Es el asesinato del Periodismo. Matar todos los días a la única forma de ejercer la
profesión: contar lo que pasa. Y si al Poder le gusta bien y sino también. Es
así. ¿Qué quieren inventar?
Ahora resulta que algunos pretenden
defender la idea de que ser un chupamedias del Poder es una manera legítima,
otra, de abordar el periodismo. Un tipo
o una tipa que vive de la pauta oficial para defender cualquier cosa que haga
el gobierno y para denostar a cómo dé lugar cualquier cosa que haga quién ose
criticarlo no es un periodista. Es otra cosa. Sí. Eso que estás pensando.
Tartufos sentados detrás de una máquina de
escribir o con accesos a los micrófonos hubo siempre. Pero el periodismicidio
como fenómeno recurrente y establecido es cosa de hace una década. Un
periodista que miente para la corona era alguien que siempre estuvo mal visto
en general hasta que hace una década el relato kirchnerista, para cerrar filas
y defenderse, empezó a propagar la idea contraria: que el periodismo ejercido
como tal es una actividad sospechosa, cargada de subjetividades y que siempre
se apoya en intereses espurios cuando no directamente “golpistas”. Y que un
periodismo "militante" es lo que se impone para defender el
"modelo".
Es hora de poner las cosas en su lugar.
Antes de que la nueva definición de “república” sea: “sistema de gobierno en el
que la mayoría tiene razón y el imperativo moral de disciplinar a las minorías
execrables que se resisten a apoyarla le da una función sustancial para tal
logro a los trabajadores de prensa”.
Preguntas que hacen paredes con las
respuestas, silencios cómplices, cuestionarios a medida, ausencia de
repreguntas, defensa del ser de Boca o del ser de River según convenga y todo
con el mismo énfasis, son algunas características del periodismicidio que se
perpetra todos los días de norte a sur y de oeste a este en la Argentina. Pero,
básicamente, en los feudos.
Oírlos da reflujo gastroesofágico. Leerlos
da jaqueca. Verlos da verguenza ajena.
“No te bañarás dos veces en el mismo río”
sentenció Heráclito hace dos mil quinientos años significando que todo fluye.
Que fluyan éstas cucarachas que pretender
ser lo que nunca serán.
Y que fluyan rápido…
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