lunes, 25 de abril de 2022

                                      A NAVEGAR

“Un barco está seguro amarrado en el puerto. Pero para eso no son los barcos”. Es una frase de William G.T. Sheed, teólogo protestante del siglo XIX. ¿Qué quería decir? Que debemos asumir lo que somos, nuestra naturaleza. El radicalismo obereño produjo dos hechos que lo fortalecen, aunque a algunos no les guste: ganó un comicio local en el que le arrebató el cargo de defensor del pueblo a la renovación. Y este domingo castigó el mutismo exasperante de los popes del comité. A muchos radicales obereños les cuesta creer que tienen todas las chances todas de colocar a un alcalde en 2023. Eduardo Serra, el resto de la conducción, y cada militante, tienen en sus manos la chance de un triunfo inédito en dos décadas. Pero deben soltar amarras y navegar. Aunque el mar esté bravo…
La lista 7, encabezada por el exconcejal Eduardo Serra, le ganó por 14 votos al oficialismo de Emanuel Hultgren y Roberto “Nene” Vega. Triunfo exiguo en las cifras pero impactante en lo simbólico.
En Oberá la clase media se hartó de la desidia renovadora. Veinte años de Rindfleisch (calamitoso), Carlos Fernández (la mayor decepción de la política local desde el retorno democrático del 83), y Pablo Hassan (“Hassanito”, lejos de dar la talla), más el aroma a kirchnerismo que la renovación no logra sacarse, hizo que el votante radical, que en Oberá es mayoría, dejará de votar renovadores, incluso al PRO, y volviera a casa.
Este dato es el dato sustantivo de la política obereña. Por supuesto, los afectados por esto pretenden ignorarlo o minimizarlo.
Es probable que la renovación, como otros gobiernos provinciales, adelante los comicios locales de 2023 para no quedar “pegados” a la calamidad pública del gobierno de Cristina y Alberto. En lo provincial la cosa estará muy reñida porque un feudo se no desmonta así nomás y los funcionarios y militantes que comen de las miguitas que les tira Rovira saldrán a esmerarse como no lo hacen cuando las migajas no corren riesgo.
Pero en Oberá las chances para Juntos por el Cambio son otras. Y otras mejores. Por virtudes propias y por defectos ajenos. Porque los renovadores no encuentran candidatos que sumen lo necesario en la ley de lemas y la desazón pos-Carlitos Fernández caló muy hondo.
A Carlos Bernhardt, flamante defensor del pueblo, el aparato de propaganda renovador lo espera con el cuchillo entre los dientes. Cualquier paso en falso será amplificado todo lo posible.
Y a Eduardo Serra, quién deberá demostrar que fue merecedor de tanta confianza de los afiliados, le aguarda el inédito papel de hablar en una ciudad donde solo dos o tres periodistas dicen lo que la oposición no dice. Y letra sobra cada día más.
Juntos por el Cambio se levanta mientras a los renovadores les cuesta mucho mantenerse en pie.
Falta un año. Quizás más. La Argentina es un país imprevisible (y eso de bueno no tiene nada). Pero los radicales, el PRO (la concejal Mara Frontini viene haciendo buena letra), y el peronismo de “Activar” (no deberían subestimarse los movimientos de Pedro Puerta y de la chica Klipauka), tienen mucho mal humor social de su lado. Gente que está harta.
Pueden elegir quedarse en el puerto.
Pero los barcos no son para eso…

Walter Anestiades
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