Es bíblico. En el Antiguo Testamento se cuenta la historia de Sodoma y Gomorra,
dos de las cinco ciudades que se situaban a orillas del Mar Muerto. En Génesis
19 se relata como Dios sentencia a la destrucción a ambas ciudades a favor de
la perversión de sus habitantes.
“Yahvé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra
azufre y fuego, destruyó estas ciudades y cuantos hombres había en ellas"
(Gn 19, 27-28).
A algunos les cuesta aceptar aún lo que hace años nos obligó a
rotar el eje del análisis político. Siendo de los primeros que criticamos
públicamente la labor de quiénes tomaron por asalto a la Argentina, a Misiones
y a Oberá debimos empezar a reflexionar
acerca de a qué clase de sociedad se le pide el voto. En Misiones los
impresentables con votos ponen en ridículo tanta queja mediática. Y Oberá ya no
es materia de análisis para periodistas sino para psicólogos sociales.
Por supuesto es más fácil ejercer la
demagogia y postular que el pueblo nunca se equivoca. Sanata de ignorantes!
Hace dos mil quinientos años Pilatos preguntó a la plebe si preferían a Jesús o
a Barrabás. Fue de las primeras pero no de las últimas veces que los pueblos
eligieron ladrones. La política se hace con los acores que hay, de modo tal que
los gobernantes se nos parecen mucho. Ya uno ni recuerda cuánto hace que
escribió que Oberá tiene el “Rindfleisch que se merece”.
El 11 de agosto 9.877 habitantes de Oberá
votaron al Frente Renovador dejándola en segundo lugar por primera vez en una
década.77 días después el oficialismo sacó 12.798 sufragios. Casi tres mil
personas pasaron de la protesta al apoyo. En el medio, Oberá siguió siendo la
ciudad sin agua, con pobre iluminación, con gente sin trabajo, salarios
paupérrimos y una inseguridad callejera casi porteña. La droga llegó para
quedarse y recorrer la ciudad permite metaforizar lo que sucede; el alcalde
vive como un sultán en una casa con salida a un asfalto propio del siglo 21.
Miles de obereños viven como parias en barrios cuyas calles recuerdan al siglo
19.
A ésas tres mil personas no les mejoró la
calidad de vida. Les mejoraron la oferta.
Cientos y cientos de obereños van por la
vida en estado de alquiler. Otros permanecen indiferentes. Ocurre en la ciudad
de las iglesias, cuyos pastores deberían reforzar un poquito más la enseñanza
del séptimo mandamiento. Lo concreto es que la suma de unos y otros siguen
dejando a los “ciudadanos” en minoría. Hace días hubo elecciones en la CELO y el
resultado dejó ésto tan claro que no verlo ya es declarada ceguera.
La
Oberá de tus padres no existe más. Esta es otra gente. Poco dispuesta a
esfuerzo alguno. Mucho menos al intelectual. Claro que hay gente muy valiosa.
Pero no la suficiente. Es triste pero es así.
Robert Walpole, el creador del sistema
parlamentario en Inglaterra, dijo que “cada hombre tiene su precio”.
Cuando miles de personas tienen un precio
los que gobiernan sólo deben hacer una cosa.
¿Gobernar mejor?
No. Mejorar la oferta…
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