lo que ocurría a su alrededor.
     Cuidado con los idiotas. No sólo son indiferentes a lo que nos pasa.
      También manejan…
    

    


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