miércoles, 23 de octubre de 2013

"UN PUPO RARO"

   





     En la mañana de éste martes 22 de octubre  Alba Kunzmann de Gauchat,  Jueza de Instrucción I de la ciudad de Oberá, dictó el procesamiento de Pascual Alejandro Santandrea por los delitos de “acceso carnal abusivo y abuso sexual simple”. La génesis de la medida judicial fueron unas declaraciones de la menor en cuestión, una niña de ocho años de edad, que definió a cierta parte de la anatomía del ahora procesado: “tiene un pupo raro”, dijo y  consta en el expediente judicial.

     Todo se precipitó en agosto. En la noche del lunes 19  Rosa Quintana, una mujer de 42 años que vive en condiciones de extrema pobreza en el barrio obereño de Villa Gunther, denunció en la Comisaría de la Mujer de la ciudad que su hija menor había sido abusada en la casa de un hombre. Según ella la niña fue obligada a practicarle sexo oral a éste hombre que, por primera vez dado que no habría sido ése el primer abuso, habría penetrado su vagina con tres dedos de una mano. Todo luego de haberla bañado ahí en su propio domicilio de Villa Barreyro, un barrio burgués de la localidad. El dolor derivado de la penetración manual  provocó que la nena le anoticie del asunto a la mamá. Rosa remató su denuncia diciendo que la nena y su hermanita de trece años fueron  amenazadas de muerte por el hombre.

     Ahí empezó en Oberá un nuevo capítulo porque el hombre no era cualquier hombre. El martes 27 de agosto el Juez de Instrucción II Horacio Alarcón ordenó el allanamiento del domicilio del denunciado y, tras ello, fue detenido. Claro que de un modo singular. Sin esposas, manejando su propio auto y tratado con toda deferencia por la policía que intervino en el caso. De hecho y hasta hoy, el hombre no está alojado con los otros presos sino en una sala acondicionada especialmente en la Comisaría III de Oberá, que servía de descanso al personal policial. Cuenta con televisión por cable y flexibilidad horaria para las visitas, todo justificado por el comisario de la Seccional Víctor Wall con el argumento de que se trata de una figura pública.

     Pero, ¿quién era el acusado? Buena parte del periodismo obereño, condicionado por amistad profesional o porque el hombre es del riñón político del alcalde obereño Ewaldo Rindfleisch que apoya buena parte de su Poder en el blindaje mediático que le otorgan esos periodistas, no se atrevía a dar el nombre. Llegaban a extremos ridículos como el de dar toda la data para terminar diciendo “Pascual Alejandro S.”, como si los obereños fueron opas inacapaces de saber de quién  se hablaba.

     Hasta que MIsionesCuatro fue el primer medio provincial en dar el nombre completo como correspondía: Pascual Alejandro Santandrea, apodado “Cacho”, 59 años de edad, tradicional presentador de la Fiesta Nacional del Inmigrante (bien obereña pero también la mayor fiesta de la tierra colorada), hombre de vasta trayectoria en los mass-media misioneros y además Secretario del Concejo Deliberante de la ciudad de Oberá . Hombre de prosapia radical que fue acompañando las idas y vueltas partidarias de Ewaldo Rindfleisch, intendente de la ciudad desde hace una década.

     El caso, a días de iniciarse una nueva edición de la Fiesta Nacional del Inmigrante (que iba a ser la primera sin Santandrea en la conducción), conmocionó a Oberá, a la provincia y llegó a los medios de comunicación nacionales. Consultado por una radio posadeña, el intendente Rindfleisch fue diplomático y se limitó a manifestar cierto asombro ante la noticia. 

     Todo acusado es inocente hasta que se demuestre lo contrario.
      Entonces, ¿en qué se basó el Juez Alarcón para allanar la casa de Santandrea y luego ordenar detenerlo?  Se le hizo una Cámara Gesell a la chica que, según declaró públicamente el mismo Juez, dio un testimonio “crudo y espontáneo”.

    Pero la situación era por cierto despareja. De un lado Santandrea contando con apoyo político, apoyo de sus amigos en los medios de comunicación y con la posibilidad económica de contratar a dos abogados prestigiosos del foro local: Manuel Elordi y Javier Millán Barreda. Santandrea y los letrados pensaban en el armado de la estrategia defensiva. Del otro lado muy vulnerables, Rosa Quintana y sus hijas pensaban en qué cenar.

     Millán Barreda recorrió algunas radios obereñas intentando instalar la idea de que la niña fabuló y que una Cámara Gesell puede fallar, cuestión que es cierta y de la que hay registros judiciales varios. Al tiempo la causa había cambiado de manos. En unas minivacaciones en la zona de El Soberbio el Juez Alarcón se rompió una pierna de manera accidental y pidió licencia. Lo reemplazó entonces como jueza subrogante la doctora Gauchat.

     Treinta y cuatro días después de ser detenido, Santandrea declaró ante la Jueza, que se mostró sorprendida por la tardanza en prestarse a la indagatoria y se lo hizo notar al propio acusado. La defensa presentó testimonios de “testigos”. Pero claro, ¿quién de ellos estuvo mirando las veinticuatro horas hacia la casa de Santandrea como para aseverar que la nena jamás entró, al menos ese día?

      Luego la Fiscal Myriam Silke solicitó el procesamiento del acusado. Para ella también había elementos suficientes que ameritaban tal pedido. Vale recordar que el 30 de junio pasado la mayoría del  pueblo  que concurrió a votar dio su apoyo en un plebiscito que se hizo de manera paralela a los comicios provinciales, a la incorporación de la figura del querellante particular a la constitución misionera.  Misiones es la única provincia argentina en la que la víctima de un delito no tiene arte ni parte en la causa y depende de la acción del fiscal actuante. Sin embargo al día de la fecha y a pesar del resultado contundente del plebiscito la nueva norma  no fue reglamentada por lo que los fiscales siguen siendo los impulsores exclusivos de las causas judiciales.

    A partir de ahí la calle se llenó de rumores que postulaban que Santandrea sería liberado por el poder político y hasta se preparó una marcha convocada por el Polo Obrero (una organización con presencia solidaria en  barrios marginales de Oberá como el de Villa Gunther, de dónde es la nena presuntamente abusada) hacia el Juzgado que tiene la causa. La marcha no llegó a concretarse en el comienzo de ésta semana por factores climáticos.

     Sin embargo, en los corrillos judiciales de Oberá  nadie dudaba de que la Jueza Gauchat  tomaría la medida que éste martes 22 de octubre tomó: el procesamiento.

     Ahora la causa se elevará a juicio y el imputado, que seguirá detenido,  podría sufrir una condena que va de los cuatro a los diez años. La defensa ya adelantó que apelará y entonces una joven Cámara de Apelaciones tendrá la próxima palabra. También se verá si además de estudiar la psiquis de la nena la Justicia se pone a evaluar exhaustivamente la “cabeza” del ahora imputado. Para éso existen test más que pertinentes.

     “Cada día tiene su cielo y su infierno” escribió Jorge Luis Borges.
    Parece que “un pupo raro” cruzó al cielo de Santandrea con el infierno de una nena.



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